Soledad Paredes recibió días atrás una esperada noticia de parte de su abogado. El letrado Claudio Orosz le informó que a partir del 30 de mayo iniciarán las audiencias del juicio por el asesinato de su hijo, Joaquín Paredes, ocurrido también durante la pandemia y tal como le sucedió a Valentino Blas Correas, a expensas de la Policía.
Según consta en la causa, Joaquín (15) fue ejecutado con un balazo policial, por la espalda, en la madrugada del domingo 25 de octubre del 2020. Antes de ser alcanzado por el disparo de una pistola Bersa Thunder, estaba en la calle festejando un cumpleaños con amigos, en la localidad de Paso Viejo, del departamento Cruz del Eje, al noroeste de Córdoba.
Al menos otros dos chicos de 14 años resultaron heridos por policías. Todos estaban desarmados, según consta en la investigación.
Su rostro está inmortalizado en un mural que pintaron sus amigos en el dispensario municipal de la zona, a metros del lugar donde aquella madrugada los uniformados arremetieron contra él y otros adolescentes que lo acompañaban.
Con la confirmación del inicio del juicio, Soledad sintió alivio. “Al comienzo no habíamos sido notificados, pero ahora podemos respirar un poco más tranquilos”, expresó la mujer que habla con voz pausada y pocas palabras.
Y si bien todo está pautado para dentro de un mes –las primeras audiencias quedaron fijadas para las mañanas del 30, 31 de mayo, 1 y 2 de junio– el pasado jueves se realizó una instancia previa. Allí la Justicia comenzó a recibir los primeros testimonios de un gran número de testigos que están vinculados con la causa.
Desde la querella informaron que en esta instancia adelantada las defensas cuestionaron la presencia de la Soledad Laciar, la madre de Valentino Blas Correas, entre otras cuestiones relacionadas a la causa. También pidieron limitar el número de testigos e intentaron dejar planteado que este caso no se encuadra en un hecho de “violencia institucional”.
Acusados: quiénes deberán responder por el crimen de Joaquín Paredes
En la fila de los acusados, Mikael López es el único detenido por el crimen. Fue imputado como autor de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y como coautor de lesiones graves agravadas.
Por el mismo crimen serán juzgados otros cuatro policías. Son Iván Luna (acusado como coautor de lesiones graves por el uso de arma de fuego y coautor de disparo de arma de fuego), Enzo Alvarado (omisión de los deberes de funcionario público y disparo de arma de fuego), José Luis Gómez (coautor de disparo de arma de fuego en dos hechos) y Ronald Fernández Aliendro (omisiones de deberes de funcionario público y disparo de arma de fuego).
En tanto, el subcomisario Daniel Alberto Sosa Gallardo deberá responder como supuesto autor del delito de amenazas calificadas por el uso de arma de fuego.
En caso de que los testigos reiteren durante las audiencias lo que sostuvieron durante la instrucción de la causa, se especula con que la querella pedirá la pena máxima para los acusados. Es decir, la prisión perpetua.
“La expectativa de la querella es que volvamos a la acusación original que formulara la fiscalía (de Fabiana Pochettino). Es decir, que los hechos queden probados en la audiencia tal como quedaron probados en la fiscalía y se castigue con el máximo rigor a los responsables de matar por la espalda a un pibe de 14 años”, manifestó Orosz al respecto.
Revictimización, el lamento de Soledad Paredes
Soledad, la mamá de Joaquín, habla poco. Las palabras reflejan algo de su condición: vive con poco, tal como lo hizo toda su vida, y desde que asesinaron a su hijo siente que le quedó “casi nada”.
Todos los días se levanta, recuerda a su hijo, y se marcha a cumplir con su trabajo. Es empleada doméstica. Las novedades que le llegaron del juzgado el pasado jueves la llevaron inmediatamente a pensar en lo que vivió recientemente Soledad Laciar, la mamá de Blas que oyó en Tribunales II una condena ejemplificadora.
Ella estuvo ahí cuando se leyeron las penas. Se abrazó con su tocaya y sintió que el futuro podría ser promisorio también en su caso. Aunque en todo este último tiempo nunca pudo dejar de sentir que vive una etapa de “revictimización”.
“Me duele lo que pasa en el pueblo (Paso Viejo). Hay parientes de los policías involucrados, como primos, hermanos e hijos, que nos dejaron a un lado como si nosotros fuésemos responsables de todo esto que está pasando”, lamentó y advirtió que sus padres sufren a diario expresiones de reproche y malas actitudes de parte de los vecinos.
La división en Paso Viejo transmite inseguridad a la familia de Joaquín Paredes
El clima social en aquel lugar, que ella definió como inhóspito, generó otro nuevo pesar para la familia de Joaquín: “Vuelvo a visitar a mis padres cada 15 días o un mes. También visito el mural y el cementerio. Pero por todo esto hay familiares nuestros que nos dejaron de lado, por miedo o porque han creado una división”, planteó.
Soledad considera que a raíz de algunas polémicas que se instalan entre voces, se pone en tela de juicio el comportamiento de su hijo y de los amigos que estaban con él. Sin embargo, como en el caso de Blas, se pregunta “cómo se puede justificar que la Policía dispare por la espalda a unos chicos que no tienen armas”.
También vinculó esta disparidad de opiniones con las amenazas que recibieron miembros de su familia al comienzo del año 2021. “Los atormentaron a mi tía, a mi tío y a mi papá”, aseguró.
“Espero que en el juicio se pueda descubrir la verdad y que haya una sentencia. Nosotros creemos que los acusados deben ser condenados. A mi hijo no lo voy a ver nunca más y por eso ellos tienen que estar presos, para que se haga justicia por Joaquín”, pidió.
También señaló que antes de este hecho su vida era muy distinta. Y subrayó que en Paso Viejo se conocen entre todos, a tal punto que su familia colaboró con los actuales acusados por el crimen de Joaquín.
“Mi papá le prestó a Alvarado el cinturón de policía para que pueda ir a rendir. Los vecinos somos solidarios pero ellos pagaron así, de este modo. Mi mamá era amiga de la madre de él y también conocemos a Luna, porque vivía a cinco kilómetros de nuestra casa. A los demás acusados no los conocíamos, no son de allí”, recordó.
Finalmente, pidió que la sociedad cordobesa acompañe a la familia. “Esperamos que no nos dejen solos. Nunca tuve acompañamiento ni contacto con el poder político. No se acercaron a mí porque los acusados son policías”, criticó.
Lo cierto es que el jueves vivirá la primera jornada de una instancia judicial que espera hace más de 30 meses. Se aferra a la memoria de Joaquín, vuelve a su trabajo de empleada doméstica y trata de recuperar fuerzas para atender al resto de sus hijos. Aunque el dolor que siente, dice, es insoportable.
