“De tal palo, tal astilla”. El célebre dicho popular describió perfectamente en Río Cuarto el caso del padre narcotraficante cuyo reflejo delictivo, años posteriores, se proyectó en uno de sus hijos, ahora condenado en una causa de drogas.
Isaac Nahuel Lazarte (29) fue sentenciado a cinco años de prisión por el juez José Fabián Asís, del Tribunal Oral Federal N° 2 de Córdoba (TOF2), como autor del delito de almacenamiento de estupefacientes. Su cuñada, la quiosquera Cecilia Carolina Elisondo (42), recibió dos años de prisión de ejecución condicional.
Lazarte se transformó en el segundo condenado en su familia por un caso de drogas, luego de que su padre, Adrián Rodolfo Lazarte, fuera sentenciado en 2013 a seis años de prisión por traficar 400 kilos de marihuana. El entonces delincuente era un empresario de transporte que fue capturado in fraganti con el impresionante cargamento ilícito cuando viajaba en una camioneta.
“Me arrepiento de lo que hice; fue un error, pero lo hice pensando en darles algo mejor a mis hijos. Lo hice por ellos. Señores jueces, pido clemencia, nada más”, declaró Lazarte padre en 2013, en la “última palabra” del juicio.
Casualmente, el mismo juez Asís que condenó al padre también sentenció ahora al hijo, con la diferencia temporal de una década entre ambos expedientes.
Lo que seguramente no les dio a sus hijos fue un prístino ejemplo, a juzgar por la implicación de Isaac en el mundo de las sustancias ilícitas y que lo llevó, ya por voluntad propia, a seguir el derrotero de su padre.
Iban por intento de asesinato y encontraron “narcorruedas”
Por orden de la Justicia provincial, la tarde del 18 de noviembre de 2021 la Policía de Córdoba allanó la casa de Elisondo en el marco de una investigación por un hecho de tentativa de homicidio.
Los efectivos, sin embargo, se encontraron con un escenario diferente en la casa ubicada en Tucumán 817, barrio Alberdi, de Río Cuarto. Acumulaba casi 21 kilos de marihuana en 35 “ladrillos”, envueltos en cinta de embalar. Por la cantidad de estupefaciente, intervino el juez federal Carlos Ochoa, quien ordenó profundizar el allanamiento.
La Policía Federal secuestró 22 paquetes dentro de una bolsa de tela con la inscripción “Fiat” (Lazarte tenía tres vehículos Fiat), ubicados en el bajomesada de la cocina de Elisondo. También localizó dos “narcorruedas”: 13 “panes” en dos cubiertas de tractor guardadas en su garaje. Lazarte no fue detenido ese día. Un seguimiento policial permitió establecer que desde el allanamiento dormía cada noche en diversos barrios de emergencia, presuntamente para ocultarse.
Un sargento de la Policía cordobesa dijo que Elisondo había manifestado que le habían dejado eso ahí para que lo cuidara, sin mencionar a quién pertenecía. Sin embargo, luego declaró que el “padrino de su hija, Nahuel Lazarte, le pidió guardar unos repuestos en su domicilio, sin tener conocimiento de lo que contenían”.
Según su versión, nunca recibió dinero por guardar los “repuestos”, que los investigadores en realidad comprobaron que eran kilos y kilos de marihuana. Pero aquel sargento observó que la sospechosa tenía una actitud de nerviosismo evidente mientras manipulaba la bolsa que tenía la mayor carga de marihuana, ubicada en el bajomesada.
Una testigo apuntó contra Lazarte como el verdadero dueño de la droga, a quien lo señaló como un visitante frecuente de la casa de su cuñada. Elisondo fue imputada por facilitar su casa para el almacenamiento de la droga, mientras que su cuñado, Lazarte (estaba en pareja con Jésica Elisondo, fallecida), fue acusado de almacenamiento.
Para el fiscal general Carlos Casas Nóblega, Elisondo no podía desconocer la existencia de la marihuana, porque llegó a manipularla frente a los policías durante el allanamiento. También añadió otros indicios concordantes que, en total, direccionaron las sospechas sobre el rol de Lazarte en la causa.
Uno de ellos era que la Federal ya tenía conocimiento de él por una investigación anterior por presunto narcotráfico. Otro era que la novia de Lazarte, una joven de 18 años, incluso guardaba un recibo firmado por el abogado de Lazarte, en concepto de pago de $ 10 mil a cuenta de la defensa penal de Elisondo (luego la mujer fue asistida por una defensora pública oficial).
El “titiritero”
El fiscal entendió que Lazarte buscaba utilizar a su novia para correrse de una posición protagónica, posicionándose en un lugar superior como “un titiritero” que va diagramando quién va interviniendo, para evitar tomar contacto directo con la causa, lo que consideraba política propia de los altos mandos del narcotráfico.
En un chat con Lazarte, su tío le preguntó si le debía dinero a alguien, a lo que el joven le respondió: “Muy poco, hermano; nada que no se solucione. Eran todos mis ahorros”. Casas Nóblega consideró que había una vinculación directa entre haber perdido “todos” sus ahorros con la cantidad de marihuana hallada, teniendo en cuenta el precio en el mercado negro.
El instructor también mencionó la denuncia anónima efectuada ante el Juzgado Federal de Río Cuarto que aportó información sobre el allanamiento realizado, al sostener que la droga era de Lazarte, quien habría vendido su moto para comprar parte de la marihuana. Elisondo habría amenazado a un hermano de Elisondo porque creía que lo había delatado al informar que la droga hallada era suya.
Llamativamente, el imputado guardaba fotos en su teléfono celular de un “pan” de marihuana compactado, imagen fechada seis días antes del allanamiento. Su abogado negó que ese “pan” fotografiado se tratase del mismo que luego fue incautado.
Casas Nóblega no pasó por alto que los vecinos no supieran a qué se dedicaba Lazarte (alegó tener un lavadero de autos en copropiedad con su madre) y que su padre había sido condenado por el narcotráfico de 400 kilos de marihuana.
Para el fiscal, Lazarte decidió establecer como lugar de acopio de los casi 20 kilos de la droga la casa de Elisondo porque era el padrino de su hija, su cuñada y por la cercanía de los domicilios.
Resaltó que Elisondo, además, era una persona vulnerable, a la que le hacía falta el dinero (es madre de tres hijos y sostén del hogar), por lo que, tentada por los “capitales del narcotráfico”, facilitó su casa para el acopio. Un informe de la Federal indicó que Lazarte le pagaba a su cuñada seis mil pesos para permitirle guardar la droga.
Indicios fuertes y condena
El juez Asís rechazó un planteo de nulidad del allanamiento en la casa de Elisondo y condenó a la cuñada de Lazarte a dos años (el fiscal había pedido tres) en tanto que para este dispuso cinco años de prisión. “Concluyo que se encuentra plenamente acreditada tanto la existencia del hecho por los que fueran acusados los justiciables, como su participación responsable en el mismo”, sostuvo el magistrado.
Dijo que los indicios concatenados en la causa apuntan a la responsabilidad penal de Lazarte: desde su padre, como narcotraficante, hasta el suyo en esta causa y en la otra, donde también está bajo sospecha por tráfico; la denuncia anónima que lo sindicaba como el dueño de la droga; los chats en los que se pudo verificar que la novia de Lazarte hablaba con una persona de su familia sobre que Elisondo estaba detenida, a punto de salir, y que Lazarte debía evitar cualquier tipo de actividad (No debía “hacer nada”).
Para el juez, fueron reveladoras también las fotos del “ladrillo” de marihuana que Lazarte tenía en su celular y otra del mismo joven empuñando un arma (dos días después del allanamiento). “Si bien esto no prueba de manera directa que Lazarte haya amenazado a los Elisondo, al menos para quien suscribe resulta sugestivo”, advirtió.
“Son muchos los indicios obrantes en la causa que se encuentran acreditados y que me permiten enlazar de manera precisa y directa la circunstancia de que el material hallado en el domicilio de Elisondo era propiedad de Lazarte, quien, para ello, se aprovechó de la situación personal y económica de Elisondo”, aseguró.
Sobre la mujer, consideró “poco factible que Elisondo, dada la cantidad de estupefacientes hallada en su domicilio, no haya percibido el aroma característico del material vegetal incautado, el cual sí resultó distinguido por los agentes policiales”.
