En medio de la conmoción por el hallazgo de restos de una joven mujer en un microbasural a cielo abierto en barrio General Urquiza, zona sudeste de la ciudad, lograron identificar a la víctima. Se trata de Camila Merlo, quien tenía 23 años.
No tenía domicilio fijo y que paraba muchas veces en la calle.
Se había asentado en la Capital hacía algunos meses atrás, pero que es proveniente del interior provincial.
No tenía trabajo fijo y su grupo de pertenencia era volátil.
La fiscala del caso, María Eugenia Pérez Moreno, instruyó numerosas medidas investigativas para saber cómo terminaron los restos de la joven mujer descartados en un terreno dominado por la oscuridad y la basura.

Por el momento, no hay pistas firmes sobre las últimas horas de la mujer, pero se especula con los peores escenarios.
Tras el anticipo de La Voz, el Ministerio Público Fiscal ratificó la identificación de la víctima y puntualizó que sus familiares ya fueron notificados.
Familiares y amigas de Camila ya reclaman justicia.
Una investigación temprana con el peor desenlace
Cuando el domingo 16 de noviembre una pareja de policías informó la aparición de los primeros restos de la joven de 26 años –un muslo con un tatuaje–, los especialistas forenses trabajaron para saber si se trataban de restos humanos.
La prueba, según informaron los investigadores, fue contundente.
Tras las primeras confirmaciones, Pérez Moreno ordenó un nuevo rastrillaje en la zona que finalizó el pasado lunes. Se trató de un operativo a lo largo del basural ubicado en la calle Andalucía al 3100, que comenzó por la mañana y concluyó luego del mediodía.
Luego de la tarea investigativa, el Departamento de Homicidios de la Policía informó el hallazgo de nuevos restos: las manos, los brazos y las piernas, en dos bolsas negras de consorcio.
La aparición de estas extremidades permitió avanzar en una identificación científica. Las huellas digitales, comentaron fuentes de la causa, fueron la clave para conocer a quién pertenecía el cuerpo, que presentaba signos compatibles con un desmembramiento.

Las cosas no quedaron allí.
En paralelo, la fiscala ordenó un abarcador operativo para saber cómo llegaron hasta allí esas bolsas. Pero la ausencia de imágenes –en la zona no habría cámaras de vigilancia activas– se convirtió en una gran limitación.
Por eso, desde la “zona cero” (donde fueron encontrados los primeros restos) se comenzó a ensanchar el perímetro investigativo para dar con testigos que pudieran haber visto algún detalle.

A esa tarea están abocados actualmente los pesquisas.
Se entrevista a vecinos, comerciantes, deliveries y personas que deambulan por el sector en búsqueda de material reciclable o para desechar basura.
Pero la búsqueda, por ahora, fue infructuosa.
A la par, los investigadores intentan reconstruir el círculo más próximo de la mujer para saber si contaba con un itinerario regular o si es posible obtener más datos sobre sus últimos contactos sociales.
La vulnerabilidad como agravante en casos de violencia de género
Por ahora, la hipótesis que se impone es la de un caso de violencia de género.
Estas conclusiones de los investigadores se desprenden, según comentaron, por el modus operandi que habría cumplido el o los atacantes.
Y aunque ninguna línea de investigación está descartada, en la fiscalía ya cuentan con un primer perfil de la víctima.
Según informaron fuentes de la causa, la mujer se dedicaba a la prostitución y había tenido, durante su adolescencia y juventud, varias búsquedas de paradero ordenadas por su familia.

“Se había marchado varias veces de la casa materna y habría crecido en un ámbito de violencia”, señalaron fuentes de la pesquisa.
Luego de varias escapatorias de su propio hogar, la joven habría decidido asentar su vida en Córdoba y comenzar a sustentarse con trabajos informales y con la prostitución.
Aparentemente, y según los cuerpos investigativos, estaba expuesta a múltiples peligros.
“Trabajaba en distintos puntos de la ciudad Capital y no paraba en un punto fijo. No se le conoce domicilio y se cree que la mayor parte del tiempo buscaba un sustento para sostenerse”, acotaron las mismas fuentes.
Hasta ahora no se conoce un pedido de paradero reciente vinculado a su desaparición. Fuentes judiciales explicaron a La Voz que este es un fenómeno generalizado que provoca preocupación.
“Los padres o los allegados de las mujeres más vulneradas siguen sus historias de vida hasta los 18, por lo general. Luego quedan a la deriva y ante una desaparición no hay denuncias”, describieron.
La investigación ahora busca identificar vínculos conflictivos recientes, personas allegadas, contactos habituales y cualquier dato que permita reconstruir sus últimas horas.
Otros cuerpos hallados en los últimos meses
El caso de la mujer de 26 años hallada en barrio General Urquiza se suma a otros dos episodios que, en los últimos meses, estremecieron a la ciudadanía.
El 5 de julio, el cuerpo en descomposición de Milagros Basto, de 22 años, fue hallado dentro de un placard del departamento del expolicía Horacio Grasso, ubicado en pleno centro.

Grasso, que cumplía prisión domiciliaria por haber sido responsable del asesinato de un niño durante un enfrentamiento narco, quedó detenido e imputado por femicidio y su hermano continúa prófugo.
El caso reveló fallas profundas en los controles judiciales sobre personas con condenas graves que gozan de ese beneficio.
Días más tarde, el 25 de julio, salió a la luz el estremecedor caso de Brenda Torres, una joven de 23 años atravesada por problemas de consumo. Sus restos fueron apareciendo en diferentes fechas en las cercanías del estadio Mario Alberto Kempes, dentro de bolsas de consorcio.
Primero, un sereno encontró partes del cuerpo; días después, operarios hallaron otras partes en otro punto del mismo sector.
La investigación del fiscal Horacio Vázquez permitió localizar una vivienda en barrio Chateau Carreras donde Brenda habría sido asesinada. En el patio se hallaron restos enterrados.
Dos hombres (Gustavo Martín Lencina y Christian Aranda) fueron detenidos e imputados por femicidio. Las cámaras, rastreos telefónicos y sangre encontrada en el lugar fueron claves para el avance del caso.
El reciente hallazgo en General Urquiza vuelve a encender alarmas durante una fecha significativa: 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Una joven más, expuesta a múltiples vulnerabilidades, terminó en un basural, desmembrada y descartada como un residuo.




































