El violento asalto a una familia, el sábado al mediodía, encendió las alertas en Kilómetro 12 del Camino a 60 Cuadras, al sur de la ciudad de Córdoba. La localidad pertenece al departamento Santa María y es parte del ejido municipal de Bouwer, pero los vecinos dicen que están lejos de todo, fundamentalmente de las fuerzas de seguridad. Por esa razón muchos reconocen que ya están armados, aunque afirman que es para disuadir y no para enfrentar a los ladrones.
Este jueves, habitantes del cinturón verde sur de la capital realizarán una protesta en camino a 60 cuadras a la altura del camino que va a la planta potabilizadora. Allí reclamarán por la falta de patrullas, efectivos policiales, iluminación y mejores comunicaciones en el sector.
Violento asalto
El sábado 13, pasado el mediodía, César llegaba a su casa en Kilómetro 12 del Camino a 60 Cuadras luego de trabajar en el reparto y venta de verdulería.
En el predio donde está ubicada su vivienda, también están las casas de otros familiares.
Son seis familias las que viven en el lugar. Todos se dedican al trabajo en la tierra.
Aquella mañana, mientras cargaba bolsas de papa en su camioneta, César se encontró frente a frente con un delincuente armado. El sujeto sacó un arma y le apuntó directo a la cabeza.
En segundos, aparecieron otros tres.
A César le llamó la atención que lo llamara por su nombre. “Creo que me habían seguido y que tenían todo estudiado”, comentará más tarde.
Tras entregarle a los ladrones todo lo que tenía encima, les gritó a sus nietos para que entraran en la casa.
Su yerno alcanzó a hacer entrar a casi toda la familia en una de las viviendas antes de que los delincuentes pudieran tomarlos como rehenes. Acto seguido, comenzó a llamar a la Policía.
Sin embargo los asaltantes lograron atrapar a una nena y a un pequeño de 4 años.
Con el niño de rehén y amenazado con un arma, los ladrones comenzaron a gritar que les abrieran la puerta de la vivienda.
“Fue una situación terrible, porque si lo dejábamos entrar no sabíamos qué pasaría con todos nosotros adentro”, contó la víctima.
César fue llevado a un rincón, donde lo hicieron arrodillar y comenzaron a golpearlo.
Finalmente la puerta de la vivienda se abrió y entraron los delincuentes con los pequeños rehenes.
En el interior de la casa, el yerno de César tomó un machete y comenzó a atacar a uno de los delincuentes, quien escapó corriendo.
Los otros asaltantes hicieron lo mismo. En medio de la fuga, uno de ellos comenzó a dispararle a César con una pistola.
El hombre recibió entre cuatro y cinco balazos en una pierna.
“Pensé que me moría”, dice César, conmovido.
El hombre comenzó a desvanecerse y, en el vehículo de un vecino, fue llevado al Hospital Florencio Díaz.
La Policía finalmente llegó al lugar unos 30 minutos después del llamado. Aquel alerta que había sido dada por las víctimas daban cuenta de ladrones armados y de rehenes.
Librados a su suerte
Hoy, César camina con una muleta, tiene al menos cuatro balazos y un ano contra natura producto de una lesión en sus intestinos. Puede contarla, pero su historia está llena de “y si...”.
“¿Y si hubieran logrado entrar a la vivienda y tomarlos a todos de rehenes?”, “¿y si los asaltantes hubieran tenido un poco más de puntería?”, “¿y si no hubieran tenido vehículo para llegar al hospital?”.
Los vecinos de César sostienen que no pueden esperar que algo peor suceda para que haya alguna respuesta de las autoridades.
Reclaman más presencia policial, pero reconocen que, entre tanto, están armados para defenderse.
“Es más que todo para disuadir a los delincuentes”, contó un vecino, quien indicó que, hasta ahora, no usó un arma para disparar a ningún delincuente.
Afirman que los policías circulan por la zona en vehículos propios porque no tienen móviles, que la ayuda de los uniformados llega tarde y que, para peor, las vías de tránsito están en mal estado.
“A veces no tienen ni siquiera reflectores o balizas para revisar los campos, cada vez tienen menos materiales”, contó la esposa de César.
Secuencia de robos
En los últimos meses sufrieron robos la escuela, un supermercado y, el último fin de semana, el club Taborín. Los vecinos han armado un grupo de seguridad por Whatsapp, pero sostienen que la señal de celulares es mala y no siempre consiguen conectar.
Tampoco hay conexión de telefonía fija.
La situación de inseguridad en Kilómetro 12 se replica en otros sectores rurales del gran Córdoba.
En Villa Retiro, periferia norte de la ciudad de Córdoba, días atrás una familia sufrió un violento asalto a manos de delincuentes armados. En ese episodio maniataron y golpearon a las víctimas (productores rurales) y les llevaron dinero, toda clase de electrodomésticos y hasta dos camionetas. También se han registrado asaltos violentos contra productores agrícolas en las zonas no urbanas de Colonia Caroya, al norte de la ciudad de Córdoba.
