Un hecho que conmociona a la ciudad de Santa Fe tuvo lugar la semana pasada en la parroquia San Pablo Apóstol, ubicada en el barrio Guadalupe. Un hombre y su cómplice entraron a la iglesia, participaron de la misa y le robaron a una mujer que estaba arrodillada rezando. Toda la secuencia fue captada por las cámaras de seguridad del lugar.
La víctima, una vecina de la zona que asiste semanalmente a la parroquia, relató que el incidente ocurrió minutos antes de las 19 horas, cuando estaba por comenzar la misa de los martes. Las imágenes de seguridad muestran a los dos delincuentes ingresando al templo. Uno de ellos tomó un cuadernillo, simuló leerlo y se lo pasó a su acompañante, continuando con la actuación.
Posteriormente, ambos se arrodillaron en la fila de bancos justo detrás de la mujer. Intercambiaron algunas palabras y, de manera sigilosa, el hombre estiró la mano y agarró un porta tarjetas que la víctima había dejado apoyado a centímetros de ella.
Lo más sorprendente del suceso ocurrió tras el robo: los ladrones se persignaron y él, incluso, agarró una hostia y la comió antes de irse de la iglesia. Lentamente, se levantaron del banco y caminaron hacia la puerta para abandonar el lugar.
La mujer se percató del robo al llegar a su auto después de la celebración. Pensó que había olvidado sus tarjetas en la parroquia, pero al solicitar las cámaras de seguridad, “en los cuatro videos se ve a los que me robaron”, precisó. El tarjetero sustraído contenía toda su documentación personal, incluyendo su DNI y carnet de conducir.
Tras el asalto, la víctima realizó la denuncia correspondiente en la Comisaría 8° de Santa Fe y se dirigió a las oficinas del Prado Español para iniciar los trámites de renovación de sus documentos perdidos. Fue en ese momento cuando se dio otra situación insólita: al mostrar las imágenes a los empleados, descubrió que varios de ellos conocían a los ladrones por su participación en “situaciones sospechosas” previas en el barrio.
Este robo, que combina la sacralidad del templo con la audacia delictiva, generó conmoción y resalta la necesidad de reforzar la seguridad en lugares de culto.