La idea era juntarse con los amigos después de tanto tiempo de estar encerrados. La cuarentena estaba siendo dura. Y allí estaba Joaquín Paredes. Se encontraba feliz. No sólo porque en pocos días cumplía sus 16 años, sino porque en el colegio andaba bien y había empezado a trabajar en una chacra. Con el cultivo de la papa podía tener su propio dinero.
Aquella madrugada, después de tanto encierro, Joaquín tenía el plan de juntarse con los pibes. Sus amigos. Primero estuvieron reunidos en una casa y de ahí partieron a otro domicilio. En el camino pasaron por la plaza, centro de encuentro donde había otros jóvenes reunidos.
Unos policías ya habían pasado en un patrullero. De mala manera, les habían dicho a los jóvenes que se fueran a sus casas. Rebeldía, ganas de juntarse, deseos de compartir un rato al aire libre después de tanto encierro. Quién sabe. La mayoría se quedó en la plaza.
Fue así que a los pocos instantes aparecieron ya dos patrulleros. Desaforados, los uniformados se bajaron con armas largas y cortas y, con balas de plomo, comenzaron a disparar en plena plaza.
Joaquín corrió lo más que pudo. Cayó muerto de un balazo policial calibre 9 milímetros por la espalda, a la altura del omóplato izquierdo.
Dos amigos suyos terminaron heridos. Pudieron contarla.
Aquel asesinato policial derivó en que numerosos jóvenes y no tan jóvenes se levantaran y atacaran la subcomisaría, el edificio municipal, el dispensario.
Hubo una violenta represión y más heridos.
El asesinato de Joaquín Paredes ocurrió en la madrugada del 25 de octubre de 2020 en Paso Viejo, una pequeña y sencilla localidad del norte cordobés. Era un pueblo donde nunca pasaba nada.
El de Joaquín fue el tercer “gatillo fácil” de la Policía de Córdoba en aquel 2020.
En julio, unos uniformados ya habían matado a José Ávila, un vendedor ambulante, en Villa El Libertador, y se habían ido sin avisar a nadie.
En agosto, otros policías habían matado a Blas Correas, un pibe de 17 años, en un retén en barrio Parque Vélez Sársfield, también en la Capital. Otros uniformados “plantaron” un arma para desviar la causa.
El crimen policial de Joaquín (el tercero en cuatro meses) fue brutal y terminó obligando al Gobierno provincial a meter mano en la fuerza de azul con una purga de alto nivel.
Hacía mucho que no se registraba un recambio en los altos mandos policiales por violencia institucional.
El comisario general Gustavo Vélez y buena parte de su estado mayor fue pasado a retiro.
La comisaria general Liliana Zárate se convirtió en jefa y lo sigue siendo desde entonces. Una de sus primeras medidas: (re) hacer un protocolo del uso de las armas de fuego.
El próximo lunes, y luego de tantas postergaciones, finalmente el “gatillo fácil” contra Joaquín Paredes llegará al banquillo.
Seis efectivos de la Policía de Córdoba comenzarán a ser juzgados en la Cámara del Crimen de la ciudad de Cruz del Eje. Habrá jurado popular.
De los seis, solamente uno será juzgado por homicidio calificado por el uso de arma de fuego.
Los demás deberán responder por otros delitos como incumplimiento a los deberes de funcionario público y disparos de arma.
Seis policías en el banquillo
El principal acusado en el juicio será el policía Maykel Mercedes López, quien deberá responder por homicidio agravado por el uso de arma de fuego.
Es el único que está detenido.
En tanto, los imputados Ronald Nicolás Fernández Aliendro, Enzo Ricardo Alvarado, Iván Alexis Luján y Jorge Luis Gómez responden como supuestos autores de los delitos de abuso de arma (disparos) agravado e incumplimiento en los deberes de funcionario público.
Hay un sexto acusado. Se trata del oficial Alberto Daniel Sosa Gallardo, quien responde por el presunto delito de amenazas calificadas.
Asoma una batalla judicial
Al igual que sucedió durante la instrucción, donde hubo varias idas y vueltas en torno a acusar a uno o bien ya a cinco policías por el crimen de Joaquín, se vislumbra una ardua batalla judicial ya en la sala de audiencias de Cruz del Eje.
Es que el abogado Claudio Orosz, quien representa a la familia de Joaquín, tiene toda la intención de acusar a cinco policías por el asesinato y pedirá agravar los cargos para quienes abrieron fuego en la plaza.
Incluso, podría pedir que, a la imputación, se le agregue el calificante de abuso policial (dicho de otra manera: que el policía se valió de su condición para matar).
No está claro qué posición tomará la fiscal Fabiana Pochettino, quien estará a cargo de la acusación.
De todos modos, vale tener en cuenta que Pochettino fue quien investigó en su momento la mayor parte del crimen policial de Joaquín y llegó a acusar a cinco policías por el asesinato. Esa decisión fue avalada por un juzgado de Control.
Sin embargo, a instancias de apelaciones defensivas, la Cámara de Villa Dolores (hizo las veces de la Cámara de Acusación de Córdoba) terminó “bajando” la acusación central contra un solo policía.
Uno de los letrados que dará pelea es Pedro Despouy Santoro. El letrado, quien defiende a varios de los acusados, logró en su momento disminuir el peso de los cargos.
Sostuvo, y esto será seguramente gravitante en la batalla judicial, que no hubo “confabulación de los policías” para matar.
El abogado Ricardo Moreno defiende al principal acusado.
“López no quiso matar a Joaquín Paredes. Fue un hecho desgraciado. López hizo disparos al aire porque le tiraban piedras. Una de esas balas rebotó y dio en el cuerpo de ese chico”, supo señalar el letrado.
El juicio no será breve.
Los planes iniciales son de que realicen al menos 10 audiencias sin contar la etapa final. Todo depende de lo que surja de la prueba. Podría hacerse una reconstrucción o inspección en Paso Viejo.
Todo será resuelto por los jueces Ángel Francisco Andreu, Ricardo Arístides Py y Javier Rojo, miembros del tribunal, quienes tendrán a su cargo imponer justicia junto con los jurados populares.
- Dolor de madre. Soledad, la madre de Joaquín, reclama que se haga justicia y pide condenas para todos los policías. Desde un comienzo, viene llevando adelante una férrea lucha en pos de que se realice el juicio oral por el “gatillo fácil”.
- Se prevé alta asistencia. Está prevista una alta afluencia para el juicio de allegados a Joaquín, como así también la presencia de distintas organizaciones sociales y de derechos humanos. La mamá de Blas, Soledad Laciar, estará presente.
