Todo parecía indicar que iba a ser más tranquila la cuarta audiencia del juicio contra el viudo Marcelo Macarrón (62), por el homicidio de su esposa, Nora Dalmasso (51). Pero resultó una caja de sorpresas.
Antes del inicio, llamó la atención que una funcionaria judicial llegara a la puerta de la sala con un carrito de supermercado (los suelen usar para trasladar expedientes por los pasillos de Tribunales).
Traía tres o cuatro bolsas, unas negras, tipo consorcio, otras blancas con inscripciones comerciales.
Parecían de basura. Pero las dejó al lado del estrado. Nadie podía sospechar qué contenían.
Recién cuando declaró el último testigo, el oficial inspector Sergio Liendo, el primero estuvo a cargo de la investigación, se supo que allí habían guardado la evidencia.
Todo lo secuestrado: pelos, cinto de la bata, sábanas, funda de almohada, cepillos y otros efectos personales de la víctima.
El interrogatorio del defensor Marcelo Brito al oficial de policía fue intenso. A muchas preguntas, Liendo dijo no entenderlas.
En otras tantas, respondió que no recordaba.
Brito le llegó a preguntar si había tomado licencia hasta su retiro por un problema físico de memoria.
El policía admitió que era el primer homicidio en el que intervenía, que “no tenía experiencia para investigar”. Dijo, incluso, no recordar el nombre del fiscal del caso.
Brito trataba de resaltar que Liendo fue la primera máxima autoridad policial en la escena del crimen.
“¿Sabe en qué carácter fue a la casa?”, le preguntó. “Yo estaba de turno”, respondió el efectivo.
Fue entonces que le pidieron que describiera “meticulosamente”, lo que hizo en la habitación junto a la víctima.
Relató que, como el lugar era chico, los tres forenses trabajaban en el cuerpo, le pasaban la evidencia al fotógrafo de criminalística, y éste se la pasaba a su vez a él, para que guarde y rotule.
Contó que cada elemento secuestrado lo ponía en “sobrecitos de plástico. Relató que todos los sobres y elementos secuestrados fueron puestos en bolsas.
Admitió que en estos casos “se usa cualquier bolsa que encuentre”.
Hubo un planteo de la defensa porque habría un faltante de pruebas.
Hecho planificado
Por otro lado, el fiscal Julio Rivero también pudo anotar un punto que refuerza la acusación del hecho planificado, a partir del testimonio del primer guardia de seguridad del barrio que llegó a la casa.
Sin dudarlo, Santiago Gattica dijo que lo que más le llamó la atención de la escena del crimen “fue el orden”.
“La escena era por demás ordenada. No había nada fuera de lugar”, remarcó. Gattica también tuvo numerosas “lagunas” en sus recuerdos. Aunque ratificó testimoniales anteriores.
También declaró Néstor Suárez, excuñado de Macarrón. Recordó compungido la escena del crimen y dijo que fue testigo de los procedimientos. Aunque recién firmó las actas al día siguiente en la Policía.
Liendo contó que, “después que se fueron todos”, se quedó solo con un agente, haciendo las actas de secuestro, hasta las cinco de la mañana, en la cocina de la casa de la víctima.
Ni Liendo ni Suárez recordaron haber recibido un llamado de Daniel Lacase, exvocero del viudo que volvía con este desde Punta del Este.
Jurado echado
Otra situación inesperada fue la expulsión de un jurado popular.
Cuando iba a comenzar el juicio, el presidente del Tribunal, Daniel Vaudagna, pidió al público y a la prensa que se retire de la sala.
Poco después, se pudo observar, desde la puerta, a un jurado popular suplente que pasaba al frente a dar explicaciones. En un trámite sumarísimo, fue apartado.
Al salir, el jurado admitió que cometió “el error” de entregarle “un papel” a Facundo Macarrón.
Al parecer era un mensaje de apoyo de la mamá del jurado, que conocía al hijo de la víctima y del imputado. La mujer era panadera en Nueva Córdoba y Facundo había sido su cliente, según trascendió.
“Lo hice de buena voluntad pero me explicaron que genera dudas de mi imparcialidad. Ya no estoy más en el jurado”, expresó Luis.
“Fue una experiencia rica y tediosa”, agregó.
Gonzalo Romero, titular de la Oficina de Jurados, confirmó que este jurado fue apartado por hacer algo prohibido, aunque no está prevista una sanción. Calificó de “infantil” la actitud. Dijo que fue personal de la Oficina quien advirtió la situación.
Macarrón y la salud de “Nené”
Pasado este hecho insólito, las testimoniales volvieron a demorarse porque el imputado Macarrón quiso hacer una aclaración.
Fue en relación a cuando a su suegra, María Delia “Nené” Grassi, tuvo un ACV en mayo de 2020.
Como durante la declaración de sus hijos se había hecho alusión a la pérdida del habla por parte de la mujer, el viudo dio precisiones.
Desde que arrancó el juicio. el fiscal insistió con la importancia de la figura de “Nené” Grassi. Llegó a calificarla como “una leona” que le gustaría estuviera al lado suyo, como querellante.
La madre de Nora Dalmasso fue la primera en decir que el de su hija fue “un crimen por encargo” y habló hasta de “una mafia que está en la cumbre del gobierno”.
Criticó a su yerno por juntarse con ese “clan” en “comilonas y asados”.
Y en su última declaración también le apuntó al empresario cerealero que mencionaron los hijos, como supuesto autor del crimen.
Desde que, en 2016, Grassi y su hijo, Juan Dalmasso despidieron a su abogado, Diego Estévez (según trascendidos por una supuesta relación con el sospechado), nunca pidieron medidas en la causa.
Formalmente renunciaron a la querella en diciembre pasado.
Macarrón se ocupó de dejar sentado este jueves que, cuando la madre de Nora tuvo el ACV hemorrágico, el hermano de Nora, Juan Dalmasso, lo llamó primero a él.
Volvió a mostrarse acongojado ante los jueces. El fiscal quería saber si la mujer puede expresarse aunque sea con gestos, si puede decir sí o no. “No le sabría decir. Por ahí le preguntan si quiere un café, dice que sí con la cabeza pero cuando se lo llevan, lo tira”, respondió Macarrón.
El fiscal pidió que el hermano de Nora declare cuanto antes.
