Las sombras sobre el caso del denominado “asesino serial de Jujuy” se profundizan con la confirmación de la identificación de cuatro víctimas, cuyos perfiles genéticos fueron encontrados entre los rastros biológicos levantados de la “casa del horror” de Matías Jurado. Aunque no se hallaron cadáveres, las evidencias de ADN apuntan a una serie de homicidios agravados que conmocionaron a la provincia.
Los investigadores confirmaron este martes el hallazgo de dos nuevos “matchs” de ADN correspondientes a Miguel Quispe, de 60 años, y Juan Ponce, de 51 años. Estos se suman a las dos víctimas previamente identificadas: Jorge Omar Anachuri y Sergio Alejandro Sosa. Todos los ADN hallados corresponden a personas de sexo masculino. “Difícilmente se encuentre algún cuerpo, pero las evidencias que recolectamos llevan a ampliar a cuatro los hechos de homicidios agravados”, explicó el fiscal regional Guillermo Beller, a cargo de la causa.
El expediente sigue investigando la posible relación de Jurado con otros desaparecidos, incluyendo a Juan Carlos González (60) y Sergio Alejandro Sosa (25), y hay otros dos casos que aún no están formalmente ligados pero continúan bajo investigación. De hecho, el fiscal Beller indicó que tienen más de 300 muestras y “varios perfiles genéticos para seguir cotejando”, lo que podría llevar a la identificación de más víctimas.
El modus operandi
La reconstrucción de los investigadores, basada en testimonios y evidencias, reveló un patrón aterrador en la forma de actuar del presunto asesino. Matías Jurado, sospechoso en la causa, elegiría los viernes para dirigirse a puntos donde solían encontrarse personas en situación de calle. Allí, ofrecía trabajos circunstanciales -como “changas” en la terminal- o bebidas alcohólicas para persuadir a sus víctimas de que lo acompañaran a su domicilio en el barrio Alto Comedero.
Una vez en la vivienda, las víctimas eran recibidas únicamente por Jurado, ya que el adolescente que vivía con él solía ausentarse. Los investigadores sospechan que dentro de la casa, Jurado sometía a sus víctimas y procedía a descuartizarlas.
Algunos restos humanos eran enterrados en el mismo domicilio, otros se quemaban para reducirlos, y una parte se colocaba en bolsas de consorcio para ser descartada en basurales de la zona. En la casa, se encontraron herramientas como palas, bolsas, carretillas y ollas, que formarían parte de este accionar. Una carretilla, en particular, es señalada como la herramienta que habría usado Jurado para mover los restos.
La situación del acusado
Matías Jurado permanece bajo prisión preventiva en el penal de Gorriti, aislado y controlado con cámaras de seguridad, sin recibir visitas. En su última audiencia, donde se le ampliaron los cargos de homicidio a cuatro, Jurado declaró ante el fiscal, negando todos los hechos y su participación. Las pericias psicológicas concluyeron que Jurado comprende la criminalidad de sus actos, aunque el móvil y el perfil del sospechoso aún intentan establecerse.
El sobrino de Matías Jurado, una pieza clave en revelar lo que sucedía en la casa, quedó a cargo de la Dirección de Niñez y Adolescencia de la provincia, y una tía también está colaborando con la investigación.
El fiscal Beller calificó el caso como “el más impactante, probablemente, que haya tenido esta provincia”.