Una pregunta se repite sin respuestas: ¿quién abrió la puerta de rejas que separa la intimidad del domicilio de Susana Montoya de la calle?
Entre el jueves por la noche y la mañana del viernes se produjo el crimen contra la viuda de un exsubcomisario de la Policía de Córdoba que fue secuestrado y desaparecido durante la última dictadura militar argentina, Ricardo Fermín Albareda.
Se trata de la mujer de 74 años que estaba casada con un policía que también fue militante del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Por la desaparición del militante fue condenado el genocida Luciano Benjamín Menéndez.
Por ahora, son pocas las certezas que guían la investigación sobre este homicidio que ocurrió en barrio Ampliación Poeta Lugones, zona norte de la ciudad de Córdoba.
La mujer fue golpeada en la cabeza y recibió una herida de cuchillo. Su hijo Fernando dijo que él mismo la encontró en el patio ya muerta.
La familia de la víctima está conmocionada y reparte hipótesis sobre los posibles culpables del crimen, mientras despiden los restos de la mujer en un sentido velatorio que durará hasta el martes.
Creen que el responsable “podría ser cualquiera” y no descartan ninguna posibilidad. Pero ponen un peso singular en un posible ataque perpetrado por agentes de la mismísima Policía.
Así se lo hicieron saber a las autoridades de Seguridad de la Provincia. Fernando Albareda quiere hablar con el gobernador.
Desde el entorno familiar pidieron que “se investigue a todo el mundo”. En este sentido, no ocultaron la sorpresa por la difusión que tuvo una medida de reparación que implicaba el pago de una cifra millonaria. La beneficiaria era la viuda del expolicía desaparecido y el pago era justamente por la condición de subcomisario.
Como esa cifra de dinero todavía no había sido cobrada, pero sí había sido informada por medios públicos, la familia cree que el odio podría haber guiado a agentes de la fuerza a cometer el crimen.
El mensaje que encontraron escrito en una pared podría confirmar esta hipótesis: “En una pared pintaron una advertencia. Dice que ahora van por los hijos de la Susana”, comentaron allegados a la familia.
Fernando Albareda ya había recibido otras amenazas y la mujer recibía llamadas intimidantes a menudo.
El asunto de la puerta de rejas abierta también colabora con esta hipótesis: “Susana tiene que haberle franqueado el paso a alguien, porque sino no se entiende cómo podrían haber ingresado al domicilio sin forzar las cerraduras”, afirman desde la familia.
Lo mismo confirmó Claudio Juárez Centeno, el abogado que asiste a Fernando Albareda, el hijo de Montoya que decidió visitar la casa de su madre tras no recibir respuestas a los muchos mensajes que le había dejado el viernes y se encontró con que la puerta de la reja de la casa familiar estaba abierta.
Interrogantes
“No era lo habitual que estuviera abierta esa reja. La mujer cerraba esa puerta con llave y mantenía la otra abertura de madera del domicilio sin la cerradura”, sostuvo.
La mecánica del asesinato, según una de las posibilidades que maneja Juárez Centeno, podría haber comenzado con un pedido de acceso a la vivienda.
Para ello, creen los allegados, debería tratarse de una autoridad o de alguien a quien Montoya le hubiera abierto la reja.
Allí la habrían atacado brutalmente. La habrían golpeado con unos ladrillos y luego le habrían clavado un puñal, ocasionándole la muerte.
Los vecinos no escucharon gritos. Sólo oyeron, según pudo saber La Voz, los tonos del teléfono sonando el viernes, cuando Fernando Albareda llamaba con desesperación a su madre.
También escucharon a los perros alborotados. Los sonidos se percibieron el viernes por la mañana, antes de que llegara el hijo de la víctima.
Nadie vio movimientos raros. Dentro de la casa no se constataron faltantes entre los objetos de valor. Al parecer, según creen en la familia, los atacantes ingresaron por la puerta reja, cometieron el asesinato, echaron llave a la puerta de madera y olvidaron cerrar la abertura por la que habían ingresado.
También encendieron el televisor, la radio y bajaron las persianas. Creen que dieron todos estos pasos una vez que cometieron el homicidio.
Finalmente, cuando la mujer yacía en el suelo, saltaron hacia el patio y escaparon.
Una compleja investigación
El fiscal a cargo de la causa, Juan Pablo Klinger, trabajó desde el primer minuto en que el crimen fue descubierto y advertido.
De inmediato ordenó una autopsia y dio instrucciones precisas a los pesquisas. La investigación avanza y con hermetismo.
El fiscal no descarta ninguna hipótesis y trabaja sobre los elementos que va recolectando. Por ahora, las investigaciones avanzan a paso firme, pero se trata de una pesquisa que requiere mucha cautela, por la cantidad de elementos que se entremezclan.
Aún no hay detenidos ni imputados por este crimen.
A su tiempo, desde los organismos de Derechos Humanos de Córdoba solicitaron que se realice una “urgente investigación y esclarecimiento” del hecho. También pidieron que se investiguen las amenazas que habían sufrido los integrantes de la familia de la víctima.
Desde Hijos pusieron el foco en este detalle en particular: “Si las amenazas que se habían denunciado con anterioridad se hubieran investigado, es probable que esto no hubiera ocurrido”, indicaron.
A la par, solicitaron que se extremen las medidas de seguridad y protección para Fernando Albareda y toda su familia.
En tanto, la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba (UEPC) repudió el crimen y solicitó que se investiguen las amenazas de muerte que dejaron los criminales, dirigidas a toda la familia. “Exigimos a la Justicia y a las autoridades provinciales la urgente investigación y el esclarecimiento de este hecho”, reclamaron.
