No solo Oscar Centeno. El exchofer de Roberto Baratta –ex “Número 2” del extinto Ministerio de Planificación Federal– que desató la “causa de los cuadernos de las coimas”, no fue el único que tomó notas de hechos delictivos en simples cuadernos Rivadavia y Gloria.
Sin conexión con aquella causa, pero siguiendo la misma metodología “registral” rudimentaria, José Pío Lescano (46) llevó per se una detallada nómina de cada una de las operatorias ilegales que, a la postre, terminaron por cercarlo y condenarlo.
En un fallo unipersonal reciente, la jueza Noel Costa, del Tribunal Oral Federal N° 3 de Córdoba capital, le impuso a Lescano dos años de prisión condicional por encubrimiento de contrabando agravado, en un juicio abreviado acordado con el fiscal general del mismo fuero Maximiliano Hairabedian.
De una denuncia al encubrimiento de contrabando
La causa comenzó a partir de una denuncia anónima presentada ante Gendarmería Nacional. De acuerdo con los datos aportados, Lescano trasladaba cubiertas desde Tucumán hasta su casa en San Nicolás, barrio de la ciudad de Malagueño, para venderlas al por mayor en gomerías.
Los efectivos realizaron las primeras tareas investigativas para determinar la veracidad de lo denunciado y confirmaron los datos preliminares. Observaron que a la vivienda de Lescano arribaban vehículos en sospechosos movimientos.
En paralelo, los investigadores confirmaron que Lescano tenía una amplia lista de antecedentes por transportar mercadería extranjera sin aval aduanero por Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca y Córdoba.
Entre estos antecedentes, uno fue por demás relevante para los pesquisas, ya que les permitió identificar un patrón de habitualidad delictiva de Lescano. Se conoció cuando a fines de octubre de 2023 fue descubierto cuando transportaba 46 neumáticos sin documentación respaldatoria.
El fiscal Hairabedian corroboró que quien residía en Tucumán no era Lescano (era uno de los interrogantes), sino su padre. Así, confirmó que el sospechoso vivía efectivamente en San Nicolás y que los movimientos en su casa eran poderosamente llamativos.
Entre el 5 y el 9 de abril de 2024, los efectivos comprobaron que diversos vehículos –entre ellos, una Mercedes-Benz Sprinter y un Iveco de similares características– descargaban bultos siempre en horarios nocturnos, lo cual no hizo más que confirmar la denuncia inicial.
El juez N° 1 de Córdoba capital, Alejandro Sánchez Freytes, allanó la propiedad de Lescano, entre las calles Los Principios y El País, y encontró casi mil cubiertas de auto chinas (de diversos modelos y marcas).
También hallaron mercaderías de distinta clase: 385 termos; 1.368 pares de ojotas; 180 mantas polar; 300 pares de medias; 420 pares de pantuflas; 660 repasadores de algodón, etcétera, todo valuado en $ 145.986.348 o U$S 168.868.
También incautaron $ 5,3 millones, U$S 305, una contadora de billetes y celulares.
Los “cuadernos” cordobeses y el efecto “búmeran”
Los que no pasaron inadvertidos fueron dos cuadernos con anotaciones, que terminaron generando un “efecto búmeran” para Lescano.
El primero, un Rivadavia de tapa azul en el que el hombre llevaba un detallado registro de los movimientos de mercaderías. Desde la cantidad de cubiertas hasta sus tamaños, rodados y precios, nombres de personas y fechas, con tachas e inscripciones relacionadas con las operaciones (como “pagado”).
Los investigadores constataron que Lescano ya venía operando de la misma forma desde hacía dos años. Y hasta anotó un gran volumen de maniobras, en una especie de “temporada alta”, entre julio y octubre de 2023.
“La existencia de esta documentación permite tener por acreditado que esta actividad de venta de neumáticos era la habitual de Lescano, no surgiendo de la documentación referencia alguna o contacto de proveedor, siendo registradas informalmente con el nombre de pila ‘Mario’, ‘Pío’, ‘Rubén’, ‘Rodrigo’, entre otros, o alguna referencia vaga, ‘Hombre Alta Gracia’, lo que es compatible con el origen ilícito de los productos”, afirmó la jueza Costa en su fallo.
En el otro cuaderno secuestrado, los efectivos encontraron diversos importes fechados, asignados a un tal “Miguel Perú” y la mercadería vendida: pantuflas, medias largas y campera, etcétera. Llamativamente, el nombre “Miguel Perú” también había sido registrado en el primer cuaderno.
En ambos cuadernos se hallaron cotizaciones de cobertura de seguro respecto de una Toyota Hilux 2.8 y una Mercedes-Benz Sprinter (solicitados por un familiar de Lescano a nombre de quien figura la Sprinter), un “remito” de “transporte de cargas” de Sueldo y Scholtis SRL, y un recibo a nombre de “José Pío Lescano” en “concepto seña Mercedes-Benz Sprinter $ 2.00000”, firmado por Lescano.
Para la jueza, la documentación vinculada con la actividad realizada por Lescano era “colectada en los cuadernos secuestrados y dan plena certeza de su actividad de venta” de los neumáticos a particulares sin constancias sobre la procedencia.
La magistrada confirmó que la Sprinter, a pesar de figurar a nombre de un familiar de Lescano, fue utilizada en las maniobras por una serie de indicios probatorios: desde el cambio de radicación del rodado en Carlos Paz (cerca de San Nicolás, donde vivía el imputado), el hallazgo del vehículo en la casa del condenado durante el allanamiento, el recibo firmado por Lescano en concepto de “seña” por un servicio de transporte, y que él tenía autorización para conducirlo.
No escapó a los investigadores que Lescano viajó reiteradas veces a Bolivia en su Hilux por escasas horas (incluso en plenas restricciones por la pandemia) y que cometió infracciones aduaneras. Para la jueza, usó la Hilux para maniobras, ya que era habitual que realizara operaciones de encubrimiento de contrabando.
Sin embargo, no se pudo probar que cometiera el contrabando en sí, sino que sólo lo encubrió: fue quien recibió la mercadería que ya había ingresado al país de manera ilegal.
Lescano reconoció la existencia del hecho y la magistrada lo condenó a dos años de prisión condicional. Ordenó además el decomiso de la Sprinter, la Hilux y el dinero.
