Violencia, drogas y códigos rotos en los márgenes urbanos. Esas son las claves, según los investigadores, para comprender lo que pasó seis días atrás, cuando Miguel Martín Beltrame (48) cayó alcanzado por un disparo en el abdomen en barrio Patricios Norte de Córdoba Capital.
El hombre falleció en las últimas horas.
El hecho llegó a manos del fiscal Andrés Godoy, quien ordenó la captura de Lorenzo Javier Cabrera, un hombre de 38 años.
Conocido como “el Cholo”, el sospechoso fue imputado por el supuesto delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego.
Su captura se concretó durante la madrugada del miércoles, cuando investigadores del Departamento Homicidios de la Policía llegaron al domicilio que, aparentemente, compartía con la víctima del asesinato.
Estos son los primeros indicios de la investigación: “Ambos compartían techo en barrio Patricios Norte”, dijo una fuente con acceso a las actuaciones judiciales.
Los investigadores creen que el homicidio se desencadenó en medio de una discusión mientras ambos se encontraban bajo los efectos de las drogas.
“Se desconocieron”, coincidieron quienes indagan el caso.
Violencia urbana: baleó a su amigo y cayó preso
En una escena atravesada por el consumo, la violencia barrial y un silencio ensordecedor que impidió obtener pistas claras durante las primeras jornadas, el fiscal Godoy logró seguir los pasos de “el Cholo” gracias a cámaras y testigos esquivos.
El homicidio fue confirmado el sábado 18 de mayo, cuando Beltrame murió tras permanecer varios días internado en estado grave.
El disparo en el abdomen, en plena vía pública, terminó por agravar un contexto de marginalidad donde la convivencia, la droga y el miedo forman parte del paisaje cotidiano.
Tras una serie de allanamientos, finalmente “el Cholo” fue preso.
El operativo se desplegó en los barrios Patricios y San Jorge, zonas catalogadas por la propia fuerza policial como “territorios complicados”.
En el procedimiento, además de la detención del acusado, se secuestraron chasis de autos con pedido de captura, marihuana, cocaína y otros elementos vinculados a causas por robo calificado, según fuentes de la investigación.
De acuerdo a testimonios recogidos por los investigadores, el sospechoso es señalado por los vecinos como “un delincuente conocido en la zona, sin escrúpulos ni códigos”. Algunos remarcaron en la causa que solía tener serios problemas con las drogas.
Todavía no ha sido indagado ni se conoce su versión de los hechos.
Los peritos analizan si Cabrera estaba bajo el efecto de estupefacientes al momento del ataque.
También se estudia si Beltrame, la víctima, presentaba rastros de droga en sangre.
Y si bien no se descarta todavía ninguna hipótesis, en la fiscalía creen que se trató de una discusión espontánea. La segunda posibilidad, es que la balacera fatal haya sido el correlato de “un pase de facturas entre ambos” por motivos no del todo aclarados. En el marco de las sospechas se trata de establecer si esa pelea no estuvo vinculada a la comercialización de sustancias.
El silencio vecinal, el telón de la violencia urbana
Cuando en la madrugada del 15 de mayo apareció el cuerpo malherido de Beltrame, quien habría sido hallado por una joven vecina, de inmediato llamaron a los familiares de la víctima.
Mientras el cuerpo permanecía casi en estado de inconsciencia, en la calle Francisco de Alarcón al 2300, la Policía y los familiares se hicieron presentes.
El herido alcanzó a decir su nombre, pero no aportó detalles sobre lo ocurrido.
Fue trasladado al Hospital de Urgencias, donde falleció tres días después por un shock hipovolémico provocado por la bala.
Ante la cerrazón de los vecinos y la postura del silencio, los pesquisas de la Unidad Judicial 12 y del Departamento Homicidios de la Policía debieron reconstruir los hechos gracias al entrecruzamiento de llamadas telefónicas, algunos testimonios y al seguimiento de cámaras de vigilancia.
En Homicidios reconocieron la dificultad de trabajar en un entorno violento.
“Es más fácil hacer hablar a las piedras que a los vecinos. En muchos barrios rige un código de silencio. La gente tiene miedo. Sólo colaboran cuando la víctima es un familiar”, dijeron.
Los investigadores de la Unidad Judicial coincidieron: “Lo encontramos gracias a la tarea conjunta, que ubicó a los dateros. Todos coincidieron en señalar ‘al Cholo’ como el autor. Fue un gran trabajo en cinco días, sin pistas iniciales. No suele ser lo habitual”.
Barrios bajo la tensión de la violencia urbana
Más allá del homicidio puntual, los investigadores están cada vez más alarmados por el escenario general que envuelve a muchos barrios.
La presencia de droga, tanto para consumo como para distribución, genera situaciones constantes de tensión y violencia.
“En esas zonas es más fácil encontrar marihuana que albahaca o perejil en los patios”, confió una fuente ligada al caso.
“Entrás a una casa cualquiera y encontrás autos desarmados con pedidos de captura, cocaína y plantas de marihuana. Es un nivel de descontrol total”, añadió.
La Policía realizó 90 allanamientos en los últimos días, 20 de ellos específicamente sectorizados en estas zonas, según confiaron fuentes oficiales.
La intervención apunta a desarticular redes de narcomenudeo que, según los propios agentes, funcionan como catalizadores de disputas letales entre conocidos o familiares.