Un automovilista acusado de haberse desprendido de dos kilos de cocaína en medio de una persecución entre las localidades de James Craik y de Oliva irá a juicio en Córdoba capital.
El Tribunal Oral Federal N° 1 de Córdoba juzgará a Ricardo Raúl Martínez (40) como presunto autor de transporte de estupefacientes. El hombre fue detenido casi a principios de año y se sentará en el banquillo de los acusados a mediados de diciembre.
“Ladrillos” blancos
La noche del 18 de marzo último, los gendarmes apostados en el control del kilómetro 565 de la ruta nacional 9 observaron un Volkswagen Trend que circulaba en sentido Oliva-James Craik. A pesar de las señales realizadas para que se desplazara a la banquina, de forma riesgosa e intempestiva giró en U y huyó.
La rauda reacción de quien manejaba derivó en una persecución y en un operativo de búsqueda en Oliva. Se escabulló en medio de las sombras, pero los efectivos alcanzaron a divisar la patente.
Dos vecinos observaron que, desde un auto, de similares características al buscado, se habían arrojado paquetes rectangulares en Patricias Argentinas y Almirante Brown, que contenían más de dos kilos de cocaína en total.
La fiscal federal de Villa María, María Schianni, ordenó una serie de investigaciones para identificar a la persona prófuga. Las pesquisas identificaron que la titularidad del auto estaba a nombre de una mujer, aunque la hipótesis más fuerte apuntó a su hijo (Martínez) como el prófugo, ya que registraba una infracción anterior.
De esa forma, los investigadores lograron identificarlo y dedujeron entonces que Martínez bien pudo haber sido quien descartó la droga y se fugó aquel 18 de marzo. Esa pista se robusteció por el aporte clave de las lectoras de patentes ubicadas sobre la vieja ruta 9, como también sucedió en la causa del legislador Oscar González, acusado en otro proceso.
En el caso del sospechoso del Trend, las cámaras arrojaron pistas sobre la apariencia física del conductor porque captaron el paso del auto dos horas antes de la huida. El aspecto del prófugo coincidía con las características de Martínez registradas en el Registro Nacional de las Personas (Renaper).
Finalmente fue detenido dos semanas después, e imputado. Dijo que trabajaba en una rotisería familiar ubicada en la localidad de Villa Nueva y que ocasionalmente se dedicaba a la albañilería.
Sin embargo, acumula antecedentes penales por casos relacionados con el tráfico de estupefacientes. El juez federal de Villa María, Ramón Rebak, lo procesó con prisión preventiva y envió la causa a juicio.
Otra vez, Iñaki Romero Luna
En otro caso, un supuesto profesor de natación, paramédico y guardavidas, dedicado al paisajismo, nuevamente recibió una condena por drogas.
En 2020, el Tribunal Oral Penal Económico N° 1 había condenado a Iñaki Arturo Romero Luna (28) a tres años de prisión en suspenso durante un juicio abreviado por tentativa de contrabando de importación por ocultamiento, agravado por tratarse de sustancia estupefaciente inequívocamente destinada a su comercialización.
Él y su cómplice, Miqueas Camps, intentaron ingresar a la Argentina 101 pastillas de éxtasis de (identificadas con la leyenda “Heineken”), provenientes de los Países Bajos, por medio de un envío postal sin remitente dirigido al domicilio de Romero Luna.
El delincuente cordobés volvió a ser condenado, ahora por el Tribunal Oral N° 1 de Córdoba.
Si bien el secuestro de las 101 pastillas se produjo en la localidad bonaerense de Monte Grande, el Juzgado Nacional en lo Penal Económico N° 9 de Buenos Aires ordenó el allanamiento en la casa de Romero Luna en León Schneider al 3860, en Ampliación Jardín Hipódromo, en la ciudad de Córdoba.
En marzo de 2018, los efectivos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) ingresaron a la casa, pero no lo localizaron. Le pidieron a la madre que lo llamara por teléfono y lo citara en el hogar.
Le secuestraron $ 1.300, una bolsa con tres troqueles de cartón –uno de ellos con el símbolo de la lengua de los Rolling Stone– con fenetilamina (4-bromo-2.5- dimetoxifenetilamina), frascos y cajas con plantas, hojas y picadura de marihuana por 110 gramos y 21 semillas de marihuana.
En un nuevo juicio abreviado, acordado por el fiscal auxiliar Maximiliano Aramayo Sánchez, el joven reconoció el hecho y la jueza Carolina Prado lo condenó a un año de prisión por tenencia de estupefacientes. Finalmente unificó la pena anterior en una única de tres años de prisión, de ejecución condicional.
