En la ciudad de La Calera, en el Gran Córdoba, el miedo se había apoderado de la población desde febrero, cuando una serie de “aprietes mafiosos” quebraron el clima social de tranquilidad. Hubo robos por encargo, amenazas y hasta algunas personas resultaron víctimas de golpes y ataques con armas de fuego.
Los hechos se repetían con una mecánica similar: dos sujetos a bordo de una motocicleta roja sorprendían a vecinos o comerciantes, les apuntaban con armas de grueso calibre y se llevaban dinero y objetos de valor.
Otras veces, los ocupantes de esta misma motocicleta roja “visitaban” a otros vecinos para amedrentarlos.
Finalmente las pistas fueron acorralando a los presuntos integrantes de una banda narco que, según creen en la Justicia, funcionó en los últimos meses de manera teledirigida desde la cárcel de Cruz del Eje, luego de que el aparente jefe de la organización cayó preso y fue alojado en una celda de ese presidio.

Por esta misma causa ya se registraron tres operativos sucesivos –uno de ellos en el complejo carcelario–, y la Justicia detuvo a nueve sospechosos, entre internos y personas que se encontraban en libertad.
El primer operativo y la caída del “capo narco”
La primera detención llegó en abril, cuando un hombre identificado por la Policía como Arias fue apresado por la una sucesión de robos a mano armada que se habían registrado en la zona oeste de La Calera.
Durante el allanamiento a su vivienda, los investigadores hallaron un revólver Magnum (un arma de grueso calibre) y una motocicleta enduro roja, además varias prendas que presuntamente habrían sido utilizadas durante los golpes.
Era la misma motocicleta, según sostienen en Tribunales, que había quedado registrada en varios videos que habían captado momentos previos a los robos perseguidos.

La fiscala del caso, Jorgelina Gutiez, ordenó la detención de Arias y lo imputó por el presunto delito de robo calificado por el uso de arma de fuego.
Por el momento se desconoce su postura defensiva y, a pesar de las graves acusaciones que pesan en su contra, el hombre es inocente hasta que se demuestre lo contrario.
Lo cierto es que hubo pocos e insignificantes cambios con Arias en prisión, según sostuvieron los pesquisas. Los aprietes y los robos no terminaron allí.
Pero la investigación, tampoco.
El segundo allanamiento: tras los cascos de Arias
Días atrás, un pelotón policial de la brigada de Investigaciones de La Calera llegó nuevamente a la vivienda del sospechoso, guiado por una serie de pistas que Gutiez y equipo utilizó para profundizar la pesquisa.
En ese domicilio habían quedado su mujer y varios de los familiares de Arias, que ahora también fueron detenidos y con graves acusaciones en su contra.
La Policía regresó al domicilio con una sola misión: durante el allanamiento ocurrido anteriormente, la brigada de investigaciones solo había hallado la moto roja.

Pero faltaban los cascos que también aparecían en las filmaciones. Los pesquisas consideraron que se trata de piezas clave para vincular al sospechoso con los atracos.
Con esa misión arribaron al domicilio de Arias, ubicado en barrio El Chorrito, en la zona oeste de La Calera.
Pero no sólo encontraron los cascos, sino que también había tres bolsas con droga: 2 kilos de cocaína de alta pureza y material de corte, según informó la Policía.
En el lugar fue detenida la pareja de Arias y se secuestraron varios teléfonos celulares. Debió intervenir la Fuerza Policial Antinarcotráfico (FPA).
Además de la esposa hubo otras cuatro personas detenidas: tres hombres y una mujer, todos parientes entre sí, según informaron fuentes judiciales.
Todos quedaron imputados por delitos que van desde robo calificado y lesiones leves, hasta abuso de armas agravado por precio o promesa remuneratoria y tenencia de estupefacientes con fines de comercialización.
Los celulares incautados y la pista del “ajuste narco” desde la cárcel
Los dispositivos telefónicos secuestrados durante el segundo allanamiento quedaron a disposición de la Justicia y, tras la apertura judicial de uno de ellos, los investigadores se toparon con una nueva sorpresa.
“Había numerosas conversaciones que llevaron a redactar más de 30 páginas de mensajes, fotos y videos, donde se revelaba la operatoria de una presunta organización narco”, dijeron los pesquisas.
En esas comunicaciones, Arias –ya preso– habría dado órdenes precisas sobre cómo mover la droga, cómo cobrar deudas y cómo ejecutar “aprietes” a quienes no cumplían con los pagos, según informaron fuentes con acceso a la causa.

En algunos videos guardados en el celular incautado se observaron armas, motocicletas o mensajes intimidatorios, agregaron los investigadores.
Ante la nueva prueba, los pesquisas creen haber descubierto que la esposa de Arias habría cumplido un rol central en el entramado delictivo.
La hipótesis de los investigadores es que se encargaba de organizar la ejecución de las órdenes que su marido impartía desde su celda en el penal de Cruz del Eje.
De acuerdo con esta línea investigativa, Arias contaba con acceso a teléfonos celulares ingresados de manera ilegal al penal. Así habría coordinado con su pareja movimientos de dinero, drogas y le habría ordenado impartir amenazas contra terceros.
Una alta fuente policial lo describió así: “Él daba las órdenes y los demás, bajo el mando de la mujer, iban y le pegaban a la gente, los amenazaban con armas, les exigían que pagaran. Arias siempre mantenía el control de todo”.
El tercer allanamiento en la cárcel de Cruz del Eje
Tras el segundo allanamiento que se completó en el domicilio de Arias, la fiscal ordenó recientemente una requisa en la celda donde se encuentra detenido el sospechoso, en el penal de Cruz del Eje.
El operativo, que contó con la participación de personal penitenciario y de unidades especiales de la Policía de Córdoba, confirmó algunas sospechas.

Los agentes hallaron celulares, cargadores, chips de telefonía, anotaciones y marihuana, de acuerdo a lo informado por fuentes del caso.
La pesquisa también permitió vincular a otros internos del mismo pabellón. Tres de ellos quedaron identificados como posibles colaboradores de Arias en la coordinación de “aprietes” y movimientos de dinero.
Y aunque Arias sigue preso y gran parte de su presunta banda habría sido desbaratada, los investigadores creen que la organización sigue activa, con conexiones externas e incluso algunas de ellas en Córdoba Capital.


































