Mientras en Río Cuarto circulan rumores sobre una próxima serie televisiva que abordaría el homicidio de Nora Dalmasso (51), se produjeron algunos movimientos en el voluminoso expediente judicial del caso.
Dalmasso fue asesinada en su casa de la villa Golf Club, el 25 de noviembre del 2006. La acción penal estaría prescripta y el hecho quedaría impune. Pero el ministerio público tiene órdenes de continuar en la búsqueda de “la verdad histórica”.
El caso es uno de los más resonantes de la historia criminal cordobesa. Un maremágnum de morbo, intereses, sexualización, prejuicios, negligencias, disparates y descreimiento. En 18 años, la Justicia sólo ha determinado que Dalmasso fue víctima de violencia de género.
Con hipótesis diametralmente opuestas, en la causa hubo cuatro imputados. Un falso amante, Rafael Magnasco; un pintor, Gastón Zárate; el hijo, Facundo Macarrón, y el marido, Marcelo Macarrón.
El viudo Macarrón estuvo sentado en el banquillo. Lo acusaron de haber contratado a un sicario para hacer matar a Nora, por supuestas desavenencias matrimoniales. En un juicio con jurados populares fue absuelto el 5 de julio del 2022.
Según se probó entonces, Dalmasso no fue víctima de un crimen por encargo sino que habría tenido relaciones sexuales “semi consentidas”, antes de ser estrangulada con el cinto de su bata de toalla.
La investigación aún abierta se concentra en esa prueba: el cinto, el lazo donde hallaron una marca genética que no pertenece ni a la víctima ni a Marcelo Macarrón. Se presume que es la huella del asesino.
El hecho de que mataran a Dalmasso con el cinto de la bata también derriba la hipótesis de premeditación. En el juicio, los forenses Martín Subirach y Mario Vignolo coincidieron en plantear: “Fue algo del momento (…) Algo pasó en la relación (…) el asesino no había llevado nada para matarla (….) El agresor se sacó y provocó el estrangulamiento con algo que tenía a mano”.
¿Para qué citaron a Marcelo Macarrón en la Justicia?
El miércoles 23 de octubre, poco antes del mediodía, Marcelo Macarrón llegó a los Tribunales de Río Cuarto con la abogada Mariángeles Mussolini. Cuando se le preguntó sobre los motivos de su presencia se limitó a expresar: “El fiscal Jávega me quiere conocer”.
Luego, la Fiscalía del primer turno informó que Macarrón “fue citado como testigo” y que declaró durante más de dos horas.
“Se había hablado con la familia sólo a través de interpósita persona, por eso ahora se decidió tomar contacto directo para ver las inquietudes y sospechas que tuvieran. Ya declararon los hijos y ahora lo hizo Marcelo Macarrón”, se admitió.
Mussolini aseguró que la familia tiene esperanzas de encontrar la verdad. “El hecho de que haya sido reconocida Nora como víctima de violencia de género y además se haya ordenado seguir buscando la verdad, deja abierta una puerta para esclarecer los hechos. Se cuenta con una prueba contundente que es el ADN y no es menor, y se encuentran trabajando en ese orden”, valoró.
La querellante no reveló qué pudieron aportar Macarrón y sus hijos al fiscal, a 18 años del crimen. Pero expresó: “Lo más importante para nosotros es la oportunidad. La familia está encima de la causa y seguimos en esa búsqueda que empezó allá por 2006”.
Pudo saberse que Jávega ya no cuenta con el personal especialmente destinado al caso apenas terminó el juicio al viudo. Con ese equipo se había propuesto establecer “la trazabilidad de las muestras”, de toda la evidencia. Ahora el fiscal parece concentrado en el cinto de la bata, al que se considera “el instrumento homicida”.
En tanto, se confirmó que en las últimas semanas volvieron a declarar obreros que trabajaron en la casa de Macarrón, empleadas, conocidos de la víctima. Entre otras cuestiones les preguntaron sobre hábitos domésticos: dónde dejaba Nora su bata (si la colgaba detrás de la puerta del baño), cada cuánto se lavaba esa prenda, donde se secaba. Se presume que con esos detalles el fiscal busca determinar si la huella del cinto puede tomarse como un rastro indubitable del asesino o si pudo tener una transferencia genética accidental.
¿Otra vez recurren al FBI?
El fiscal Jávega reveló a La Voz que, para constatar la validez de la misteriosa huella en el cinto, en los últimos días volvieron a contactar a Jack Ballantyne, titular del Centro Nacional de Ciencias Forenses, de Florida, laboratorio asociado al FBI.
Pese al tiempo transcurrido, dieron con el experto que aún conservaba material sobre la causa argentina en la que intervino, en el 2008.
Jávega dejó entrever que, con colaboración Directora del Laboratorio de Genética Forense del Poder Judicial, Nidia Modesti, hicieron una relectura de lo aportado por el laboratorio internacional años atrás, un análisis del material disponible, y de lo que ha evolucionado la ciencia respecto a estas pruebas.
Lo más importante para la investigación es que el científico estadounidense habría convalidado el procedimiento con el que se individualizó la huella genética en el cinto. Trascendió, por otra parte, que hasta el momento no se ha informado ninguna coincidencia entre esa huella desconocida y las nuevas muestras de ADN tomadas (poco más de 40) en el último año.
“Venimos trabajando, partiendo de la matriz que nos derivó el tribunal de juicio. Estamos tratando de ubicar a quién pertenece esa huella del cinto. Es un objetivo de alto alcance, tiene dificultades técnicas y legales, pero desde el primer día, se adoptó una actitud de perseverancia para intentar darle respuesta a la familia”, agregó Jávega, el séptimo fiscal del emblemático crimen impune.
