El cadáver del argentino Daniel Cipolat, de 60 años, fue encontrado enterrado y desnudo en el jardín de la casa de su secretaria, en la ciudad de Cancún, México, y se investigan las circunstancias que rodean el caso.
El diario Clarín indicó que Cipolat llevaba una década viviendo en México, se dedicaba a dar conferencias sobre asuntos cósmicos y era conocido por su apodo de “Dandelion” (Diente de León).
Tenía más de 70 mil seguidores en Facebook y 20 mil en Instagram. Vía Instagram había contado que tenía coronavirus. “Esta vez me tocó a mí. Salí positivo de Covid variante Delta. ¿Qué les puedo decir? Ahí viendo al cuerpo a ver qué hace. Por lo pronto, no responde a ninguna medicación”, empezó describiendo su “llamativo” texto.
“Él se habría comunicado con alguno de sus hijos para comentarle de la enfermedad. Es raro cómo actuó, la manera de escribir, me hizo mucho ruido”, le dijo a Clarín Karina, su exesposa, con quien tuvo dos hijos, Gonzalo y Agustín.
El texto continuó: “No tengo miedo, estoy abierto para cualquier desenlace y lo que deba ser. Estoy transitando por mi noveno día. Para mí todo está siendo digitado a través de la tecnología de microondas. Cuando todo haya terminado, si estoy para contarlo, daré mis conclusiones. Los abrazo con mi corazón. ¡Cuídense!”.
Lo que a Karina no le cerraba era “cómo había ignorado a Gonzalo y Agustín. No había una relación fluida, de todos los días, pero para las cosas importantes siempre se contactaban”.
Días después de esa publicación en Instagram, Karina cumplió años el 3 de septiembre. “Y era una fija que siempre me saludaba con un mensaje, un WhatsApp, nunca se le pasaba mi cumple ni el Día de la Madre. Por eso cuando tampoco me escribió ya me empecé a preocupar y con mis hijos empezamos a averiguar, a tratar de llegar a él de alguna manera”.
Sobre la muerte
Intentaron rastrearlo en su celular, pero no hubo caso. Viendo la cantidad de seguidores en las redes, la familia consiguió a través de uno de ellos el contacto de su asistente, Linda Uribe. “Uno de mis hijos la contactó el 6 de septiembre, alrededor del mediodía y así, sin anestesia, le dijo que Daniel había muerto esa mañana”.
Karina dijo que ella se comunicó con la secretaria: “Le escribí yo, me presenté, le dije quién era y me dio la impresión de que no tenía la menor idea de que Daniel tenía una ex esposa e hijos. Me contó que era su pareja hacía cinco años, que había muerto por las secuelas del Covid y que no iba a realizar ninguna ceremonia ni velatorio. Todo era extrañísimo, si Daniel hubiera estado en pareja lo habría dicho al menos a sus hijos”.
Nicolás (33), hijo de Cipolat del primer matrimonio, vive en México DF desde 2018, donde trabaja como modelo publicitario. Con su padre tenía un vínculo distante, pero al enterarse del fallecimiento, se contactó con Uribe, quien lo fue a buscar al aeropuerto con sus dos hijos.
“Fuimos hasta su casa donde vivía y allí me confesó que enterró a mi papá, desnudo, en el jardín de un terreno que él estaba construyendo. Ella me dijo que lo hizo por expreso pedido de mi padre... Cuando le pedí su teléfono celular y sus pertenencias, no me quiso dar nada”, dijo.
Nicolás viajó a Cancún con su novia Sofía. “Estábamos aterrados, te juro”, admitió a Clarín desde el Distrito Federal. “Ese día estuvimos hablando con Linda (Uribe) unas tres horas y su actitud era la de alguien que intentaba disuadirme de hacer alguna denuncia. De hecho, ella nunca imaginó que un hijo poco vinculado con su papá fuera hasta allí. Al otro día fuimos con mi novia a hacer la denuncia a la Fiscalía de Cancún”.
Lo que sorprendió fue el llamado el 24 de septiembre a la familia Cipolat de parte de la Embajada de Argentina en México: “Sólo nos dijeron que habían encontrado el cuerpo, nada más. Desde la Fiscalía nadie se comunicó. No sabemos cómo llegaron al lugar, pero sabemos que fue sometido a una necropsia para determinar la fecha y causa de su muerte”.
Desde el momento en que se hizo la denuncia en la fiscalía, el 14 de septiembre, no se sabe nada de Linda Uribe. Expertos en Internet de la Policía peritaban los últimos mensajes del hombre para constatar si fue su secretaria quien los redactó y, de ser así, avanzar en la investigación sobre la posibilidad de un crimen planificado.