En un giro relevante durante la audiencia número 15 del juicio que investiga la muerte de Diego Maradona, los jueces ordenaron el allanamiento de la Clínica Olivos, el último centro de salud donde el exdeportista estuvo internado. La medida, que deberá concretarse en 24 horas, fue solicitada por la fiscalía y aprobada por todas las partes.
La decisión se tomó después de que Pablo Dimitroff, director clínico de la Clínica Olivos, declarara durante cinco horas. Dimitroff afirmó que los profesionales realizaron controles prequirúrgicos a Maradona antes de la intervención. Esta declaración sorprendió a la fiscalía, ya que otros testigos habían desmentido previamente la realización de dichos controles en los tribunales de San Isidro.
Según Dimitroff, encontró documentos que respaldan sus dichos y los presentó a los jueces. Ante esta situación, el equipo fiscal solicitó el allanamiento de la clínica para chequear todos los registros informáticos y en papel correspondientes al período del 3 al 11 de noviembre de 2020. La fiscalía sospecha que parte del expediente médico pudo haber sido obviada entre las pruebas presentadas hasta el momento.
Además del allanamiento, la fiscalía también pidió que se realice un careo entre los profesionales que atendieron a Diego durante su internación, una solicitud que fue aprobada por los jueces.
Testimonio clave y presiones en la internación
Uno de los testigos que ha complicado la situación de los acusados es Fernando Villarejo, jefe de terapia intensiva de la clínica. Villarejo declaró que al astro del fútbol no se le hicieron estudios previos a la cirugía. También aseguró haber recibido mucha presión del entorno de Maradona, particularmente de Luque.
Según el relato de Villarejo, lo obligaron a sedar a Maradona por 24 horas. Tanto Luque como Cosachov le pidieron reiteradamente que lo durmieran durante varios días para calmarlo. El objetivo, explicó Villarejo, no era solo facilitar el postoperatorio, sino también controlar su estado emocional alterado y su compulsión, justificando el pedido con la frase “Diego es inmanejable”. Villarejo aseguró que dejó constancia de su oposición a muchas de estas decisiones en la historia clínica.
Contexto de la internación y desacuerdos médicos
La internación en la Clínica Olivos se produjo después de que a Maradona se le detectara un hematoma subdural en la clínica Ipensa de La Plata, a donde ingresó tras su cumpleaños número 60. Profesionales en Ipensa no consideraban necesaria una cirugía de urgencia, prefiriendo estabilizarlo clínicamente. Sin embargo, Leopoldo Luque, el neurocirujano, no estuvo de acuerdo e insistió en trasladarlo a un centro más preparado, llegando así a la Clínica Olivos.
La cirugía fue realizada por otros médicos, ya que la familia se opuso a que la hiciera Luque. Tras la intervención, Diego permaneció internado alrededor de una semana. El clima en la clínica era complejo debido a la pandemia, el paciente estaba irritable, en abstinencia de alcohol en medio de un consumo problemático y rodeado de un entorno difícil de manejar. Villarejo testificó que era “complejo examinarlo” debido a la cantidad de gente en su habitación.
Villarejo también aseguró que la clínica no era el lugar para mantenerlo sedado por tiempo indeterminado. En medio de esas tensiones, se decidió colocarle un catéter venoso mientras estaba sedado y se evaluó la colocación de una sonda para nutrición, aunque se consideró que no era una situación sostenible a largo plazo.
La Clínica Olivos se oponía en ese entonces a la idea de una internación domiciliaria, recomendando derivarlo a otro centro especializado. No obstante, finalmente, Diego fue trasladado a una casa en Tigre sin la aparatología adecuada. Villarejo describió a Diego con un posible cuadro psiquiátrico agudo y sugirió que las hijas, por desconocimiento o confianza en Luque, permitieron acciones que Luque consideraba necesarias.
Los acusados
En el juicio están siendo juzgados el neurocirujano Leopoldo Luque, la psiquiatra Agustina Cosachov, el enfermero Ricardo Almirón, el psicólogo Carlos Díaz, el jefe de enfermeros Mariano Perroni, el médico clínico Pedro Pablo Di Spagna y la médica coordinadora de la prepaga, Nancy Edith Forlini. Todos están imputados por “homicidio simple con dolo eventual”. La enfermera Dahiana Gisela Madrid enfrentará un juicio por jurados populares en la segunda mitad del año.