- Presentan quemaduras de distinto tipo.
- La piloto es la que está más comprometida.
- Son amigas
- y el domingo salieron a volar para festejar el cumpleaños de una de ellas.
El director del hospital Córdoba, Guillermo Azize, brindó ayer un parte médico sobre el estado de salud de las dos cordobesas que sufrieron graves quemaduras tras la caída de una avioneta en la localidad de La Cumbre el domingo último. Ambas permanecen internadas en la terapia intensiva de quemados y evolucionan de manera favorable. La piloto presenta quemaduras de tercer grado que requieren un tratamiento especial, y son cruciales para su mejoría las primeras 48 horas.
“Las pacientes ingresaron con escenarios de distinta gravedad. La copiloto tenía lesiones del 18 por ciento con quemaduras de primer y segundo grado; se espera que evolucione de manera rápida. La piloto, en cambio, tiene quemaduras en una extensa zona del cuerpo (42 por ciento) y un nueve por ciento de las quemaduras son de tercer grado, aunque no tiene comprometidas las vías aéreas”, detalló Azize en diálogo con La Voz.
Hasta el cierre de esta edición, los médicos permanecían atentos al estado de las pacientes y en particular de su función renal.
“Estos casos pueden despertar un síndrome de reacción inflamatoria sistémica y condicionar el funcionamiento de órganos nobles, como el riñón. Sin embargo, observamos que la recuperación es correcta, con buena tensión y oxigenación. Son pacientes con los que hay que ser cautos”, declaró el directivo.
Estas mujeres protagonizaron el domingo un accidente que las puso en serio peligro y del cual salieron con quemaduras y con una fractura del calcáneo en el tobillo izquierdo de Valentina, la piloto.
Valentina Graciela Ulver es odontóloga, piloto de aeronaves y mamá de tres hijos. Ese día llegó volando a La Cumbre en su avioneta junto con Ayelén –la más grande de sus hijas– desde el Aeroclub Córdoba de Coronel Olmedo. El viaje lo habían organizado Velen, la hija menor, y Victoria, hija de la copiloto, que son grandes amigas desde que se conocieron en clases de equitación del Jockey Club Córdoba, hace 15 años. Ellas presentaron a las mujeres y organizaron este viaje en el que festejaban el cumpleaños 55 de la piloto.

“Mi mamá es una profesional apasionada y desde mi punto de vista es una piloto excelente. Postergó el sueño de la casa propia y alquila el departamento en el que vive porque su emoción es volar. En vez de la casa, compró la avioneta”, ilustró Velen Beluatti Ulver, hija de Valentina.
Ese día llegaron al aeródromo de La Cumbre y –según sostuvieron desde el círculo íntimo– la piloto solicitó el permiso correspondiente para hacer tres vuelos, que le fueron concedidos por las autoridades competentes. En el primero viajó con Victoria, luego con Velen y en el tercero, el del accidente que se produjo a las 19 en el cerro del Cristo Redentor, voló con su amiga Ana María.
Ana María Gandía es abogada y subsecretaria de Asuntos Profesionales, que depende de la Secretaría de Extensión y Vinculación de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Es mamá de Victoria y antes del accidente pasó su tiempo organizando la muestra artística Mujer Arte, en el marco de las actividades que la UNC prepara para la conmemoración del 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer.
“Mamá es una destacada profesional y no era la primera vez que volaba con Valentina. Tengo que agradecer la experticia que tuvo su amiga porque le salvó la vida a mi madre. Le quitó el cinturón de seguridad y la sacó de la aeronave antes que explotara. Puso en riesgo su propia vida y por eso tiene más quemaduras que mi mamá”, puntualizó Victoria.
Ambas jóvenes destacaron que la piloto tenía suficientes horas de vuelo y contaba con toda la documentación en regla para realizar vuelos en la avioneta de su propiedad, o en cualquier otra.
“Los responsables del aeroclub de La Cumbre primero nos dijeron que ambas habían muerto en el accidente y después mandaron un audio de WhatsApp en el que decían que tuvieron miedo al ver los dos primeros vuelos y que la responsabilidad del accidente era de Valentina”, dijo enojada Beluatti Ulver, negando cualquier alerta por parte de la entidad.
El aeroclub fue consultado por este medio, pero prefirió no hacer declaraciones. “Nuestras madres estuvieron siempre conscientes y lo que dijeron es que una corriente de aire dejó a Valentina sin control de la aeronave. Sintieron que un embudo las chupó hacia abajo”, contó Victoria.
La investigación, en manos de la Justicia federal
Si bien efectivos locales de la Policía de la Provincia relevaron la escena del siniestro protagonizado por la avioneta que se estrelló el domingo en La Cumbre, la investigación judicial es de competencia federal, a partir de la ley aeronáutica.
La normativa indica que la Justicia federal se ocupa de todos los eventos en los que la aeronave tiene motor, no así en otros hechos en los que hay, por ejemplo, parapentes o planeadores.
Por esto, la causa recayó en el Juzgado Federal N° 3 de Córdoba, a cargo de Miguel Hugo Vaca Narvaja, quien ya ordenó las primeras medidas para afianzar la pesquisa del caso.
No obstante, como ocurre en este tipo de eventos, ya que la Justicia federal no designa peritos en esta materia, interviene de oficio y por su cuenta la Junta de Investigación de Accidentes Aéreos de la Nación.
El organismo estatal procura determinar las causas de estos accidentes para prevenir otros hechos y, eventualmente, determinar responsabilidades.
La aeronave siniestrada estaba radicada en el aeródromo de barrio Coronel Olmedo (al sur de la ciudad de Córdoba). De acuerdo a los datos que se manejaban ayer en el juzgado de Vaca Narvaja, la piloto almorzó en el restorán cercano al aeroclub de La Cumbre y presentó un plan de vuelo de tres salidas.
Los dos primeros vuelos los hizo, respectivamente, con la hija de su amiga Ana María Gandía y con una amiga de la joven. Finalmente, salió con Gandía y se estrelló.
Ayer por la mañana se constituyeron en el lugar del siniestro tres expertos de la Junta de Investigación de Accidentes Aéreos y se llevaron para analizar el motor de la aeronave y dos pantallas de GPS que tiene ese modelo que no tiene caja negra.
Por su parte, el juez Vaca Narvaja ordenó que se tome testimonio al baquiano que intervino en el rescate de las mujeres apenas ocurrió la caída y que se busquen otros testigos.
Además, está pendiente la realización de un croquis, la toma de fotografías y, como la papelería del avión se quemó, que se reconstruya la información que pueda ayudar a determinar cuál era la condición de la máquina.