- En Procrear Liceo
- al norte de la Capital
- armaron patrullas y rondas por las noches.
- En Mirizzi
- al sur
- formaron brigadas para ir a limpiar baldíos
- paradas y predios abandonados.
A simple vista, el documento parece un esquema de trabajo de algún cuerpo policial. "Cronograma de patrullaje", dice el título del mensaje que llega por WhatsApp. Más abajo en el listado, ya se lee una grilla diaria con horarios por cumplir, nombres de personas, vehículos en los que se movilizan y cuadrantes que se recorren, y hay un apartado para anotar qué novedades hubo. Que no las haya es buena señal. Sobre todo si se habla de robos.
Sin embargo, quienes forman parte de esa red de mensajería, ya sea circulando en autos, caminando o leyéndolas bajo techo, no son policías ni pertenecen a alguna fuerza de seguridad.
Se trata de simples vecinas y vecinos que, hastiados de los robos y de la falta de respuestas de quienes deben dárselas, decidieron armar un esquema de trabajo preventivo por su cuenta. Así, salieron a protegerse a sí mismos.

Nada de armas, palos ni elementos contundentes. Nadie anda armado ni se mueve con gas pimienta o elementos de ese tipo.
La herramienta de estos vecinos es el celular, un reflector y el trabajo solidario ante la inseguridad. Cualquier novedad grave, se llama al 101 de la Policía.
Sucede en Procrear Liceo, una barriada ubicada al norte de la ciudad de Córdoba, a la vera de la avenida Juan B. Justo. Se trata de una urbanización creada con créditos de la Nación y que nunca se terminó de ocupar por completo.
En la actualidad, hay seis cuadras que tienen vida. Las 200 familias que allí residen están preocupadas por, lo que consideran, una angustiante serie de robos que llegaron para quedarse.
Los vecinos entienden que hay cuarentena y existe un decreto que impide movilizarse sin autorización. Sin embargo, insisten en que se sienten desprotegidos por el Estado y por la Justicia, y decidieron autocuidarse.

No es la primera vez que vecinos se organizan para protegerse. Sin embargo, lo que no deja de llamar la atención es que el hartazgo por la inseguridad los llevó a salir de casa justo en estos tiempos.
“Hace dos semanas que decidimos arrancar con este plan. Estamos cansados y nos sentimos vulnerables. Somos trabajadores y vemos que acá los ladrones hacen lo que quieren. Tenemos que cuidarnos”, dice Eva, una de las vecinas de la zona. “La Policía dejó de venir a patrullar acá y en las inmediaciones porque hace los operativos por la cuarentena, y ni llega”, agregó, indignada.
La mujer no está sola. El pasado martes a la noche, una nutrida cantidad de habitantes del barrio, barbijo y distancia social mediante, se reunieron en la plaza para analizar los pasos por seguir. Seguirán con el plan de patrullaje.
Uno de los reclamos, además de la falta de patrullaje, es la oscuridad y la gran cantidad de terrenos abandonados por la Municipalidad y por los frentistas.
Hay robos en casas, en la vereda y en las calles. Cada noche y madrugada, distintos vecinos salen a “patrullar” en turnos de una hora en sus respectivos vehículos. Algunos, a pie con linternas. El celular, un aliado.

En esa franja de la Capital se advierte una proliferación delictiva. Noches atrás, se vivió un violento episodio en Parque Liceo 3ª. Una banda entró a una casa, las víctimas se resistieron y golpearon a uno de los ladrones hasta que llegó la Policía, mientras que el resto escapó a los tiros.
A limpiar terrenos
En Mirizzi, en la zona sur de la Capital, hay numerosos vecinas y vecinos que también se organizaron vía celular y decidieron salir a la calle para trabajar en conjunto, pese a la cuarentena.
Lo hacen de día: van a cortar yuyos y a limpiar terrenos que son usados por delincuentes para refugiarse, atacar por las noches y escapar. La mayor preocupación es la falta de luz y, claro también, la ausencia de patrullaje policial.
En calle Defensa, tuvieron mucho trabajo los vecinos. A la altura del 400, limpiaron con dedicación un amplio predio próximo a una vieja casona abandonada. Luego, ya cerca de un club, trabajaron en otro predio.
Las paradas de colectivo, un blanco perfecto de los motochoros, también fueron limpiadas.
“Decidimos organizarnos y salir a la calle para hacer el trabajo que las instituciones no están haciendo. Pero no nos queda otra. Somos vecinos y debemos trabajar en conjunto”, comentó Florencia, una de las tantas voces del barrio.
En Mirizzi, al igual que sucede en Villa El Libertador y en Comercial, entre otras barriadas próximas, hay dos grandes problemas: los motochoros y los ladrones que van saltando, techo por techo de las casas, observando dónde y cómo entrar a robar.
Días atrás, intentaron asaltar a una mujer, pero el dogo de casa los hizo huir.
Otra vecina no tuvo la misma suerte y terminó asaltada por “rompepuertas”. Otra mujer, por su parte, terminó encañonada por motochoros que andaban con una pistola 45 cargada.
Un reclamo que se extiende en la barriada es la exasperante demora de los patrulleros en llegar tras los robos. El otro reclamo de siempre son los faroles que los ladrones rompen y el municipio no repone.
Presos por un robo en banda en el barrio
Hay tres detenidos por un asalto en una verdulería.
Eran las 22 del viernes pasado y la jornada laboral estaba llegando a su fin en la verdulería. Con los cuidados básicos por la cuarentena, los cinco clientes esperaban para ser atendidos y volver a casa. Fue entonces que, de pronto, aparecieron seis hombres en banda. Tres de ellos sacaron armas y entre todos redujeron a clientes, empleados y hasta al dueño. Fue un golpe violento, pero que por fortuna no dejó personas heridas.
Todo ocurrió en una verdulería ubicada en avenida Vélez Sársfield al 1600, en las inmediaciones de la plaza de las Américas, de la ciudad de Córdoba. De manera coordinada, los delincuentes se apoderaron de celulares, bolsos y efectivo.
El comerciante les diría luego a los policías que le sustrajeron unos 200 mil pesos.
Filmados por las cámaras. El robo fue rápido y los delincuentes escaparon. ¿Subieron a motos o a algún auto? No, se fueron corriendo por un callejón próximo, un camino muy usado por delincuentes. En la Policía lo conocen bien como “el callejón del arrebato”.
Los investigadores de la División Robos y Hurtos se pusieron a analizar filmaciones de cámaras de seguridad y tomaron testimonios entre los damnificados y vecinos.
El trabajo finalmente dio sus frutos.
En cuestión de horas, los pesquisas determinaron que los sospechosos del robo eran vecinos de la misma zona. Incluso residían a pocas cuadras. Ayer hubo allanamientos en la villa Richardson y en el barrio Güemes. Se detuvo a tres sospechosos, se secuestraron ropas, un arma y celulares. La causa prosigue para dar con el resto del grupo.