"Lo que viene de Dios es eterno. Vale la pena esperar". Las 11 palabras estampadas en la cartuchera encerraban más que una promesa: 38 envoltorios con cocaína. La droga fue secuestrada de la casa de uno de los tres imputados en una causa por almacenamiento y tenencia de estupefacientes que acaba de llegar a juicio.
El estupefaciente hallado tanto en el domicilio de Héctor Anastasio “el Huevo” Tejeda (74) como en el de su hijo, Ramón Iván Tejeda (42), sumado a las pruebas del expediente terminaron por asestarles un revés judicial, cuando la Sala B de la Cámara Federal local confirmó días atrás el procesamiento por tenencia de estupefacientes con fines de comercialización del primero y almacenamiento de estupefacientes para el segundo, dictado por el juez N° 1, Ricardo Bustos Fierro.
Ahora, el Tribunal Oral Federal de Córdoba (TOF1) anunció el inicio del debate para el mes de mayo. La tercera implicada, Graciela Emilse Farías, también deberá sentarse en el banquillo de los acusados.
Depósito de cocaína y vehículos
En septiembre de 2016, un informe de la Gendarmería Nacional presentado a Bustos Fierro sobre el rol de Ramón Tejeda resultó un elemento clave para los investigadores. La atención se focalizó en la asiduidad del nombre de Tejeda hijo en una investigación paralela que llevaban a cabo, lo que hizo que se dividieran las pesquisas y se abriera la que acaba de llegar a juicio.
Los gendarmes, paralelamente, también investigan el papel de Tejeda como presunto proveedor de estupefacientes, precursores y sustancias de corte para la producción de cocaína.
Las pistas recabadas en la causa actual exhibieron algunas particularidades: la frecuencia de las comunicaciones entre él y su padre, “el Huevo” Tejeda, y las referencias en código: “Traeme eso”, “alcanzame eso”. También quedaron asentados en la causa los términos “alcanzame los ‘zapatos’” y “50 ‘zapatos’”.
Con frecuencia, fiscales y jueces subrayan en sus resoluciones las estrategias lingüísticas que suelen utilizar narcotraficantes para eludir las referencias directas a la cocaína y a la marihuana, o bien al dinero que se obtiene de la venta de ellas.
La investigación de Gendarmería pudo determinar que Ramón Tejeda, al parecer, adquiría la droga y la distribuía a otros, aunque nunca pudo determinar quién era el proveedor. "Llamaba la atención el dinero que manejaba, ya que otras personas le pedían dinero prestado, 10 mil o siete mil pesos. Tejeda no tenía actividad comercial registrada", relató un investigador, según consta en la causa a la que accedió La Voz.
La vigilancia permitió establecer que se manejaba en una camioneta Ford Ranger blanca, en un Peugeot 207 y en una Toyota Hilux. Para los pesquisas, lo que les hacía “ruido” era que la Ford y la Hilux estaban a nombre de su hermano y que Ramón sólo figuraba como autorizado para manejarlas.
Los indicios apuntaron a una serie de "movimientos" vinculados al tráfico de estupefacientes. El juez Bustos Fierro ordenó intervenciones de las líneas telefónicas para poder trazar el posible modus operandi y los implicados.
Los datos filtrados en las escuchas llevaron a los efectivos hasta un depósito enclavado en la casa de Ramón Tejeda, en barrio Villa Azalais, de la ciudad de Córdoba, donde se encontraron más de 28 kilos de cocaína. La droga estaba distribuida en paquetes en el interior de una conservadora, una mochila, un balde, un bolso rotulado con la palabra “Talleres” y una bolsa negra.
Durante el operativo, también se secuestraron 190.800 pesos, un balde, una bolsa más de un kilo de una sustancia pulverulenta blanca y otro bolso (con la leyenda “Instituto”), con seis frascos con presuntamente creatina u otra sustancia indeterminada. Además, se detectó una prensa hidráulica con trozos de madera con vestigios de cocaína, entre otros elementos.
Las escuchas
Los investigadores lograron montar controles policiales y la recepción de testimonios, como también la individualización de las líneas telefónicas y sus usuarios. En una de las comunicaciones, un hombre no identificado le solicitó a Ramón Tejeda -probablemente en un código elusivo- lo que parecía ser cocaína: “Che, Ivancito, escuchame, hermano. Alita, ¿tenés algo, no?”. En el mercado de la droga, a la cocaína de específica pureza se la conoce como “alita” o “alita de mosca”.
Tejeda le respondió que contaba con “alita”. “¿Me podés vender tres, puede ser? ¿Me hacés la onda?”, le preguntó el hombre. “Bueno, no hay problema. ¿O te hago como el otro día, querés?”, le respondió Tejeda.
Para Bustos Fierro, las escuchas implicaron a Tejeda en el almacenamiento de estupefacientes en su domicilio. En otra de las intervenciones, se oye responder a una voz no identificada: “Decile que no le vendo más. Yo no estoy para estar renegando. ¿Sabés por qué te digo? Porque yo le estoy vendiendo a todo el mundo y nadie se está quejando”.
En un nuevo diálogo, hace una sugestiva alusión al “Tuerto Cacho”, presumiblemente en referencia al renombrado narco Raúl Alberto Cuello. “Dale, yo me voy hasta ‘el Tuerto Cacho’ –le comenta Tejeda a otra persona–. Ahí me tienen que dar como 50 ‘lucas’. Voy a buscar la ‘moneda’, la guardo y después me voy para allá”.
Al confirmar el procesamiento de Tejeda hijo, el camarista Abel Sánchez Torres señaló que “el almacenamiento (en el caso de Tejeda hijo) se encuentra básicamente demostrado por el volumen de estupefaciente secuestrado y la forma en que estaba acondicionado”.
La cartuchera “blanca”
El papel del “Huevo” Héctor Anastasio Tejeda (padre de Ramón) habría sido, para el fiscal federal N° 1, Enrique Senestrari, y para el juez, la tenencia de cocaína en su casa de barrio Palmar para su posterior comercialización.
La sospecha recayó en la cartuchera con la frase “lo que viene de Dios es eterno. Vale la pena esperar” y el hallazgo en su interior de 38 envoltorios con cocaína por 14,5 gramos. En una de las escuchas filtradas, un hombre le consultó a “Huevo” lo que aparentaba ser un pedido de droga, nuevamente en clave elusiva: “¿Cómo andás, ‘Huevacho’? Escuchame: ¿cuánto sale una bolsita de ‘cristal’?”.
“Hay que hablar de dos ‘gambas’”, respondió Tejeda padre. “Pero, ¿piola, piola?”, le consultó: “Piola, piola”, le respondió “Huevo”. En otra llamada, le encargaron que preparara “15 ‘chorizos’ en una sola bolsa y cinco aparte”.
El juez Bustos Fierro ponderó el hallazgo de la cocaína, la forma en que los envoltorios estaban confeccionados y las escuchas para procesarlo como supuesto autor de la tenencia de estupefacientes con fines de comercialización.
La tercera
En la causa, aparece el nombre de una mujer: Graciela Emilse Farías (37). Está imputada por tenencia de estupefacientes con fines de comercialización.
Los investigadores lograron identificarla a partir de las intervenciones a la línea de Tejeda hijo. Para el juez, su participación era la venta de la droga.
Uno de los pesquisas indicó que entre ambos usaban términos como “traeme una o dos”. En una oportunidad, la mujer se quejó: “La que me trajiste está húmeda. No es buena”.
La hora de la verdad para los Tejeda y para Farías será a partir del 6 de mayo, cuando arranque el juicio.