Todo se inició como suelen iniciarse estas causas: por una denuncia anónima. El dato era el mismo: daba cuenta sobre la operatoria de una banda familiar dedicada al narcomenudeo que se había hecho fuerte en Ciudad de los Cuartetos, barrio ciudad de la franja nordeste de Córdoba Capital, y luego había extendido sus tentáculos en la zona.
La organización había sido manejada durante largo tiempo por “la Flaca”, un sujeto con antecedentes por violencia de género y que, pese a haber caído preso, seguía manejando los hilos de la organización.
Sin embargo, algo sucedió y el individuo había delegado el comando de la organización en manos de su pareja: “la Sandra”. La mujer, según la denuncia, comandaba la pequeña pero fructífera “pyme” familiar junto a cuatro hijos varones.
La denuncia, a la que le siguieron algunas más, dio forma a una investigación policial y judicial que pronto comenzó a marchar.
La pesquisa, en el fuero provincial de narcomenudeo, se centró en averiguaciones, filmaciones, escuchas telefónicas y un entrecruzamiento de comunicaciones, entre otras medidas investigativas, según confirmaron fuentes oficiales a La Voz.
No fue fácil investigar en el terreno. La presencia de “perros” –como se denomina a los empleados de estas bandas– y el temor de algunos en declarar complicó las cosas.
Sin embargo, la pesquisa avanzó y “la banda de la Sandra” cayó.
Tanto la sospechosa, como cuatro de sus hijos, las parejas de estos y varios hombres más quedaron detenidos acusados de integrar la organización dedicada al narcomenudeo en Córdoba Capital.
Fueron 14 las personas detenidas por la Fuerza Policial Antinarcotráfico (FPA) en una serie de redadas.
El más importante de los allanamientos se dio en la vivienda de uno de los hijos de la mujer. Además de detenerlo, los pesquisas le hallaron varios ladrillos de picadura de marihuana. El peso: seis kilos.
La banda no vendía sólo marihuana. La cocaína bien “estirada” también formaba parte de la oferta: se hallaron 2.741 dosis para la venta.
Una “pyme” organizada
La organización funcionaba como lo hacen las de su tipo: entre familiares y allegados con roles bien asignados, según se desprende de la investigación comandada por el fiscal provincial Carlos Cornejo.
“La mujer y sus hijos lideraban y el resto de la banda tenía roles asignados. Unos mandaban, otros compraban, otros guardaban, otros trasladaban, otros vendían. Estaban los ‘perros’... Era una banda aceitada que operaba desde hacía tiempo y en el vecindario se cansaron”, comentó una alta fuente de la causa.
Precisamente, debido a la “organización” y a los roles de los implicados surge la imputación judicial: comercialización agravada de estupefacientes por el número de personas.
A pedido
La banda había comenzado a funcionar en Ciudad de los Cuartetos y en los últimos tiempos había extendido su red a barrio Zepa (próximo) y también a la exvilla La Maternidad.
La marihuana y las dosis de cocaína se vendían en “quioscos” o también con la modalidad de deliveries, ya sea en motos o en autos, según la investigación.
La banda había comenzado a incursionar en el fenómeno “indoor”: cultivar cannabis en domicilios a gran escala con la supuesta intención de vender.
En un domicilio se hallaron 85 plantas de cannabis.
La investigación sobre esta banda llevó un año. “Era una banda compleja, habían aprendido a moverse y a actuar. No fue fácil investigar en el terreno donde operaban. Un investigador salta a la vista. Rápidamente es descubierto”, dijo un informante. Fue necesario que los pesquisas se disfrazaran para no llamar la atención.
Desde el seno de la pesquisa se destacó el secuestro de dinero en uno de los domicilios allanados: 1.300.000 de pesos en efectivo. “Para una banda de narcomenudeo es mucho”, dijo otro vocero de la causa.
Hasta armas
Entre lo secuestrado por los pesquisas de la FPA sobresalen tres armas de fuego: dos pistolas automáticas y un revólver. Las armas estaban en poder de dos jóvenes que, a su vez, eran guardias de unas carreras de caballos.
