“Maxi, Maxi… estoy acá, abajo del puente, donde está el puestito de chori. Si querés, traeme los 20 ‘clavos’”. El intercambio de mensajes de texto entre Damián “el Porteño” Moyano y Maximiliano “Maxi” Adrián Ortigoza jugó un factor clave en una causa narco descubierta en Córdoba que se cerró con la condena del proveedor rosarino.
En un juicio abreviado, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de Córdoba capital, a cargo de Facundo Zapiola, impuso al rosarino Ortigoza (37) cinco años de prisión por el delito de comercio de estupefacientes.
El hombre fue sometido a proceso de forma separada del resto de los condenados en el primer juicio en 2023 –Moyano, Natán Campos de Lucca y su hermano, Patricio Campos de Lucca, por transporte y comercio de droga– debido a que logró mantenerse prófugo durante varios años, hasta su captura en octubre de 2024 en Rosario.
“Narcoauto” en Córdoba
El 3 de diciembre de 2021, los planes de los sospechosos no salieron según lo previsto. Mientras realizaba un control de rutina en la autopista, la Policía Caminera frenó un Volkswagen Golf (propiedad de Patricio) cerca del peaje de la localidad de James Craik. En el auto circulaban Natal, Moyano, su novia, Romina Soledad Batiatto, y Maximiliano David García de la Vega (estos dos últimos fueron absueltos en el primer juicio).
Ante el inconfundible olor a marihuana que emanaba del interior, los efectivos les solicitaron que se bajaran e inspeccionaron el interior. Les encontraron 22 “ladrillos” (casi 20 kilos) de marihuana y poco más de dos gramos de cocaína debajo del asiento trasero y en el baúl.
A partir del análisis de los teléfonos celulares de los imputados, la fiscal federal de Villa María, María Schianni, puso la lupa sobre el rol que habría jugado Patricio. A cambio de prestar su Golf para el traslado de la droga, Patricio recibió la promesa de que recibiría una parte del “lote” de marihuana y la garantía del Volkswagen Vento (de Moyano) si pasaba algo, lo que quedó reflejado por los audios de WhatsApp entre Moyano y los hermanos Campos de Lucca, registrados horas antes del traslado de la droga.
El día del hallazgo de los “ladrillos”, Patricio habría aguardado en su casa de Huerta Grande el arribo de un cargamento de estupefacientes, lo que le imposibilitaba acompañar al resto de los sospechosos en el Golf. Patricio fue detenido en su domicilio con unos pocos gramos de marihuana y una planta de cannabis, por lo que fue sobreseído.
Del largo listado de audios y de mensajes de texto, la fiscal Schianni pudo establecer que Patricio le prestó su auto a Moyano para que Natal lo condujera y pudieran trasladarse hasta Rosario para buscar la marihuana.
Para desligarse, Moyano ensayó otra versión: dijo que un empleado suyo en una obra de construcción en Huerta Grande –García de la Vega– le había solicitado que lo trasladara a Rosario de urgencia porque su madre presuntamente corría riesgo de muerte.
Las versiones ridículas que no les creyeron
Explicó que, por esa razón, le solicitó a Natal que le pidiera a su hermano Patricio que le prestara el Golf. Al llegar a Rosario, según sus dichos, se bajaron a comprar empanadas y dejaron el auto abierto. Cuando regresaban a Córdoba, Moyano dijo –absurdamente– que se percataron de que viajaban con casi 20 kilos de droga que alguien había dejado en el vehículo.
La ridícula versión fue descartada de plano por los investigadores, que se focalizaron en los mensajes hallados en los celulares. De los numerosos mensajes intercambiados entre Moyano y los demás imputados, sobresalió el nombre de “Maxi”.
La fiscal logró precisar que eran alusivos a la entrega de estupefacientes, rendición de dinero y coordinación de actividades de narcotráfico. Pudo determinarse que “Maxi” era Maximiliano Ortigoza, y que tenía dos residencias: en Rosario y en Granadero Baigorria.
Los pesquisas advirtieron que uno los lugares frecuentados por Ortigoza –cerca del colegio al que llevaba a sus hijos– habría sido el convenido con Moyano para entregarle o “bajarle” las drogas a cambio de miles de dólares y miles de pesos. También identificaron su auto, un Peugeot 3008 a nombre de su esposa (a cargo de una peluquería).
Particularmente, Ortigoza fue preciso al darles a los detenidos en la autopista detalles del mismo 3008 en el que Ortigoza fue multado en La Cumbre, pocos días después del decomiso de los “ladrillos”.
Ortigoza logró mantenerse prófugo durante varios años, pero fue capturado en octubre de 2024. Al procesarlo, el Juzgado Federal de Villa María resaltó la implicación del rosarino en la trama a través de las negociaciones con “el Porteño” Moyano.
Mediante una serie de mensajes, quedó claro que el viaje de Moyano a Rosario no fue para llevar a su empleado a ver a su madre enferma, sino para buscar los casi 20 kilos de marihuana que Ortigoza tenía en su poder. “Soy el que voy hasta allá, la traigo (a la droga) y me arriesgo a comerme 20 años en cana. La traigo hasta acá (Huerta Grande), la vendo y no tienen tolerancia conmigo”, le dijo Moyano al rosarino.
“Tengo 2.500 dólares y el resto sí lo tengo en plata, ¿entendés?”, siguió Moyano ante el disconformismo de Ortigoza, que le reclamó que le pagara U$S 5 mil. “Escuchame, Damián (por Moyano): te vuelvo a decir lo que te dije antes. No tengo problema: si querés venir y llevarte los pedazos enteros, todo lo que tengo… Sí lo quiero vender, no quiero tenerlo”, dijo Ortigoza.
Para el Juzgado de Villa María y para el juez Zapiola, las tratativas fueron “demostrativas de la participación” de Ortigoza en el comercio del estupefaciente en su rol de vendedor. A eso se sumó el hallazgo de un correo electrónico en el celular de Moyano, con una transferencia de dinero realizada a un hermano de Ortigoza.
En el juicio abreviado acordado entre los defensores de Ortigoza, Martín Ezequiel Frassi y José Antonio Nanni, y el fiscal general Maximiliano Hairabedian, el rosarino admitió su participación en la transa narco. “Se desprende que Ortigoza proveyó estupefacientes a cambio de la entrega de una suma de dinero”, confirmó el juez Zapiola.
“Ortigoza se comunicó y negoció la venta del estupefaciente únicamente con Moyano, tratándose de una relación entre proveedor y comprador, respectivamente, sin organización alguna”, resaltó el magistrado, que, en consonancia con lo sostenido por Hairabedian, descartó que el comercio de drogas hubiese sido agravado por la pluralidad de intervinientes.