Lo que Walt Disney nunca imaginó fue que Mickey Mouse se convirtiera, décadas después de su creación, en un narcotraficante “involuntario”. La figura insignia del emporio del entretenimiento mundial ha sido utilizada con impunidad en el envío de cargamentos de cocaína con el “sello” identificatorio del simpático ratón. Y en Córdoba y la Argentina ha servido de envoltorio para la ketamina o, literalmente, ha sido la cara del éxtasis.
Daiana Soledad Palomeque (32) fue condenada por el Tribunal Oral Federal N° 1 de Córdoba a tres años de prisión condicional por intento de contrabando de ketamina en una revista de Mickey y por tenencia de estupefacientes con fines de comercialización bajo la modalidad de delivery.
El “Mickey narco”
La efigie del antropomórfico ratoncito, convertida en una pastilla de éxtasis de color rosa, fue secuestrada a un pasajero de Flybondi cuando intentaba traficar 700 comprimidos desde Aeroparque a Jujuy, en julio de 2021. No fue el único caso de Mickey como “víctima” indeseada de una operatoria ilegal.
Dos meses antes y sin ninguna vinculación con aquel decomiso, Daiana Soledad Palomeque (32) despachó en un paquete 86 gramos de ketamina desde Córdoba rumbo a localidad mejicana de Solidaridad Puerto Aventura, cerca de la paradisíaca Playa del Carmen. Curiosamente, envolvió la droga en la revista infantil Mickey, para pintar y jugar y en el sobre, la leyenda: “Srta. Tía”.
Cuando la encomienda llegó a la sede de DHL en Buenos Aires, los empleados sospecharon del contenido observado mediante el escáner y convocaron a la Aduana, que terminó incautando la droga.
En rigor, los investigadores ya habían detectado un primer envío a México, muy pocos días antes, y también con ketamina. En ese caso había introducido 90 gramos en la revista para niños Dino, y hasta había sido captada por las cámaras de la sucursal de DHL en Córdoba.
En este paquete había intentado disimular el envío con un mensaje destinado a un familiar, ya que decía: “Para mi tío favorito”. El destinatario en los dos casos era el mismo hombre, y llamativamente, las “narcoencomiendas” nunca fueron advertidas en Córdoba antes de su arribo a Buenos Aires.
El juez federal N° 2, Alejandro Sánchez Freytes, ordenó la intervención de la línea telefónica de la mujer a raíz de reiteradas conversaciones sobre la comercialización de drogas. Los investigadores además hallaron fotos en su iPhone 11 PRO con la constancia del envío de la segunda encomienda a México.
Incluso, ella misma reconoció en el juicio que, para asegurarse de que la droga le llegaría, el receptor del país caribeño le había solicitado que filmara el momento en que empaquetaba la sustancia.
En el allanamiento del departamento de Palomeque ubicado en Cofico, los efectivos encontraron pruebas de la tenencia para comercialización. El fiscal N° 1, Enrique Senestrari, estimó que la imputada había montado un negocio ilegal desde abril hasta diciembre de 2021 y que se valía de una doble modalidad de venta: en su departamento y como “delivery” en su Peugeot 308 Sport.
“¿Los puedo seguir drogando?”
En el inmueble tenía 212 gramos de cannabis sativa, 79 troqueles de LSD, goteros, “porros”, casi cuatro gramos de cocaína, una balanza de precisión, jeringas y botellas de plástico (elementos usualmente utilizados para pesaje, dosificación, corte y acondicionamiento de drogas). En el auto, asimismo, hallaron frascos con la etiqueta “Pura Química”, anfetaminas y más troqueles de LSD.
En las escuchas, los pesquisas encontraron datos que configuraron su modus operandi como “delivery”. “Escuchame, abrí el oído: ¿los puedo seguir drogando?”, preguntó sin filtros Palomeque a un “NN”.
“Pero por supuesto. Ya les dije a los pibes... Cuatro ya te conocen”, le respondió. “Ah, bueno bien ahí. ¿Van esos mismos cuatro y otros más?”, consultó interesada.
“Me podrás conseguir unas ‘pepas’?”, preguntó, y Palomeque confirmó con suficiencia: “Sí, sí, sí, yo tengo acá como cinco ‘planchas’, así que te llevo, te llevo una para que tengas”.
“¡A la mier…!”, dijo impresionado por el stock. “Te llevo una y llevo ‘faso’ (al parecer marihuana) también… Si no, pregúntale a (no se alcanzó a comprender) que le llevé a la fiesta, cómo estaban esos chicos… qué hermoso”.
Del diálogo se puede inferir que la mujer recomendaba a “NN” que consultase con otra persona sobre un evento anterior al que Palomeque habría llevado estupefacientes a otros jóvenes.
Para evitar quedar expuesta, habría usado con sus “clientes” términos elusivos a las drogas como “esencias” y “perfumes”, que habría llevado a diversos lugares en su auto (aunque el defensor público Rodrigo Altamira dijo que se probó que también se dedicaba a vender productos de limpieza).
“¿Cuántas necesitás?”, preguntó a otro “NN” por mensaje, al parecer refiriéndose a pastillas. “Te doy por mi ventanilla. Peugeot blanco… 9.2 en total”, le detalló luego.
En otra conversación por WhatsApp, la imputada habría dejado claro que manejaba con precisión las cantidades de drogas:
–NN: No tengo balanza pa’ separar. ¿Lo hacés en tu casa o al ojillo?
–Palomeque: No hay drama, en casa tengo balanza. Una balanzota. ATR.
En el juicio, el Tribunal N° 1, presidido por Jaime Díaz Gavier, Carolina Prado y Julián Falcucci, disintió con la calificación impulsada por el fiscal general Carlos Gonella, ya que si bien consideró que la cantidad de ketamina decomisada en las encomiendas era considerable, no podía sostenerse inequívocamente que hubiera sido destinada a la venta.
Al respecto, Palomeque había mencionado que su vida había dado un vuelco cuando se insertó en el mundo de las fiestas electrónicas, en el que conoció a drogadictos, entre ellos, el hombre que le solicitó “como favor” que le enviara la ketamina a México. Para los vocales, no pudo comprobarse la comercialización o si ella sabía que en México podía venderse, por lo que la duda la benefició.
Sí se probó que Palomeque se dedicaba a la venta en Córdoba (se sostuvo la acusación de tenencia para comercialización), ya que tenía una “clientela” con la que se comunicaba por teléfono. Eso se demostró cuando un comprador le reclamó: “Keta rebajada nos vendiste. Ni ‘pega’ la keta... Sé tu nombre, tu dirección y hasta tu documento, Daiana Palomeque”.
El tribunal recalcó que se tornó evidente cómo Palomeque (que también consumía ketamina) buscó encubrir su accionar delictivo con la utilización de la aplicación de telefonía “Surespot”, que encriptaba toda la información que enviaba o recibía a través de ella.
“Esto da cuenta de la intención de mantener en la clandestinidad sus conversaciones de venta de estupefacientes, pues en más de un chat le pregunta a sus clientes si tienen ‘Sure’ o ‘Su’ y borra los mensajes de WhatsApp”, indicaron los jueces. También acumulaba imágenes de marihuana, éxtasis, cristales y capturas de transferencias bancarias.
En su testimonio, Palomeque contó que sufrió un presunto abuso de personas de la delegación Almafuerte de Luz y Fuerza y violencia del padre de su hija menor de edad, aunque no presentó denuncias.
El fiscal pidió cuatro años y medio, pero el tribunal la condenó a tres condicional y a trabajos no remunerados en una asociación. Valoró como atenuantes que había aceptado la responsabilidad de los hechos y se había mostrado arrepentida. También que se trataba de una joven, con una hija a cargo y con un trabajo legal.
Condenaron a cordobés por 19 kilos de marihuana
El mecánico Sergio Amilcar Mole (58), nacido en Coronel Moldes, fue condenado a cuatro años de prisión por el transporte de casi 20 kilos de marihuana.
La noche del 15 de diciembre de 2023, la Gendarmería controló un colectivo de la empresa 20 de Junio en la ruta 11, proveniente de Formosa y con destino a la ciudad de Córdoba.
Un perro antinarcóticos detectó la droga en el asiento 53, en el que viajaba Mole. En un juicio abreviado, el Tribunal Federal de Formosa (Chaco) le impuso cuatro años de cárcel.
El cordobés ya arrastraba una condena anterior, de 2019, dictada por la Justicia federal de Formosa, también por traficar drogas. Recibió cuatro años, que cumplió en 2022.
