Mientras “B.”, el niño de 5 años que fue atropellado por un patrullero que participaba de una persecución en barrio Villa Siburu de Córdoba Capital, se recupera afortunadamente de las heridas; avanza la investigación judicial en varios frentes. Habrá imputaciones.
La causa está en manos del fiscal de instrucción Ernesto de Aragón, quien recopila videos, reúne pruebas y analiza testimonios.
Por un lado, el funcionario judicial y su equipo de trabajo analizan cómo fueron las circunstancias en que el patrullero atropelló al niño.
El efectivo fue imputado por lesiones culposas (imprudencia). Obviamente quedará en libertad.
Por otro lado, el fiscal avanza en torno a la agresión con pedradas por parte de varias personas contra otros policías. Los ataques terminaron dañando dos móviles.
Se analizan las eventuales imputaciones por lesiones y daño.
Asimismo, se analiza de dónde venían los dos individuos que iban en una moto y que fue el origen de todo. Uno fue ubicado, tiene 13 años y es inimputable. El otro huyó.
A todo esto, en Jefatura de Policía y dentro de la fuerza vuelve a centrarse la discusión y el análisis de cómo se realizan los operativos callejeros para atrapar a sospechosos.
Los jefes han recibido instrucciones para retransmitir a los cuerpos de calle la necesidad de extremar los cuidados al circular en las calles, sobre todo en los operativos cerrojo.
Es lo que se llama “andar con la ‘preca’ (la precaución)”.
De manera oficial se insiste a los medios que las patrullas (motos y autos), a la hora de una persecución de sospechosos, deben hacerlo con balizas y sirenas encendidas. “Es para avisar a la gente que hay un operativo y debe hacer paso”, se explicó.
Sin embargo, basta con recorrer algunas calles o avenidas, tanto de día como de noche, para comprobar que esto no siempre es así.
Se viene dando aquello de móviles que, en el marco de procedimientos, terminan cruzando a alta velocidad varias intersecciones, con el riesgo que eso implica.
“En Córdoba no se hacen persecuciones. Se hacen operativos cerrojo. La idea es que varios móviles se vayan sumando de a uno a un operativo y así se termina encerrando al sospechoso en fuga. Se lo deja sin escape. Generalmente, nunca el primer móvil atrapa... Atrapa, el segundo o el tercero que se suma. Todos deben cumplir con las normas de tránsito”, explicaron altas fuentes de la Jefatura de Policía a La Voz.
“Se insistirá con eso, se remarcará con aquello de extremar los cuidados”, apuntaron.
Niño atropellado e incidentes
“Tarde o temprano iba a ocurrir. Vienen muy ‘pasados’ los policías. Varios están andando muy fuerte por las calles. Cruzan en rojo, no andan con balizas o sirenas... Iba a pasar”.
Así se expresó una alta fuente oficial al opinar sobre lo que sucedió en Villa Siburu y la realidad del trabajo policial ante una situación de inseguridad que se disparó en Córdoba.
Pero, ¿cómo se inició todo?
Todo sucedió a las 18.30 del domingo pasado en barrio Alto Alberdi, cuando un móvil quiso controlar a dos jóvenes que andaban en una moto negra 110.
Según la versión oficial, el conductor de la moto aceleró, por lo que se inició una persecución por varias cuadras y que derivó en Villa Siburu.
Al operativo cerrojo se fueron incorporando móviles.
Así las cosas, un móvil Siena en el que iba solo el cabo Danilo Sánchez terminó atropellando al pequeño “B.”.
Como todo pequeño, el niño estaba jugando con un amiguito cuando, de pronto, bajó a la calle.
El pequeño terminó sufriendo la fractura de una pierna y otros golpes.
El policía se bajó y quiso asistir.
En ese momento, varias personas se acercaron y comenzaron a atacar con pedradas al móvil. Alguien, prendió fuego el asiento.
“Por fortuna, el policía actuó de manera racional, se alejó y pidió apoyo para asistir al niño. Otro uniformado de años anteriores hubiera sacado la pistola y empezaba a los tiros... Podría haber pasado cualquier cosa”, opinó una autoridad policial.
La abuela del pequeño denunció que el móvil iba a alta velocidad, sin sirena y sin balizas.
Los propios familiares llevaron al niño a un centro de salud.
Al lugar acudieron más móviles. Otro de los coches terminó con daños por pedradas.
Dos uniformados (una mujer y un hombre) resultaron con lesiones.
Tres posturas policiales
La Policía provincial tuvo tres posiciones en torno a lo sucedido.
Primero, no informó nada.
Pese a que el episodio sucedió a las 18 del domingo, no hubo comunicado alguno, en su momento.
En otras oportunidades, cuando también hay móviles dañados y policías heridos en algún barrio, sí se da a conocer lo sucedido.
El caso se conoció por vecinos y fuentes extraoficiales que alertaron a los medios sobre lo sucedido.
La siguiente postura de la fuerza se dio luego de conocido el episodio.
El lunes a la mañana se habilitó al comisario Antonio Urquiza para que dé su versión sobre lo sucedido.
El jefe policial negó que el patrullero haya ido fuerte y puntualizó que el suboficial se detuvo a ayudar, al tiempo que remarcó todas las agresiones padecidas por los uniformados.
Ya la tarde, las autoridades habilitaron al propio cabo que atropelló al niño para que dialogue con los periodistas. El suboficial Danilo Sánchez (26) negó que hubiera participado de una persecución, sostuvo que no iba a alta velocidad y explicó que circulaba sin balizas ni sirenas porque no “perseguía a nadie”.
Dijo que participaba de un operativo de búsqueda de sospechosos, habló sobre un “patrullaje rutinario” y remarcó que se bajó para ayudar al niño atropellado.
Policía que choca, a capacitación
Desde Jefatura se indicó también que todo policía que protagoniza una colisión o un siniestro vial es afectado a un taller de capacitación. “Son desafectados de la conducción por algún tiempo para que se re-eduquen en torno al manejo de los móviles”, se indicó desde la fuerza.
Hay dos puntos finales
El lamentable episodio ocurrido el domingo volvió a poner en escena dos aspectos no menores.
Por un lado, volvió a dejar en evidencia la rotura de vínculos entre vecinos y policías en Córdoba.
Por otro lado, vuelve a poner en relieve una no menos preocupante realidad: los hechos de inseguridad no dejan causar dramas viales en el marco de fugas desaforadas por calles en distintas barriadas.
