La corta edad de los chicos que durante la noche del pasado lunes se prendieron al portón negro de un supermercado chino de barrio Los Granados, en la franja sudoeste de la ciudad de Córdoba, llamó la atención de los investigadores de los saqueos, causando la misma sorpresa que produjeron los robos en otras ciudades de hace semanas atrás o las peleas callejeras con los adolescentes como protagonistas.
La presencia de estos chicos desde el primer hecho, sumado al formato que tuvieron los robos y los intentos de saqueo siguientes, se convirtieron en un cúmulo de indicios para que el enfoque de la investigación se concentre en las bandas que lideran los robos piraña desde marzo.
Para los pesquisas, existen ciertos elementos que permitirían encontrar un hilo conductor entre el funcionamiento de la llamada “Banda del Parque”, cuyo propósito fue atacar a distintas víctimas a través de la modalidad de “robos piraña”, y el despliegue que tuvieron distintos grupos en las madrugadas del martes y el miércoles, en los ataques a comerciantes de la Capital, Carlos Paz y Bell Ville, respectivamente.
La Justicia busca develar si en los intentos de saqueos que inquietan a la población también opera una banda que cobija a niños de primaria y a adolescentes, tal como se pudo corroborar hace tres semanas con los robos en grupo o banda.
Derivado de aquella investigación, la fiscal María Celeste Blasco identificó e imputó a una banda que cometía “robos piraña” en barrio Nueva Córdoba, parque Sarmiento y el resto de la zona céntrica de la ciudad, que estaba compuesta por al menos 30 personas, cuyos integrantes tenían en su mayoría entre 12 y 17 años.
Pero además, Blasco consiguió establecer relaciones entre episodios delictivos en poblado y en banda, cometidos a lo largo de los meses de marzo y abril. A partir de esas relaciones pudo determinar que los chicos organizaron sus acciones, midiendo cada detalle y conducidos por directivas evidentes. Todo se hacía a través del uso del celular.
Durante los intentos de saqueo –que algunos investigadores se atreven a señalar como “el resultado de la prueba”, relacionándolos con los “robos piraña”– la Policía primero, y la Justicia después, pudo comprobar la existencia de grupos de WhatsApp, de Telegram y perfiles en redes sociales que sirvieron para instigar los hechos.
Lo otro que también se pudo reconocer fue el predominio de chicos de muy corta edad en cada uno de los 12 golpes que se dieron el martes por la madrugada en la ciudad de Córdoba y en los robos posteriores de la Capital y de las ciudades de Bell Ville y Villa Carlos Paz.
14 allanamientos en Córdoba para identificar a posibles bandas
Para ahondar en las averiguaciones, el fiscal Ernesto de Aragón ordenó este jueves 14 allanamientos en distintos puntos de la ciudad de Córdoba.
En estos operativos buscan rastrillar celulares, computadoras, tablets y todo instrumento tecnológico. Los operativos se llevan a cabo con celeridad, para luego comenzar con los peritajes en grupos de WhatsApp y redes sociales.
“Están buscando información y hay 14 órdenes de allanamiento para llegar a una conclusión sobre la existencia de una organización detrás de todos estos hechos”, reconocieron por frecuencia baja fuentes allegadas a los operativos.
La orden es clara: se deben reconocer con rapidez toda aquella acción que pueda ser encuadrada en la figura de instigación al delito.
“Cuando fueron los robos piraña actuaron igual: los mensajes y los grupos tenían un horario, un punto e iban cambiando según se iba desplegando el operativo de seguridad. Y ahora con los saqueos se replica esta modalidad y también las edades de los implicados”, advirtió una fuente ligada a la tarea investigativa.
Aquí podría residir la explicación, según creen las autoridades de Seguridad, sobre el protagonismo que fueron cobrando los niños y los adolescentes durante los intentos de saqueo. Ellos no vivieron otras experiencias semejantes, como los saqueos durante el motín policial del 2013 o durante los reclamos sociales de 2001.
Sin embargo, los primeros indicios que manejan en las fiscalías ponen a los chicos de corta edad en el centro de la acción delictiva.
Redes sociales y grupos de WhatsApp, la clave para el contagio delictivo
Si bien la tarea judicial en relación con los intentos de saqueo que conmocionan a la población va a ser de largo aliento, en esta etapa inicial se encontraron con algunos elementos que podrían caracterizar al “sujeto instigador”.
Se trataría de adolescentes que van creando listas de difusión a través de redes sociales. Usarían en primer término los grupos de compraventa que se promocionan por estos canales para atraer a adeptos. Aunque principalmente se orientarían hacia gente ya conocida por las presuntas bandas.
Estos adolescentes que mayoritariamente tendrían entre 13 y 15 años, estarían detrás de la creación de grupos que van denominando con indicaciones para los robos. Por ejemplo, “21.30 en el supermercado chino de la rotonda de Ituzaingó”.
Este martes la Legislatura reformó el Código de Convivencia Provincial (ley 10.326) para introducir sanciones más severas contra aquellos que intenten afectar la propiedad pública o privada, en un contexto afectado por el avance de los saqueos en todo el país.
De este modo se incorporaron al artículo 70° bis sanciones para grupos de más de tres personas que busquen violentar la vía pública como la propiedad privada. Pero en las agravantes se contempló la participación de niños y adolescentes, dada la constatada participación en los hechos de estos actores.
Así quedó establecido que habrá sanciones más severas para quienes hagan participar a menores de 18 años en este tipo de delitos, y para los que “usen vehículos o motovehículos”.
A su vez, el fiscal General Juan Manuel Delgado instruyó a los fiscales que tienen causas de robos con la modalidad de saqueo o robos piraña para que busquen las agravantes que permitan que se prive de la libertad a los que son detenidos por la Policía en flagrancia o por una investigación ulterior. Recomendó que se indague, en particular, si en las bandas participan menores, puesto que esto es una agravante claro del delito contra cualquier mayor de edad que participe en la organización.
