Las excentricidades de Pablo Escobar lo llevaron a tener un zoológico en su lujosa finca. “Terremoto”, el caballo del millón dólares del jefe narco, se transformó en célebre cuando fue secuestrado, y su domador, castrado y asesinado, en un claro mensaje dirigido al colombiano. Desde entonces, se repite entre quienes buscan emular las extravagancias del exlíder del cártel de Medellín la fascinación por los caballos de carrera, por gusto o como método de lavado.
Caballos, drogas y narcos
El correntino Gustavo Daniel Medina Ramírez, proveedor de drogas de la banda de Darío Ramón Cáceres, el condenado jefe de La Fiel (la barra brava de Talleres de Córdoba), atesoraba caballerizas y al menos 17 equinos de competición. Sentenciado en Córdoba igual que “el Daniel” por el comercio y el transporte de casi 1.300 kilos de marihuana, Medina Ramírez está bajo sospecha por presunto blanqueo de dinero del narcotráfico en otra causa radicada en su provincia.
El litoraleño no es el único que quedó vinculado a las drogas y a los caballos. José Sebastián “Ñoño” Amaya (39) fungió como jefe de una organización criminal dedicada a la venta de drogas.
Entre aproximadamente julio de 2018 y hasta fines de mayo de 2019, Amaya financió la producción, el almacenamiento y la preparación, la distribución y la comercialización de cocaína de diferentes calidades, entre ellas, “alita de mosca” y “laja”, y también marihuana.
“Narcopyme”, equinos y asesinato
“Ñoño” y su esposa Ana Cristina “Pelusa” Andrada diseñaron una “narcopyme” con un sistema aceitado: para llevar a cabo la empresa criminal, designaron a “empleados” con roles específicos que atendían el local de venta de ropa Los 5 hermanos, en barrio Villa Aspacia, de la capital provincial, el cual funcionaba como fachada.
También había “trabajadores” asignados al área de “recursos humanos” y “contable”, para administrar los horarios y las tareas de los “empleados”, llevar un balance o registro diario de las compras y ventas del material, y el dinero recaudado y el faltante.
También operaba un sistema de “premios” y “castigos” por desempeño, vinculado a comisiones por ventas “exitosa”, francos y rotación hacia días de mayor demanda, como suspensiones por mal desempeño o faltas al trabajo sin “previo aviso”. Una mentalidad “empresarial” con vocación delictiva.
A pesar de ostentar el liderazgo de la banda, “Ñoño” también guardaba drogas y hasta seis caballos de carrera de su propiedad (adquiridos con el dinero “negro”) en un predio ubicado en Nuestro Hogar III, al sur de la Capital.
“Ñoño” (o “Gordo”, como también se lo conoce) fue condenado a cinco años de prisión en 2022 (también fueron sentenciadas otras 18 personas). Fue la segunda condena para el líder narco, ya que en 2007 había sido sentenciado a 13 años y medio de prisión por asesinar a David Hugo Acevedo mientras este andaba en bicicleta. El balazo le atravesó las piernas, le perforó la arteria femoral y murió desangrado rumbo al hospital.
En noviembre de 2023 recibió la tercera sentencia. La Cámara de Quinta Nominación de la ciudad de Córdoba lo condenó a tres años y nueve meses de prisión como coautor del delito de tenencia de estupefacientes con fines de comercialización.
La noche del 10 de mayo de 2022, Amaya y su cómplice, Sebastián Miguel Pizarro (37), fueron controlados por la Policía Caminera cuando circulaban en un Peugeot 3008 por la Circunvalación de la ciudad de Córdoba a la altura de barrio Colonia Lola, una zona roja vinculada con la venta de drogas.
Uno de los efectivos alcanzó a divisar cuando Pizarro –que viajaba como acompañante– arrojó un elemento sospechoso al piso del auto. Al revisar el rodado, hallaron más de 17 gramos de cocaína en el suelo del vehículo y en otro sector.
Ambos reconocieron el hecho ante la Justicia. Pizarro –sin condenas anteriores– recibió una pena menor que “Ñoño” (tres años de ejecución condicional). ”Ñoño” deberá esperar ahora la unificación del monto de las penas.
