En el marco de los operativos para cercar a una banda acusada de haber asesinado de 10 balazos, en el pasado verano, a un supuesto dealer que no había pagado una deuda y sospechado además de tener relación con otros ataques narcos, se secuestraron dos chalecos antibala de la Policía de Córdoba.
Estos pertrechos balísticos prácticamente quedaron en segundo plano al lado de las 23 armas secuestradas -entre fusiles y pistolas- por parte de los pesquisas en los allanamientos concretados en Capital y Unquillo.
Sin embargo, el hallazgo de chalecos policiales en manos de delincuentes lejos está de ser episodio aislado, sino que se agrega a una preocupante serie de hallazgos similares ocurridos en los últimos tiempos en la ciudad de Córdoba principalmente, aunque también en el interior.
Este año ya se han encontrado al menos seis chalecos antibala de la Policía de Córdoba en manos de delincuentes vinculados a robos y a la venta de drogas.
Se trata de elementos que supuestamente fueron robados a uniformados en sus domicilios (y en la calle) y que terminaron en manos de bandas vinculadas a serios casos.
De todos modos, nadie se atreve a descartar que en algunos episodios haya existido algún policía desleal que acercara estos elementos a delincuentes a cambio de dinero.
Esta preocupante realidad no es exclusiva de 2025, ya que en años anteriores ya se encontró esta clase de pertrechos (que debieran ser bien custodiados por la Policía) en manos de ladrones y de narcos.
Fuentes oficiales señalan que en la gran mayoría de los casos se determinó que son chalecos de años anteriores en una clara señal de marcar diferencias entre viejas gestiones y las actuales. Se enfatiza que en la actualidad hay un “alto control”.
De todos modos, no deja de ser llamativa y preocupante la facilidad con que estos elementos llegan a manos de cualquiera y sin freno.
En algunos casos, los chalecos son usados como protección balística por aquellos narcos que se encargan de custodiar los búnkeres o viviendas donde se venden drogas. En otros casos, ya son usados a la hora de ir a “apretar” a un rival o vengarse a los tiros o irrumpir en una casa con finalidades delictivas.
Hasta no hace mucho, existieron asaltos cometidos por bandas de ladrones ataviados con chalecos y pistolas y que fingían realizar allanamientos domiciliarios.
Estas patotas entran a una casa simulando un operativo y atacan por lo general a rivales o personas con contactos delictivos. De allí que muchas veces no se denuncia.
Una fiscalía de la Capital supo ser encomendada para investigar estos casos de ladrones vestidos de policías y se llegó incluso a cercar algunas de estas organizaciones.
Desde la Justicia se señaló en su momento que en la mayoría de los casos no había policías ni exmiembros de la fuerza involucrados.
En relación a la última investigación, donde hay ocho personas detenidas, ninguno es policía.
De todos modos, nadie se atreve a descartar que pueda haber algún exuniformado cómplice que haya acercado estos pertrechos.
Volviendo a los chalecos antibala hay un punto que genera preocupación: en la mayoría de los casos, fueron hallados en el marco de investigaciones para dar con ladrones o vendedores de droga. No fueron hallados tras complejas pesquisas. Pareciera que es demasiado fácil para algunos hacerse de estos elementos.
Nadie olvida en Jefatura aquella siesta de verano que un operador de un domo vio cómo un joven drogado bailaba en shorts y ojotas en la calle. Llevaba algo encima: parecía una musculosa azul. La patrulla llegó a los minutos y le secuestró el chaleco.