Nora Dalmasso (51) fue estrangulada en la madrugada del sábado 25 de noviembre de 2006, en la habitación de su hija, en su casa de Villa Golf. Su viudo, Marcelo Macarrón, está imputado como presunto autor intelectual del crimen y será juzgado a partir del 14 de marzo.
Mientras avanza el proceso de selección de jurados populares trascendieron detalles de la requisitoria de elevación a juicio formulada por el fiscal Luis Pizarro. En el texto se revela un posible motivo para la elección del arma homicida.
La autopsia de Dalmasso, realizada por Guillermo Mazzuchelli, Martín Subirach y Virginia Ferreyra, determinó que la muerte fue “provocada por estrangulamiento mixto a lazo y mano”. El cuerpo tenía “el lazo de la bata de toalla blanca atado al cuello, de manera doble, con nudo doble en zona lateral derecha, por debajo del cartílago tiroides”.
En la pequeña habitación de la hija de la víctima, no había desorden. La bata blanca de tela de toalla estaba a los pies de la cama, junto a una malla bikini. En el lluvioso domingo 26 de noviembre del 2006, tarde en que un vecino encontró el cuerpo, la primera versión que circuló en el barrio Golf es que habría habido un suicidio.
En lo que puede interpretarse como un botón de muestra de las más disparatadas versiones que surgieron después, ese atardecer, en la puerta de la casa de la víctima hubo quienes apuntaron, que Dalmasso podría haber tenido un accidente al practicar hipoxifilia (asfixia erótica). “Son esos jueguitos sexuales”, lanzó una vecina.
Para el fiscal que elevó la causa a juicio, Luis Pizarro, Macarrón no sólo habría encargado el asesinato de su mujer a un sicario, para no dividir los bienes, sino que también sabía de una supuesta infidelidad de Nora, de su presunto vínculo con el contador Guillermo Albarracín, “antes del hecho”.
Pizarro sostiene: “El tiempo, de alrededor de un año, desde el comienzo de la relación sentimental, y la cantidad de veces en que se comunicaron (Albarracín y Dalmasso) y tuvieron contacto personalmente y a través de mensajes, más que ambos pertenecían a una ciudad relativamente pequeña y al mismo grupo de pares, permite razonablemente inferir que Macarrón ya supiera de la relación de su esposa con su amigo”.
“Esta lógica inferencia, cobra peso si se relaciona uno de los mensajes hallados en el teléfono de la víctima, que estaba dentro de los eliminados, que hacía una referencia explícita a la bata, en un contexto insinuante y romántico”, destaca el fiscal.
El mensaje 25
En concreto, en la requisitoria Pizarro hace alusión a mensajes borrados que se recuperaron del teléfono de Nora Dalmasso. Como se recordará, la víctima tenía dos celulares, uno, el más moderno, desapareció. El otro fue hallado bajo un control remoto en la escena del crimen. La investigación determinó que le habían borrado mensajes. Y pudieron recuperarlos.
EI informe técnico número 2693336 (fs. 6182/6200 –c/31-), de apertura del teléfono celular de Nora Dalmasso brinda un “listado de mensajes salientes eliminados” numerados del 23 al 46. El fiscal Pizarro destaca en la requisitoria el número 25, dirigido al teléfono de Albarracín –finalizado en 987–, el cual se lee: “Pasá por aquí te espero en bata y sin nada”.
Del texto, al parecer, no hay registrada fecha ni hora. La investigación presume que corresponde a días anteriores al torneo de golf en Uruguay, en el que participaron tanto Albarracín como el viudo Macarrón.
Entre otros mensajes recuperados, el fiscal menciona el 37 que refiere: “Angel no comas pan delante de los pobres. Yo sola en la pileta, sin olla, ni mar, ni arena y SIN VOS. Cómo jugaste?, sin dato de receptor, fecha u hora”.
Según Pizarro, con estos indicios “se puede establecer que Macarrón conociendo del amante, y este mensaje en particular (el que decía: “te espero en bata”), no sólo encargó el homicidio, sino que además seleccionó cuidadosamente el arma con la que debían matar a su mujer, explicándose a su vez las razones de la elección del lazo de la bata para dar muerte”.
La acusación dice textualmente: “La elección del arma homicida, esto es el cinturón de la bata de baño de la víctima, y su relación con el mensaje eliminado del teléfono de Nora Dalmasso, permiten inferir que fue una elección precisa, premeditada y anticipada, como en represalia a su proceder”.
Cabe mencionar que forenses que opinaron en la causa, como el psiquiatra y criminólogo Mario Vignolo, lanzaron una hipótesis opuesta. En su momento, Vignolo interpretó que Dalmasso podría haber tenido una relación y una discusión con el autor del crimen, que “en un rapto de ira la mató con lo que tenía a mano: el cinto de la bata”.
Escena sexualizada
El fiscal Pizarro acusa a Macarrón de encargar a “un agresor especializado” no sólo el homicidio, sino también “sexualizar la escena del crimen a efectos de que parezca producido en el contexto de un encuentro sexual con el amante”.
Considera que la escena sexual en la que se halló el cuerpo fue planificada para desviar la investigación. Su teoría es que, mientras un sicario “efectuaba la maniobra de estrangulamiento (de Nora Dalmasso), otro –de manera precisa, controlada y definida– produjo las lesiones en zonas erógenas, a efectos de generar la idea de un juego sexual de la víctima en los momentos previos a la muerte”.
“Si bien resulta escalofriante por la inteligencia criminal expuesta y la frialdad del proceder, es compatible con el plan delictivo que previno al hecho, al correr el rumor de un amante (…). Así en función de ese plan, era necesario dejar huellas en la víctima de índole sexual, y así lo fueron las lesiones en zonas genitales y paragenitales”, razona el fiscal.
Tras subrayar que no faltaron objetos de valor, no se advirtió desorden, ni rastros biológicos, Pizarro concluye que Macarrón habría encargado a “un agresor especializado” tanto el homicidio como la “sexualización” de la escena del crimen, para que el asesinato parezca cometido por un amante.
