“Recuerdo haber visto a un hombre corpulento, morocho y con una cicatriz en el labio... Tenía como un labio tipo leporino. Lo vi esa jornada, bajaba rápido de la montaña. La chica aún estaba desaparecida...”.
Palabras más, palabras menos, eso fue lo que declaró una testigo en sede judicial. Corría el año 2015 y el brutal asesinato de Andrea Belén Castana sacudía a toda Córdoba.
Andrea, una joven madre de 35 años, había subido al Cerro de la Cruz de Villa Carlos Paz para una de sus habituales caminatas. Fue a la siesta.
Un sujeto la sorprendió, la violó y la estranguló. La mujer se resistió con todas sus fuerzas. Todas.
El ataque ocurrió en un punto de la montaña. El cuerpo fue trasladado y ocultado en otro punto de ese cerro. Parte de las prendas de la víctima aparecieron en un tanque de agua en otro lugar de la montaña.
Antes de escapar, el depravado le robó las zapatillas, el celular y las pulseras.
Andrea desapareció el 11 de marzo de 2015 en aquel cerro de Punilla.
Recién la encontraron el viernes 15, cuatro días después.
En el medio, hubo una ardua búsqueda de policías, bomberos, Defensa Civil, baqueanos, familiares.
Detalle: antes de hallar el cuerpo de Andrea, dieron con el cadáver de otra persona. Era el fotógrafo Hernán Sánchez, quien llevaba tiempo desaparecido. Se había suicidado.
Han pasado siete años y el femicidio de Andrea sigue impune.
En la fiscalía de Ricardo Mazzuchi, a cargo de la causa Castana, tienen dos datos firmes.
Por un lado, cuentan con el ADN del violador, obtenido de material hallado en el cuerpo de la víctima.
Sin embargo, no saben quién es.
El otro dato firme en la fiscalía es que en 2004 (nueve años antes del crimen de Andrea) el depravado ya había violado a otra mujer en la misma montaña. Y le había robado.
La víctima sobrevivió.
Fue dicho: hay un ADN del violador, pero no saben de quién es.
Hay cuatro imputados en la causa Andrea Castana. Sobresale el exmarido de la mujer.
Pero todos ellos, por una cosa u otra, están prácticamente fuera de sospecha en la fiscalía. Sobre todo, porque sus perfiles genéticos no coinciden con el ADN del criminal.
En el marco de la pesquisa, ya se realizaron unos 50 exámenes de ADN a distintos hombres, incluidos los imputados. No hay coincidencias.
Va de nuevo: el caso sigue impune.
“Labio leporino”
En este marco, una funcionaria judicial vinculada a la pesquisa, releyendo los testimonios obtenidos en aquel 2015, dio con que una testigo había descripto a un “hombre corpulento, morocho y con una marca en el labio” bajando la montaña.
Esa funcionaria lo pensó y creyó atar cabos. Una conjetura llevó a otra y pronto alguien dijo ya en la fiscalía de Mazzuchi, en la sede de Villa Carlos Paz: “¿Y si fue él? ¿Si fue él?”.
Se referían a Diego Concha, el exdirector de Defensa Civil de la Provincia, actualmente con prisión preventiva por dos graves causas de 2021: por un lado, haber supuestamente violado a una bombera (quien luego se suicidó) y, por otra parte, haber presuntamente amenazado a su exesposa con un arma.
Alguien siguió atando cabos: el relato de la testigo de la montaña, la condición de bombero de Concha, sus supuestos conocimientos de topografía, el hecho de que vivía en Icho Cruz y el punto de que participó en la búsqueda de Castana.
No mucho más.
Así fue que el pasado viernes se ordenó cotejar el ADN del exfuncionario provincial.
Concha pasará a formar parte del medio centenar de hombres a quienes se les cotejó el ADN por el salvaje asesinato de Andrea.
¿Fue o no fue el asesino?
“Hagamos ese examen para descartar”, dijo alguien en la fiscalía de Carlos Paz. “No hay muchas expectativas en que vaya a dar positivo. Más allá de ese examen, no hay elementos sólidos que lo vinculen al caso”, opinó otro informante a La Voz.
La muestra se haría con hisopado y los resultados estarán en no menos de dos semanas. El análisis será realizado por personal del Centro de Genética del TSJ.
La defensa no se opondrá
El exfiscal General Darío Vezzaro, el defensor de Concha, no se opondrá a que le hagan el estudio.
No pondrá un perito de control. El hombre confía en el laboratorio de genética que él mismo ayudó a crear.
“Dejen que dé negativo y se sepa. Eso le quitará el mote de ‘monstruo’ a Concha”, dijo alguien del entorno.
Concha y su defensa miran a otra fiscalía. La de Jorgelina Gómez.
Ella tiene que definir en los próximos días qué hace con las otras dos causas de Concha: el supuesto ataque a la bombera y su suicidio; y la amenaza a la ex.
Mientras tanto, la familia de Andrea sigue viendo cómo pasa el tiempo y el asesino no cae.
