Las imágenes de Valencia inundada, con autopistas convertidas en ríos y pilas de autos destrozados, dieron la vuelta al mundo. La peor catástrofe meteorológica del siglo en esa ciudad española, con decenas de víctimas fatales confirmadas y decenas de desaparecidos, reavivó un debate incómodo: ¿fallaron los pronósticos? ¿Pudo haberse anticipado la magnitud de la tragedia provocada por la Dana?
Qué es la Dana
Dana, acrónimo de Depresión Aislada en Niveles Altos, es un fenómeno atmosférico que ha comenzado a desplazar al término “gota fría” en el lenguaje meteorológico. En esencia, se trata de una borrasca, una zona donde la presión atmosférica es mucho más baja que en las áreas circundantes. Esta diferencia de presión genera fuertes vientos y lluvias intensas.
La Dana se forma cuando una masa de aire frío en altura choca con aire caliente en la superficie. Esta colisión genera nubes de tormenta que pueden descargar grandes cantidades de agua en poco tiempo. El proceso se intensifica cuando la Dana, con su núcleo de aire frío, se encuentra con el aire caliente y húmedo propio del Mediterráneo a finales de verano y principios de otoño. Esta combinación actúa como “combustible” para la formación de tormentas violentas en España.
Qué pasó con las alertas meteorológicas
Si bien la Agencia Estatal de Meteorología española (Aemet) emitió alertas previas al evento, la intensidad de las lluvias superó las expectativas. Los meteorólogos consultados coinciden en que, si bien los modelos numéricos actuales permiten prever condiciones adversas, aún no es posible anticipar con precisión “intensidades tan brutales” como las que azotaron Valencia.
Mar Gómez, directora meteorológica de Eltiempo.es, señala que la tormenta se mantuvo estática sobre Valencia durante más de doce horas, factor que, sumado a la temperatura del Mediterráneo más cálida de lo habitual y al flujo de levante, contribuyó a la magnitud del desastre.
Francisco Martín León, meteorólogo de Meteored, coincide en que las Danas son sistemas “erráticos” que deben ser monitoreados “minuto a minuto”. Hubo críticas en redes sociales por el supuesto mal funcionamiento de las alertas tempranas, ante la catástrofe ocurrida, pero los meteorólogos coinciden en que una Dana es difícil de anticipar.
Las críticas a los meteorólogos se centran en la aparente subestimación del impacto de la Dana. Sin embargo, los expertos argumentan que la predicción de estos fenómenos es compleja. La Dana, al igual que la “gota fría”, un término coloquial que suele utilizarse para describir cualquier evento de lluvias intensas, es un fenómeno dinámico y difícil de predecir con total exactitud.
Si bien existe un debate sobre si el cambio climático aumenta la frecuencia e intensidad de las Danas, la comunidad científica coincide en que un planeta más cálido implica mayor humedad en la atmósfera y mares más calientes, lo que genera condiciones propicias para lluvias torrenciales. Mar Gómez advierte que el calentamiento del Mediterráneo actuará como “combustible extra” para este tipo de fenómenos en el futuro.
La tragedia de Valencia nos recuerda la importancia de comprender estos fenómenos meteorológicos y la necesidad de seguir investigando para mejorar la precisión de los pronósticos. La Dana, lejos de ser una “gota fría” en el lenguaje popular, es un evento complejo que demanda un análisis riguroso y una comunicación clara y precisa para prevenir futuras catástrofes.
