Los padres de Agustín Ávila (16), están desconsolados. Su hijo fue asesinado por una patota el pasado domingo en la ciudad de Jesús María. El adolescente había sufrido el robo de una gorra a manos de un grupo de jóvenes a metros del anfiteatro local. Cuando fue a reclamar, varios se le fueron encima y lo golpearon. Agustín terminó muerto de un puntazo en el cuello.
Un chico de 15 años fue detenido y enviado al Complejo Esperanza.
Es inimputable.
La Justicia trabaja para identificar al resto de la patota. Se cree que hay adultos y más menores involucrados.
Los padres ahora son querellantes en la causa y reclaman justicia.
Quién era Agustín
“Ute”, como lo conocían los familiares y amigos, tenía 16 años.
Le decían de esa forma porque de niño no lograba pronunciar correctamente la palabra “dulce”, y le quedó el apodo. Vivía en Guiñazú, en el extremo norte de la ciudad de Córdoba, y cursaba el quinto año en el Ipet 333, Julio Salusso, de Villa Los Llanos, un colegio técnico con orientación a maestro mayor de obras ubicado algunos kilómetros al norte de su hogar.
Agustín era el mayor de cuatro hermanos varones, y estaba de novio con otra adolescente de un barrio próximo a quien conocía de la escuela. y se repartía los días entre ir a la escuela, trabajar en un lavadero de autos y jugar al fútbol. “Era una excelente persona, muy querido en el barrio”, comenta Luciano González (34), pareja de su mamá y quien lo crio desde los dos años.
Sus proyectos estaban vinculados a trabajar y ahorrar para comprarse sus cosas. “Quería llegar a comprarse un automóvil”, cuentan sus padres. Pero su sueño último siempre fue jugar al fútbol, ya que muchos le decían que era muy bueno. Jugó en una escuela de fútbol, y más tarde en el Club Atlético Unión Florida, de barrio Jorge Newbery. “Se nos dificultaba pagar la cuota, la ropa, los botines y coordinar los horarios de la escuela, por eso tuvo que dejar, pero ese era su sueño”.
“No tenía problemas con nadie, desde chico le enseñé que tenía que esquivar los problemas. Así le dijeran que era un cagón”, explica Luciano, quien agregó que siempre le inculcaron que con respeto se llega lejos. Nunca le faltó el respeto a nadie”.
Qué pasó esa noche
El viernes a la noche, la abuela de Agustín, había tenido un accidente doméstico. La mujer vive en Jesús María, a pocas cuadras del lugar donde se realiza el Festival de Doma y Folklore, y Vanessa decidió ir ese sábado por la tarde a visitarla.
Agustín, que tenía que trabajar, le dijo a su mamá que se adelantara, y que él iría con Emiliano, un amigo, después salir del trabajo.
“Nos encontramos allá”, le habría dicho el joven.
Las dificultades para conseguir pasaje de transporte a Jesús María, y la falta de señal de teléfonos que había en la localidad por el gran número de visitantes, complicaron la comunicación entre ambos, que recién se reencontraron después de las 2.30 de la madrugada.
Estuvieron en el lado externo del Anfiteatro José Hernández, donde se realiza el festival, junto a la puerta de la que salían los artistas, escuchando el espectáculo de Soledad Pastorutti, y con la esperanza de verla salir.
Cerca de las 4 de la mañana vieron que comenzaba una pelea entre unos chicos en el lugar.
Vanessa sostiene que en el lugar había dos policías que no intervinieron en lo que sucedía.
“Golpearon a dos chicas y después se fueron, golpeándose”, contó.
Ante ese escenario, la familia de Agustín decidió irse del lugar.
Estaban allí Vanesa y su marido, Agustín y su amigo Emiliano, y unos seis familiares más.
Iban caminando hacia el lugar donde estaba el auto, cuando Vanessa vio que uno de los chicos que estaban en las inmediaciones de una peña, le pegó a Agustín en la cara.
Luego, esa persona le sacaba una visera negra y salía corriendo.
La situación sorprendió a Agustín, quien salió a perseguir al agresor.
“Fuimos detrás de una visera que no vale ni mil pesos. Creo que nadie va en busca de una gorra pensando que te pueden arrebatar la vida de tu hijo”, dijo entre lágrimas Vanessa.
Cuando llegaron cerca del portón por donde salen los artistas, Vanessa vio que su hijo estaba caído.
El joven trataba de levantarse y se cubría la cara con los brazos, mientras un grupo de varios jóvenes, entre varones y chicas, lo golpeaban.
Emiliano intentaba ayudarlo, pero no lo lograba. En un momento, Agustín recibió un golpe con una botella en la cabeza y cayó al piso, donde siguió recibiendo golpes y patadas de la patota..
Vanessa también fue golpeada por dos de las chicas.
La mujer dijo que cuando su hijo cayó inconsciente al suelo, siguió recibiendo golpes, patadas y hasta un botellazo en la cabeza.
“Creo que en ese momento perdí la noción del tiempo, mi corazón sintió que mi hijo ya no estaba con vida y no tuve más fuerzas para levantarme”, afirmó.
El reclamo de los padres
“Había un policía en el lugar, pero era un espectador más. No previno ni intervino en la situación. La ambulancia que estaba dentro del Anfiteatro del festival, a pocos metros de donde estaba Agustín tirado, tampoco quiso salir para auxiliarlo. Hubo muchos que no hicieron lo que debían y deben rendir cuentas”, reclamó, entre lágrimas, Vanessa.
A pesar de que unas 20 personas fueron demoradas por la Policía tras el homicidio, sólo uno quedó detenido. Sin embargo, por tratarse de un menor de 15 años, no puede ser imputado por el homicidio.
Actuar en la causa
En las últimas horas, los padres de Agustín anunciaron que pedirán ser admitidos en la causa como querellantes, para lo cual ya anunciaron que serán representados por el abogado Carlos Nayi.
La causa está siendo instruida por Carolina Elías, fiscal de instrucción de Deán Funes, quien se encuentra a cargo de la Fiscalía de Jesús María en razón de la feria judicial.
La funcionaria, quien prefiere no hablar con la prensa, sigue trabajando con su equipo judicial y un grupo de pesquisas de la Departamental Colón de Policía.
