Joel Le Scouarnec, un excirujano francés de 74 años, ha sido condenado este 28 de mayo a 20 años de prisión, la pena máxima por violación agravada, tras ser hallado culpable de agredir sexualmente a 299 víctimas, predominantemente menores, entre 1989 y 2014.
El caso, considerado el más grave de pedocriminalidad en la historia judicial de Francia, ha conmocionado al país y puesto en evidencia las fallas del sistema de salud que permitieron al médico actuar impunemente durante más de dos décadas, según reportes de Le Monde y France 24.
¿Quién es Joel Le Scouarnec?
Joel Le Scouarnec nació en 1950 en Francia y se formó como cirujano pediátrico, especializándose en cirugía digestiva.
Durante su carrera, trabajó en varios hospitales de Bretaña, incluyendo los de Vannes, Quimperlé y Lorient, así como en otras regiones como Jonzac, en el suroeste del país.
Conocido por su profesionalismo, Le Scouarnec ocultaba una doble vida como depredador sexual, aprovechando su posición de autoridad para abusar de pacientes vulnerables, muchos de ellos niños sedados tras intervenciones quirúrgicas.
El caso salió a la luz en 2017, cuando una vecina de Jonzac lo denunció por abusar de su hija de 6 años.
Durante un registro policial, las autoridades encontraron diarios donde Le Scouarnec documentaba meticulosamente sus crímenes, revelando una lista de 299 víctimas, 256 de ellas menores de 15 años, con un promedio de edad de 11 años (158 niños y 141 niñas).
Los abusos, que incluyen 111 violaciones y 189 agresiones sexuales, ocurrieron entre 1989 y 2014, según el tribunal de Morbihan.
Un historial de advertencias ignoradas
Le Scouarnec ya había sido condenado en 2005 a cuatro años de prisión por posesión de material de abuso sexual infantil, pero la sentencia, que incluía tres años en suspenso, no le impidió seguir trabajando como médico.
Esta falta de supervisión permitió que continuara sus crímenes, una falla sistémica que ha sido duramente criticada por asociaciones como La Voix de l’Enfant y el propio tribunal.
En 2020, recibió una condena de 15 años por abusar de cuatro menores, incluidas dos sobrinas, pero el juicio de 2025 abarcó la totalidad de sus víctimas conocidas.
Durante el proceso en Vannes, Le Scouarnec admitió haber abusado de su nieta, un delito no incluido en este juicio, y reconoció su responsabilidad en el suicidio de dos víctimas.
El fiscal Stéphane Kellenberger lo describió como un “depredador metódico” que usaba su rol para perpetrar abusos, a menudo en salas de recuperación donde los niños estaban más vulnerables.
Impacto y legado del caso
La sentencia de 20 años, dictada este 28 de mayo, impide a Le Scouarnec solicitar libertad condicional hasta cumplir al menos dos tercios de su condena.
El caso ha reavivado el debate en Francia sobre la protección de menores en entornos médicos, especialmente tras el escándalo de Dominique Pelicot en 2024. Organizaciones de víctimas exigen reformas para garantizar supervisiones más estrictas de profesionales de la salud y mejores mecanismos de denuncia.
El juicio de Le Scouarnec no solo expone la magnitud de sus crímenes, sino también las fallas de un sistema que permitió que un depredador operara durante décadas.
Le Scouarnec, el mayor pederasta de Francia que se escondía detrás del reputado cirujano
Joël Le Scouarnec, que fue condenado a 20 años de prisión por violación y agresiones sexuales, ha puesto en evidencia que el horror de la depravación humana puede estar oculto, en este caso bajo el aura de un reputado cirujano del aparato digestivo que aprovechó ese estatus para cometer sus delitos.
Con una carrera profesional exitosa, casado y con tres hijos, Le Scouarnec llevaba una doble vida en la que sus pulsiones oscuras, con una pedofilia severa y otras parafilias, estaban escondidas y a la vez detalladas en cuadernos y archivos informáticos.
Fue arrestado en mayo de 2017 cuando vivía en la pequeña ciudad de Jonzac (Aquitania, oeste), después de que la hija de unos vecinos, de seis años, contó a sus padres que la había penetrado con sus dedos.
A partir de ahí, todo se desencadenó para un médico que acaba de jubilarse tras 36 años de carrera y que en su vida laboral pasó por un total de quince hospitales del oeste y noroeste del país.
En 2020 fue condenado a 15 años de cárcel en un primer proceso por violaciones y abusos a cuatro menores (dos sobrinas, la vecina y una paciente).
Segundo juicio
Pero la investigación de ese caso desveló una enorme cantidad de material que le fue requisado y que necesitó mucho tiempo para ser estudiado, lo que desembocó en este segundo juicio, con 299 víctimas (256 de ellas menores), aunque se considera que podría haber hasta 57 más. Eso le convierte en el mayor pederasta de Francia.
El juicio ha mostrado que Le Scouranec sufre, aparte de las pulsiones pederastas que admitió tener desde hace cuatro décadas, numerosas parafilias, algunas de ellas muy depravadas.
Un punto clave en el proceso han sido los ‘cuadernos negros’, unos diarios en los que anotaba sus delitos y sus reflexiones sobre la pederastia. En esos diarios escribía lo que llamaba “cartas pederastas” con narraciones a las que buscaba dar un aire literario.
Pero, sobre todo, realizaba fichas con detalles de sus delitos: fecha, nombre de la víctima, hechos cometidos, las circunstancias (normalmente cuando estaban bajo los efectos de la anestesia) y la sensación que le produjo su realización.
También se le confiscaron varios discos duros informáticos, con más de 300.000 documentos, en los que había imágenes de prácticas sexuales extremas y en ocasiones ultraviolentas.
Buena parte de los delitos juzgados en este proceso, cometidos entre 1989 y 2014, hubieran podido evitarse si las autoridades hubieran realizado una mayor labor de prevención tras una condena en 2004 por consultar archivos de pornografía infantil en línea, dentro de una red internacional desmantelada por el FBI estadounidense.
Esa condena, a cuatro meses de cárcel exentos de cumplimiento y a seguir terapia, en contra de lo que pudiera parecer no le impidió seguir trabajando con menores.
El juicio que hoy terminó también ha mostrado una progresiva toma de conciencia de sus delitos, que solo muy parcialmente reconoció durante la larga instrucción del caso.
Pocos días después del inicio del proceso reconoció a uno de sus hijos que había abusado de su propia nieta. Una sobrina testificó haber sufrido abusos cuando tenía 4 o 5 años, mucho antes de cuando el pederasta reconocía haber comenzado a tener impulsos pederastas, indicó la agencia EFE.
Sus últimas palabras
En su última declaración del lunes pasado, antes de que el jurado comenzara su deliberación, Le Scouarnec admitió “el inmenso dolor causado” a sus víctimas y reconoció que no merece “ninguna indulgencia” .
Sí pidió a los jueces “el derecho a ser mejor” y a poder recuperar “esa parte de humanidad que -reconoció- tanto me ha faltado”.