Un robo de marihuana entre delincuentes habría sido la causa del asesinato del llamado “zar de la droga”, Claudio Torres, el 16 de enero de 2019 en la ciudad de Río Cuarto. Así lo deja entrever el requerimiento de elevación a juicio elaborado por el fiscal instructor de la causa, Fernando Moine.
Este martes, a partir de las 13.30, será la primera audiencia del juicio por el crimen.
Los acusados son Cristian Fabián Ortiz, Mariano Martín Rivarola, Jonathan Daniel Palacios y Néstor Nicolás Robledo. Están imputados por homicidio doblemente calificado, por precio o promesa remuneratoria y por alevosía. Los tres primeros ya fueron condenados en la causa del “narcolavado” sustanciada por la Justicia federal y, el cuarto está vinculado con la banda narcocriminal de Rosario “Los Monos”.
La Cámara del Crimen número 1 estará integrada esta vez por el juez Claudio Fabián Mazuki (juez de Huinca Renancó), Victoria Cavagnaro (jueza de Niñez en Río Cuarto) y Natacha García, vocal que oficiará como presidenta del tribunal. Además, actuarán ocho jurados populares.
Claudio Lorenzo Torres (46) fue acribillado a balazos el 16 de enero de 2019.
Según la acusación, por “desavenencias en la compra y venta de estupefacientes” y “con la intención de ocupar posiciones de liderazgo (…) y “alguna ventaja económica”, Ortiz y Rivarola planearon matar al “zar”. Se interpreta que “no lo ejecutaron ellos mismos porque eran conocidos de la víctima”.
De acuerdo a indicios valorados por la instrucción fiscal, habrían encomendado el crimen a al menos cuatro sicarios. La fiscalía logró identificar sólo a dos sospechosos: los imputados Néstor Nicolás Robledo y Jonathan Daniel Palacios.
La instrucción sostiene que los sicarios aprovecharon el momento exacto cuando Torres llegaba de Buenos Aires junto con su amigo Gabriel Bossi (actualmente preso por “narcolavado”). A las 21.01, no bien descendieron del vehículo marca Audi Modelo TT, se encontraron frente a la casa con Jorge Luis Echarren y Gustavo Germán Salinas, según la acusación.
Al parecer, había dos asesinos a sueldo en inmediaciones de la vivienda. Uno estaba detrás de un vehículo estacionado en la plaza de enfrente. Otro yacía en la garita de colectivo más cercana.
Desde allí avanzaron a los tiros contra Torres. Efecutaron unos 15 disparos con pistolas calibre 9 milímetros y 11.25. Luego, corrieron hacia las calles Laprida y Tomás Guido donde los esperaba un tercer sujeto de identidad no establecida. Huyeron en una Kangoo color azul a la que dejaron, semi incendiada, en el kilómetro 598 de la ruta. Se supone que los sicarios tuvieron el apoyo de otra persona tampoco identificada para alejarse de la ciudad.
Torres sufrió seis heridas de arma de fuego, entre ellas, una en el muslo y otra en el abdomen que resultaron mortales. También resultó herido de bala su hermanastro, Salinas, quien se recuperó favorablemente.
Los familiares de Torres no se explican por qué los presentes no subieron a los heridos en el Audi para llevarlos más rápido al hospital.
Relatan que un allegado cargó a Torres y a su hermanastro en un Volkswagen Polo y, en medio de la alarma generalizada, jóvenes del barrio, en moto, fueron cortando el tránsito en las esquinas para facilitarle el paso.
Aquella noche, la Policía no allanó ningún domicilio ni secuestró ningún auto, ni siquiera un celular.
Recién a la semana siguiente la Justicia federal realizó 50 allanamientos simultáneos y produjo detenciones, entre ellas la de un jefe policial. Allí se destapó la millonaria causa por “narcolavado”, el caso de la banda liderada por Torres que el juez Carlos Ochoa investigaba desde 2014.