En la siesta de este miércoles 17 de enero, la Avenida Argentina –que costea la margen norte del río Cuarto– parece desierta. Nadie imagina la tensión que se vive entre los habitantes del asentamiento. Minutos después de las 14, se escucharon media docena de tiros y una mujer de 36 años, madre de cuatro hijos, resultó con una herida de arma de fuego en la zona abdominal.
La Departamental de Policía informó que hubo “una disputa entre vecinos del sector” y “los supuestos autores se encuentran identificados”. Se indicó que la mujer herida de bala sufrió “una herida en tejido blanco, sin compromiso de órganos vitales”. No corre riesgo su vida.
Algunas versiones dan cuenta de que la mujer baleada es hermana del joven detenido el martes, sospechado de ser el autor del homicidio en ocasión de robo del jubilado Hugo Bolatti (73). Ese hecho ocurrió en calle Chile al 300, a dos o tres cuadras del actual epicentro de la violencia.
“La disputa viene de muchos años, pero ahora todo empezó porque el hermano de una chica se cambió de bando, no quiso juntarse más con los Ferreyra. Entonces el domingo a la tarde le llenaron de tiros la casa y ayer le rompieron todo, le llevaron hasta los pañales de su recién nacido. No sé si ella o quien reaccionó y empezaron los tiros”, contó una vecina.
Los datos sueltos que revelan a cuentagotas los habitantes del sector y los archivos periodísticos, revelan años de enfrentamiento entre familias y numerosos conflictos con la ley pena. “Decían que las dos mujeres que se enfrentaron hoy quedaban fuera del conflicto porque son cuñadas, pero a una le balearon el hermano en el omóplato el domingo. Y también a la familia la acusan por mandar al frente al que lo baleó, que es el mismo detenido el martes”, trataron de explicar.
Personas que conocen desde hace décadas a los protagonistas de la disputa, señalan que hubo varios episodios violentos y muertes que dividieron a las familias, entre ellos el homicidio de Lucio Rosales (17) en una fiesta convocada por Facebook en barrio Alberdi en el 2013.
Minuto a minuto, el aire parece más enrarecido. Las promesas de venganza y amenazas se multiplican por redes sociales. “Estamos esperando la guerra, esto no termina más”, confían por lo bajo. “Dijeron que apenas se vaya la Policía, a la que le pegó el tiro a P. le queman la casa, así unos se van adueñando de todo”, advirtió un joven que pidió no ser identificado.
Víctimas en todos los bandos: los niños
Conocedores del barrio aseguran que los protagonistas de estos violentos episodios se criaron en un ambiente de droga, allanamientos y violencia. Aseguran que todos los intentos, ante las autoridades, para que se tomaran medidas excepcionales para retirarlos del entorno fueron infructuosos.
Hoy, la historia se repite. “El domingo, cuando pasaron y balearon la casa del hermano de la chica a la que le destrozaron la casa, estaban todos los nenes ahí. Pasaban los tiros por arriba, por abajo. Se escondían detrás de tarros. Quedaron las balas incrustadas en las paredes”, cuenta una vecina.
Revela que los más pequeños, al sentir los tiros y ver a su joven pariente herido en el hombro (este miércoles le dieron el alta) sacaban cuchillos de las casas para intentar defenderse.
“No los podíamos agarrar, no sabés cómo estaban esos nenes, hasta el de cinco años corría diciendo que iba a acuchillar a los otros. Otros lloraban, después vomitaban. Y los grandes están tan drogados que ni ven que hay criaturas”, confío una mujer, desesperada.
