“Se actuó rápido y bien, pero tuvimos suerte. Era una brasa caliente esa corona. Si no la encontrábamos rápido, se esfumaba. Ahora, acá no se roban más reliquias de es tipo, porque no tienen ganas, porque no quieren”.
Así se refirió un veterano investigador sobre el episodio delictivo que le faltaba a Córdoba en estos tiempos: el robo de una corona de plata que reposaba sobre la cabeza de la Virgen de Nieva, una reliquia de valor incalculable que fue sustraída, como si nada, de la iglesia mayor de Córdoba: la mismísima Catedral.
Una reliquia del siglo 18 que hace relamerse a más de un coleccionista.
El robo ocurrió en la mañana del miércoles en el Centro de Córdoba y se mantuvo bajo siete llaves.
Apenas la noticia se filtró y se extendió en los portales de los medios informativos, se terminó convirtiendo en un escándalo.
Todo se volvió una brasa caliente. Y la investigación se tuvo que apuntalar, acelerar y ejecutar.
De todos modos, el hurto no tenía el calibre de aquel otro gran escándalo como lo fue el robo (aunque algunos hablan de venta) de las joyas de la Catedral, en la década del ‘80.
Para la Justicia y la Policía de este 2023, el robo de la corona de la Virgen de Nieva fue algo simple.
Extraño, raro, pero simple.
Afirman que fue cometido por un hombre sin techo (un indigente) que, una vez que manoteó la corona, salió a ofrecérsela, a cambio de algunos billetes, al primer joyero o coleccionista del Centro que la quisiera.
Y hubo alguien que la quiso y hasta pagó, según la Justicia.
Un coleccionista que supo caer preso alguna vez por tener cuchillos robados al hermano de un legislador cordobés.
Nada de una banda internacional. Nada de un grupo dedicado a estos menesteres. Nada de una banda que se mueve, o podría hacerlo, saqueando iglesias o museos en el país.
Nada de eso.
Esa es la principal hipótesis que tiene el fiscal Guillermo González.
Por el caso, hay dos hombres que están detenidos e imputados.
Por un lado, está Rodrigo Bacchi (51), un hombre que duerme en el Centro y que no tiene trabajo fijo. Está acusado por hurto, un delito menor y excarcelable.
Una serie de filmaciones lo tienen contra las cuerdas.
El otro acusado es Ricardo Alonso, un hombre que se dedica a la compra venta de productos antiguos y que tiene su local en Galería Espacial.
El propio Alonso devolvió la corona a los investigadores policiales cuando llegaron a su casa en barrio San Vicente.
El propio hombre entregó la corona y dijo que no sabía del robo.
En la fiscalía no terminan de creerle y quieren determinar si existió o no un pedido previo. Un encargo.
También se investiga a otro hombre, pero esa pista está verde.
Cámaras, gracias a las cámaras
Pero, ¿cómo se esclareció todo?
La pesquisa incluyó un amplio trabajo de campo por parte de los investigadores. Un amplio trabajo que se basó y encontró su norte en el análisis de las filmaciones de varias cámaras de seguridad.
El robo de la corona ocurrió a las 10 del miércoles pasado en la Catedral.
Las imágenes de unas cámaras muestran cómo, en pocos segundos y de una manera simple, un hombre de pulóver trepa a un púlpito y se roba una corona con total impunidad y sin mayor logística.
El sujeto, momentos antes, había estado charlando con un sacristán.
Luego, sobrevino el robo.
Fue el propio sacristán quien terminó alertando a sus superiores sobre la sustracción de la reliquia.
Desde la Iglesia se convocó a la Policía y a la Justicia.
Si bien una cámara de la Catedral no andaba, otra sí y captaba claramente el accionar del ladrón. Sobre todo cuando se escapaba.
Alertada la fiscalía de turno, se decidió que trabajen dos grupos de pesquisas de la Policía: los de Delitos Culturales y los de Robos y Hurtos.
Unos empezaron empezaron con el trabajo de calle y a visitar viejos anticuarios conocidos, sobre todo por haber caído presos alguna vez.
Otros comenzaron a analizar las filmaciones de más cámaras. Si algo abunda en el Centro, son cámaras.
“Ese trabajo permitió ubicar al ladrón del pulóver. Se ve por dónde se movió después de robar. Anduvo por varias casas de compra-venta. Y se fue a la Galería Espacial. Si hubiera sido un robo a pedido, ¿la hubiera estado ofreciendo a tantos?”, indicó otra fuente con acceso a la causa.
Para ese entonces, los pesquisas que habían hecho el trabajo de campo ya tenían el dato de que el sujeto había estado ofreciendo la corona en varios lados por unos billetes.
Los “cabilditos”, esos policías que trabajan en el Centro, aportaron lo suyo: brindaron el nombre del sospechoso. Lo conocían. Sobre todo, de las peleas que suele mantener con otros personajes del Centro.
“Venís con nosotros”
Con todos los elementos, los policías fueron hasta la Galería Espacial, pero el comerciante no estaba. Tras una serie de averiguaciones, llegaron a su casa en San Vicente.
“Dale maestro. Hay una bronca bárbara con esa corona. Entregala”, dijo un comisario que coordinaba el procedimiento.
Ricardo Alonso hizo pasar a los detectives a su casa y entregó la corona. Según trascendió, dijo que un individuo se le había ofrecido.
Contó que le pagó 100 mil pesos, que le dio una boleta y que no sabía que era robada.
Los policías se miraron,
“Venís con nosotros”, dijo el comisario. Ya en Jefatura, llegó la orden fiscal de que quedara preso.
“Hay cosas que no cierran... Si bien es cierto que el otro tipo andaba ofreciendo la corona por ahí, no le encontramos un billete encima. ¿Dónde están esos supuestos 100 mil pesos o le dio menos?”, dijo otro vocero.
A fotografiar reliquias
Por ahora, el Arzobispado no habla de manera oficial. Ya le han hecho saber que no es muy buena la seguridad de varias reliquias.
En Jefatura se analiza un plan: policías de Delitos Culturales deben visitar iglesias y ver qué reliquias tienen y tomarles una foto. Es prevención por si llegan a producirse nuevos robos y actuar más rápido.