Un 26 de diciembre, pero de 2019, se confirmaba lo que se pensaba: el asesinato del médico Daniel Casermeiro (61), quien llevaba una semana desaparecido.
Al ginecólogo parecía que se lo había tragado la tierra.
Lo buscaron por tierra, dentro del agua en cavas y canales, y también por aire. Toda una estructura policial con escenas de película.
Sin embargo, el cuerpo sin vida fue hallado por un baqueano dentro de un maizal a la vera de una ruta vieja que comunica la ciudad de San Francisco con la pequeña localidad de Luxardo, en el este cordobés.
Por el lugar caminaba Nelson Rovasio, quien no olvidará jamás el momento en que su perra “encaró” hacia un lugar en particular.
“Cuando llegamos, lo primero que vi fue las piernas. Fue un susto bastante grande. Lo que me llamó la atención fue el olor, era fuertísimo y diferente”, contó el peón rural dominado por su estado de shock.
Para la fiscalía de Delitos Complejos de San Francisco, a cargo de Bernardo Alberione, Casermeiro no llegó solo ese día.
La investigación plantea que lo acompañaba Gerardo Luis Gette (58), único sospechoso e imputado por el crimen, a quien acusan de haberlo ejecutado por la espalda, a sangre fría, según la causa.
¿Quién es Gette?
Gerardo Luis Gette se definió como comerciante.
Algunos conocidos suyos señalan que, a la par de vender semillas, se ganaba la vida como comisionista.
Para la fiscalía es el único sospechoso y se aduce que una deuda económica que mantenía con el médico lo tenía muy intranquilo.
Por eso habría optado por sacárselo de encima con un balazo en la nuca a quien había definido una semana antes como un “amigo” en un posteo en su cuenta de Facebook.
Gette es padre y está divorciado. Se encuentra tras las rejas desde el 27 de diciembre de 2019, un día después del hallazgo del cuerpo de Casermeiro. Siempre negó los cargos en su contra y aseguró que era inocente.
Se sospecha que el ginecólogo le reclamaba al acusado 500 mil pesos prestados para comprar una camioneta Amarok. En el medio, habrían existido otras diferencias económicas, como la compra de un departamento en Brasil.
Las claves de la detención
Casermeiro salió de su consultorio la calurosa mañana del 19 de diciembre de 2019 y sólo atinó a decirle a su secretaria “ya vuelvo”. Lo esperaban varias pacientes que tenían turno con él. Según la investigación hizo un trámite bancario, luego volvió al sector de la clínica para subirse a su auto e irse junto a un hombre: Gette.
Hasta hoy, no aparecieron aún ni el arma homicida ni el celular de Casermeiro, elementos que podrían ser claves en la investigación.
Sin embargo, el material fílmico tomado de cámaras de seguridad urbanas fue trascendental para avanzar en una causa que tomó trascendencia nacional, según la causa.
Los registros ubicaron a Gette junto al ginecólogo el día de su desaparición. Se los observaba hablar en la calle, incluso -de acuerdo a los ademanes- discutir y subirse juntos al automóvil BMW blanco del médico. Eso sumado a la relación de negocios que unía a ambos.
La defensa del procesado coincidió en este punto que los dos protagonistas del caso estuvieron juntos ese 19 de diciembre, sin embargo, agregan que horas antes de que se produzca la muerte ya se habían separado.
Previo a su detención, Gette fue entrevistado como testigo y su versión de los hechos no convenció a los policías. Hubo contradicciones sobre su relación y trato con Casermeiro, incongruencias que potenciaron los primeros rastreos de celulares y cámaras de seguridad.
Caminando bajo el sol
Ya con el hecho consumado, nuevos aportes fílmicos volvieron a poner a Gette en el centro de la escena, caminando ese jueves de la desaparición, ya en horas de la tarde, hacia la zona urbana de San Francisco en un trayecto oeste-este.
El destino final fue un sector de la calle Iturraspe, en el centro, donde había dejado estacionado su vehículo. En sus manos llevaba una especie de bolsa aunque armada como un fajo, revelaron las imágenes.
Varias cámaras de seguridad ubicadas sobre esa arteria tomaron esta escena, es decir, hizo un largo trayecto que se presume inició en la zona periurbana, donde dejó escondido el BMW de la víctima. También se lo veía con una remera que hasta el momento no apareció.
Cuando la Policía indagó a Gette por primera vez, lo notó bronceado, lo que les llamó la atención a los uniformados. El hombre habría dicho que se “flechó” bajo el sol limpiando el tanque de agua de su casa.
Aunque los pesquisas entienden que fue a causa de la peripecia: desde que se fue con el médico en auto por la mañana, hasta que regresó horas más tarde caminando bajo el sol.
A estas pruebas se le agregan análisis de comunicaciones, escuchas, seguimientos y testimonios de varios allegados que refuerza la teoría de Alberione. Si bien hubo otras hipótesis, desde la fiscalía aseguran que “nunca tomaron fuerza”.
Sobre los casi nueve millones de pesos que quedaron en el baúl del auto, se presume que era dinero que el médico solía llevar consigo y que utilizaba para transacciones rápidas. “Su auto era como su oficina, también su caja fuerte”, describió una fuente.
¿Por qué ambos protagonistas de este caso salieron juntos en el auto del médico?
Se sospecha que, con el ardid de presentarle un supuesto negocio inmobiliario, Gette habría llevado a Casermeiro a ver campos. Estuvieron dando vueltas hasta las 16, inclusive el segundo compró botellas de aguas saborizadas en un negocio de Luxardo. Fue a las 15.51, cuando el ginecólogo mandó su último WhatsApp a un vecino a quien iba a comprarle una casa. Pero no llegó porque antes Gette lo habría sorprendido por la espalda con una pistola calibre 22, para asesinarlo.
El cuerpo de la víctima fue arrastrado y ocultado en un campo entre yuyos de casi dos metros. Según el fiscal Alberione, Gette habría conducido el BMW hasta otro campo para abandonarlo y despistar. Tras ello emprendió la vuelta.
Fuentes tribunalicias señalan que la causa estaría ya resuelta, aunque todavía restan llegar unos resultados de peritajes solicitados por la defensa del único sospechoso.
La prueba en cuestión es un análisis de ADN sobre posibles rastros de células epiteliales que podrían haber quedado en el volante y la empuñadura de la palanca de cambios del automóvil del médico.