“Satisfacción, siento satisfacción. Por lo menos, se ha hecho justicia y yo confié en la Justicia. Considero que esta gente está donde debe estar, para que no siga haciendo daño como ese 16 de febrero”. Quien habla es Francisco Delfino Ferraro, minutos después de conocerse la condena a los miembros de la banda comando que asesinó a su hijo Franco.
Desde su casa de San Carlos Minas, el policía retirado se refiere a los tres hombres que participaron en el atraco contra una financiera de Nueva Córdoba, ocurrido en febrero de 2018, y que ayer fueron condenados a prisión perpetua por aquel asalto que terminó de la peor manera: su hijo policía asesinado y dos delincuentes abatidos. El hombre accedió a dialogar con La Voz minutos después de haber escuchado la sentencia.
“No digo esto porque les desee el mal, sino que pienso que cada uno debe ocupar el lugar que le corresponde”, señala quien todos conocen como “Quico” en el pueblo del noroeste provincial. “Me llena de satisfacción lo que han logrado (en este juicio). Tengo que llamarle al doctor (fiscal Hugo) Almirón y también a (el instructor Rubén) Caro, que estuvo en la primera parte, desde el comienzo. Confié en ellos y Caro me prometió que iba a investigar. Me dijo: ‘No voy a dejar librado nada al azar, voy a investigar como corresponde y (la causa) va a llegar a perpetua para los responsables’”.
También Ferraro padre tuvo tiempo de recordar los aportes a la investigación del comisario general Alejandro Mercado, jefe de Investigaciones Criminales de la Policía.
Unidos en el dolor
Seis años y medio atrás, en diciembre de 2013, “Quico” Ferraro se retiró de la Policía. Había llegado desde La Rioja, desde su Santa Rita de Catuña, para ser guardián del orden, en los primeros años de la década de 1980. Viviendo en San Carlos Minas, vistió el uniforme en diversos destinos, como Cruz del Eje, Villa de Soto y Cura Brochero.
Para él y su familia, las cosas han sido más difíciles desde febrero de 2018. Él ha estado retirado y la mamá de Franco sufrió la pérdida de su único hijo varón luego de quedar sin trabajo, como licenciada en enfermería, en un geriátrico que cerró sus puertas.
Estos casi dos años y medio han sido muy difíciles para la familia que reside en el noroeste provincial. “Mi esposa Magdalena la ha pasado de terror, siempre sufrió muchísimo como madre. Yo, en cambio, el dolor lo llevo adentro. Cuando empezó todo esto me dije que el sufrimiento lo debía llevar parado. Sentí que debía ser el ‘palenque’ de la familia”, reflexiona “Quico”.
Francisco siente que a pesar del dolor, los Ferraro han podido mantener el matrimonio y la unión con las hijas. Franco tenía una hermana mayor que le llevaba seis años, Vanesa, que hoy tiene 37 y también es policía. Además, están las hermanas más chicas, las mellizas Macarena y Maira, de 18, ambas estudiantes a distancia de la carrera de Nutrición.
“Peleando juntos, el sufrimiento es menor, aunque sea para siempre”, es lo que se le ocurre decir cuando cuenta quiénes son los que han quedado solos, en casa.
“Lo recuerdo al ‘Gordito” de la mejor manera. ‘Franquito’ debe ser una buena persona, me decía yo porque cada vez que se iba a Córdoba tenía un montón de amigos que lo despedían. Cuando murió, mucha gente me dijo ‘qué flor de hijo tenías’”.
“Era muy buen chico, juguetón, nos hacía bromas, nos asustaba y siempre nos hacía divertir”, recuerda, orgulloso, el papá del policía que cayó en el portal del edificio de Rondeau 84 aquella madrugada del verano de 2018.
Lejos del juicio
Sobre la versión que circuló en el debate de que la familia se retiró como querellante del juicio por disidencias con el accionar de la Policía en la investigación, Ferraro padre responde, indignado: “Son mentiras. No sé quién dijo semejante cosa”.
“A mí me vinieron a ver dos abogados de la ciudad de Córdoba, me ofertaron acompañarme, pero les dije ‘muchas gracias’ porque sentí que debía mantener una distancia con estas lacras de personas”, explica Francisco.
“También me parecía que yo no podía inducir a la Justicia para que los pusieran en su lugar”, completa con bronca.
Refiriéndose a los delincuentes, el expolicía provincial señala que “ellos son una cadena, una mafia, no es al azar que estos señores delincuentes fueron a ese asalto”.
Para graficar por qué se retiró del proceso, el papá de Franco explica: “Yo no tenía miedo por mí, pero sí tuve miedo por mi familia. Los quería lejos de mi familia. Ahora, ellos están en su lugar”.
Una por una, las cinco condenas de un fallo implacable
Teresa Mitre (72). Condenada a 13 años y cuatro meses de cárcel como partícipe necesaria de los delitos de violación de domicilio en concurso real con homicidio en ocasión de robo agravado.
Diego Tremarchi (34). Prisión perpetua por robo calificado y homicidio doblemente calificado criminis causae (para procurar la impunidad) y por la condición funcional de la víctima (miembro de la fuerza policial).
Ariel Murúa Rodríguez (45). Prisión perpetua por robo calificado y homicidio doblemente calificado criminis causae (para procurar la impunidad) y por la condición funcional de la víctima (miembro de la fuerza policial).
Ariel Gramajo (45). Prisión perpetua por robo calificado y homicidio doblemente calificado criminis causae (para procurar la impunidad) y por la condición funcional de la víctima (miembro de la fuerza policial).
Miguel Ángel Mitre (69). Condenado a 13 años y cuatro meses de cárcel como partícipe necesario de los delitos de violación de domicilio en concurso real con homicidio en ocasión de robo agravado.
