El drama de los “ingestados” o “capsuleros”, quienes arriesgan sus vidas transportando droga dentro de su cuerpo, cobró relevancia nuevamente con un caso impactante en el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini de Ezeiza.
Diego Edson Morales García, un hombre peruano de 30 años, fue detenido el pasado 24 de mayo tras ser descubierto con una carga mortal en su interior.
Una ruta peligrosa y extensa
Morales García había salido de Perú con la droga ya ingerida. Su plan era una ruta infernal de 36 horas, con Argentina como simple escala.
Llegó al Aeroparque Jorge Newbery en Buenos Aires a las 7:30 desde Lima en un vuelo. Tras esperar unas horas, tomó un taxi hacia el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, donde llegó a las 13:45.
Su destino final era Milán, Italia, con una escala previa en Frankfurt, Alemania, en un vuelo programado para las 16:00.
Las cámaras de seguridad y el testimonio del taxista confirmaron que el hombre no se reunió con nadie ni hizo paradas intermedias, viajando directamente de un aeropuerto a otro.
Esto indica que encaró todo el trayecto desde Lima con sus entrañas repletas de cocaína, sin comer y consumiendo pastillas de carbón para evitar expulsar la droga prematuramente.
Fue su recorrido y su notorio nerviosismo, además de un pasaporte aparentemente flamante, lo que llamó la atención de la PSA y condujo a la revisión.
Un escáner reveló las imágenes de los numerosos bultos dentro de su cuerpo, llevando a su detención e internación inmediata.
El riesgo de una “bomba de tiempo” interna
Cada cápsula, que puede contener entre 7 y 10 gramos de cocaína, representa un riesgo mortal si se rompe dentro del organismo, provocando una muerte descrita como “horrible” y que “quema por dentro”.
El juez Marcelo Aguinsky, a cargo de la causa, calificó el transporte de las casi cien cápsulas como una “virtual bomba de tiempo” en una ruta de casi 36 horas.
Morales García permaneció cuatro días internado en terapia intensiva de manera preventiva.
Durante ese tiempo, bajo estricta vigilancia policial, expulsó las 90 cápsulas, cuyo peso total ascendió a 698 gramos de cocaína.
Consecuencias legales y antecedentes
El pasado jueves 29 de mayo, Morales García fue indagado por el juez Aguinsky. Se negó a declarar y a proporcionar la clave de acceso de su teléfono celular.
El juez, con amplia experiencia en este tipo de casos, lo procesó con prisión preventiva y le dictó un embargo de 48 millones de pesos.
Un detalle relevante en el fallo judicial es que Morales García ya había realizado un viaje inusual el año anterior, con una ruta similar Lima-Buenos Aires (Aeroparque/Ezeiza) con destino final a Estados Unidos. Aunque no hay certeza absoluta, la PSA sospecha que en aquella ocasión también transportó droga y tuvo éxito.
El drama histórico y actual de los “capsuleros”
Los “ingestados” fueron una modalidad muy frecuente hace una década para el contrabando de drogas, tanto para sacarla de Sudamérica hacia Europa como para ingresarla a Argentina.
Si bien esta práctica disminuyó un tiempo a favor de otros métodos como el correo privado, especialistas consultados por Clarín señalan que el número de “capsuleros” detectados en Ezeiza ha vuelto a aumentar en los últimos dos años.
Casos dramáticos del pasado incluyeron escuchas que revelaban la desesperación ante la muerte de “mulas” y la aparición de cuerpos eviscerados de personas que fallecieron por la rotura de cápsulas y fueron descartados.
La pandemia de Covid-19 interrumpió casi por completo este tipo de tráfico debido a los controles sanitarios, sin registrarse casos en Aduana en 2020 y 2021. La reaparición post-pandemia comenzó en 2022.
Hace una década, la frecuencia de estos casos era tal (hasta tres diarios en Ezeiza) que las autoridades sanitarias bonaerenses crearon un equipo especial en el hospital provincial Alberto Eurnekian para atenderlos.
A pesar del riesgo extremo para la vida, para las organizaciones narco pagar entre 5 mil y 10 mil dólares a una persona para que actúe como “mula” sigue siendo un “negocio redondo”, considerando que un kilo de cocaína de alta pureza puede valer hasta 55 mil euros en Europa y mucho más en otros destinos como Australia o Nueva Zelanda
