El pasado domingo, el horror sacudió a Laboulaye y el nombre de Joaquín Sperani, de tan solo 14 años, empezó a sonar en todas las bocas, y ahora ante la consulta de La Voz muchas de ellas formularon una precisa descripción sobre la personalidad del adolescente.
Pasadas casi 80 horas desde la denuncia inicial por su desaparición, un grupo de vecinos, entre los que había una familiar, hallaron el cadáver del pibe a 120 metros del colegio Ipem 278, institución donde cursaba la secundaria. Allí mismo fue visto por última vez.
Por el crimen quedó detenido L., otro adolescente de 14 años, amigo desde tercer grado de la primaria. Si bien en el secundario no empezaron juntos, se reencontraron en el ciclo lectivo 2023.
A días del crimen, la ciudad cabecera del departamento Presidente Roque Sáenz Peña aún no sale de su estupor. De a poco, algunos habitantes se animan a hablar.
Las personas que conocieron en vida a Joaquín coinciden en que era un adolescente “tímido y muy respetuoso”. Era el mayor de cinco hermanos de una familia que llevaba adelante Martín Sperani, camionero, y Mariela Flores, mamá que desde el minuto cero inundó las redes sociales con fotos de su hijo y un pedido desesperado de ayuda.
Hoy no encuentran consuelo por la pérdida de su primogénito.
La pareja no era oriunda de Laboulaye, pero se radicó allí hace mucho tiempo por cuestiones de trabajo. El papá nació en Lincoln, en tanto que la mamá es oriunda de Junín, ambas localidades de la provincia de Buenos Aires.
Joaquín hacia la secundaria en el Ipem Nº 278
Joaquín cursaba tercer año en el Ipem 278 “Malvinas Argentinas”. Si bien tenía un buen comportamiento dentro del aula, profesores que supieron darle clases en años anteriores resaltaron que le costaba “un poco” lograr un buen desempeño académico.
“Eran inseparables”, expresaron Martín y Mariela en distintas entrevistas posdesenlace fatal sobre la relación que guardaba su hijo con el presunto homicida.
Ahora L. fue trasladado al Complejo Esperanza, en la ciudad de Córdoba, para ponerlo a resguardo. En el caso interviene el juez Sebastián Moro, de competencia múltiple.
Juan José Díaz (36) es director técnico del club Huracán donde Joaquín era arquero en la división Sub 15. Él también habló sobre su dirigido. “Era un chico bastante tranquilo. Muy sencillo. Jamás tuvo un conflicto dentro del club con nadie. Era muy humilde”, describió.
Y añadió: “Nosotros en el club Huracán tratamos de ser una familia. Siempre les inculcamos a los chicos que se lleven bien, que no se hagan burlas”.
El brutal crimen caló muy hondo en el cuerpo técnico de la institución deportiva de Laboulaye. “Era un pibe de barrio. A veces no venía a los entrenamientos, pero en Huracán lo queríamos mucho”, agregó el director técnico.
A veces, en la cancha, Joaquín llevaba a sus hermanos más chicos, contaron desde el club.
Consultado sobre L., Díaz expuso que no conocía al acusado de haber cometido el crimen: “En Huracán no jugaba. Sólo lo tenía de vista, de la ciudad, porque en Laboulaye nos conocemos todos”.
“Tenían una buena relación. Luego dejaron de sentarse juntos”, expuso Andrea Fessia, la inspectora general de Educación Secundaria. “Ahora juntamos sus recuerdos y nos llenamos de dolor”, dijeron otros allegados.
