La primera audiencia por la “tragedia de la Circunvalación” se inició con los testimonios de dos de sus protagonistas: el autor de la colisión fatal, el acusado Alan Alejandro Amoedo (29) que se mostró arrepentido y dijo que no tiene más ganas de vivir, y la víctima sobreviviente Fernanda Paz Guardia Carrasco (34) quien relató cómo fue el momento en el que perdió a su pareja y a su amigo además de los pesares que hoy vive por las secuelas que soporta en sus piernas.
El debate oral en la Cámara 9ª del Crimen de Córdoba se inició este martes, a un año de la tragedia ocurrida en la avenida de Circunvalación, en la que murieron Sol Viñolo (29) y Agustín Burgos (31), y Guardia quedó con secuelas que la mantienen sin poder caminar ni valerse por sí misma.
El tribunal presidido por Roberto Cornejo e integrado por Gustavo Rodríguez Fernández y Martín Bertone abrió el juicio cerca de las 10.30 y pronto se escuchó la declaración de Amoedo.
El joven, que ahora vive en la ciudad de Deán Funes, aseguró estar sin ganas de vivir, se mostró arrepentido, pidió varias veces perdón y hasta señaló que ofrecería su vida para evitar el dolor de los familiares.
También dijo que sólo consumía alcohol ocasionalmente y sólo los días que no trabajaba. Luego aclaró que podía tomar otros días, pero lo hacía los sábados fuera del horario de trabajo.
En el momento de la tragedia, estaba empleado en una distribuidora de “gaseosas y bebidas” y se desempeñaba de martes a domingo. El querellante Claudio Orosz debió hacerle aclarar que allí se expendían bebidas alcohólicas.
Respecto del consumo de cocaína, aseguró que cuatro días antes de la tragedia por estar angustiado por haberse separado consumió cocaína por primera vez. Orosz le remarcó que haberse drogado un jueves no era un fin de semana ni en día no laborable.
A pesar de mostrarse arrepentido, Amoedo insistió en que fue tocado por otro vehículo y que eso lo hizo desviarse y provocar la tragedia.
Tragedia de Circunvalación: habló Fernanda, “la sobreviviente”
El testimonio que más impactó en el arranque del juicio fue el de Fernanda Guardia, quien relató al fiscal de Cámara Gustavo Arocena todo lo vivido ese lunes 17 de mayo de 2021 desde que se levantó con su pareja Sol Viñolo en Río Ceballos, hasta que a la siesta se les averió el Suzuki Fun y pidieron la ayuda del amigo Agustín Burgos.
Agustín llegó una hora más tarde, mientras aguardaban la grúa de auxilio. Él se sentó en el costado del Suzuki, apoyado en su lateral, del lado de la cuneta, con el auto estacionado con el costado derecho en el pasto. A su frente se sentó Fernanda y a la derecha de ella, en cuclillas, Sol.
Con el auto con las balizas encendidas, la tragedia se avecinaba. Fernanda alcanzó a relatar cómo fue la llegada del Volkswagen Vento de Amoedo, sin que lo vieran ni escucharan llegar. “Fue un remolino... y una fuerza... algo estridente... el sonido... de repente, todo giró... sentía que tenía los ojos abiertos, pero no veía... no sabía si me había pasado algo en la cabeza”.
Fernanda estaba en una nube de polvo y no podía entender qué fue lo que sucedió repentinamente. “Cuando logro ver más o menos la situación, ahí me doy cuenta de lo que pasó y me viene a la mente más o menos lo que había sucedido. Y ahí lo veo (recuerdo) a Agustín volar. A Sol, por suerte, no la vi”.
El relato de Fernanda prosigue, entre lágrimas: “Y cuando recuerdo esa imagen, giro y lo veo a Agustín a varios metros, ya tirado, ya muerto. Y ahí fue darme cuenta más o menos de qué es lo que nos había pasado”.
El resto del testimonio de “la sobreviviente” continuó con los momentos difíciles que vivió. No quería mirarse las piernas, aunque no las sentía; debía hacer esfuerzo por respirar, porque no era algo que le saliera natural. El impacto le provocó el movimiento de todos los órganos y la concusión le provocó que se le llenaran de líquido los pulmones.
Tragedia de Circunvalación: las secuelas
Mientras la cargaban en la ambulancia, según testificó en la audiencia, vio cómo cargaban en un patrullero a un joven esposado. No sabía exactamente quién era.
Pero a ella la llevaron a terapia intensiva donde estuvo semanas, al borde de la muerte. Relató que fueron 37 días de internación en grave estado, “13 con respirador porque no podía respirar”. Luego, hizo una pausa y confesó que estuvo 17 días sin defecar.
En la actualidad sufre no poder caminar, pero también los dolores permanentes en sus piernas. No puede pisar porque le falta un segmento óseo, deben hacerle injertos y sacarle una prótesis del interior de un hueso. Además, deben abrirle el hueso para pasarle el antibiótico porque allí no hay irrigación sanguínea. “Dicen que voy a tener que tomar antibióticos toda mi vida”, aclara.
Fernanda no es autoválida. No tiene dinero para un acompañante terapéutico y por esto su hermano se fue a vivir con ella. No se puede cocinar y tiene dificultades para bañarse y para ir al baño.
Al cerrar su testimonio, se habló en la sala sobre la demanda civil.
El debate continuó luego con el testimonio de Natalia Lescano, mamá de Sol Viñolo. Al mediodía pasaron a un cuarto intermedio y por la tarde se esperaban tres testigos más.
