La tragedia que enlutó a Río Primero el pasado 12 de abril en la fábrica de dulce de leche “La Blanca”, donde perdieron la vida los jóvenes Víctor Adrián Loza (35) y Santiago Vicintini (21), continúa generando conmoción y reclamos de justicia.
En este contexto, el abogado Carlos Nayi ha asumido la representación de los padres de Adrián Loza (Víctor Loza e Ramona Inés Mansilla) y de Santiago Vicintini (su madre Valeria Verónica Vicintini) quienes se han presentado como querellantes particulares en la causa. Interviene la Fiscalía Distrito 2 Turno 5, a cargo de María Florencia Espósito.
“Estos casos necesitan justicia y así lo están pidiendo sus familiares”, señaló Nayi a La Voz. Nayi fue contundente al afirmar: “Fueron muertes que se pudieron haber evitado”.
Sobre el caso de Adrián indicó: “Adrián había comenzado a trabajar en esta fábrica situada sobre ruta 10, en jurisdicción de Río Primero, allá por el mes de febrero del año 2023. La función específica que tenía era controlar y mantener las piletas de lombricompostaje. Estas piletas se utilizan en el proceso de elaboración de dulce de leche”.
“Lejos de respetar los límites de la actividad funcional, los superiores lo obligaban a realizar tareas distintas a las que formaban parte, por ejemplo controlar el piletón, mantener la bomba de la cisterna, realizar reparaciones de electricidad que eran tareas de alto riesgo teniendo en cuenta el lugar donde debía cumplir sus funciones, sin equipamiento, preparación o entrenamiento necesarios”.
Santiago murió al tratar de ayudar a su compañero.
“Fue la crónica de una muerte anunciada”
El abogado recordó un precedente alarmante: el 4 de marzo, Adrián fue supuestamente “obligado a realizar la limpieza de un tanque”, una actividad para la cual “no tenía los conocimientos, ni el entrenamiento ni las medidas de protección”.
En esa ocasión, sufrió una descarga eléctrica.
“También lo obligaron a sacar una sonda del tanque que tiene una especie de tapón”, recordó.
“Concretamente, se quedó pegado. Logra milagrosamente alejarse de esa fuente de electricidad que por poco no lo mata”. A pesar de haber salvado su vida milagrosamente, pocos días después, el 12 de abril, ocurrió la fatalidad.
“Fue una crónica de una muerte anunciada”, sostuvo.
“Nunca tuvo elementos de seguridad, había olores nauseabundos, tareas de alto riesgo en contacto con productos químicos tóxicos”, añadió.
El letrado se basa en el testimonio de los padres de Adrián, quienes le relataron detalles sobre las condiciones laborales de su hijo. El 12 de abril se produjo la tragedia en esa fábrica de dulce de leche.
Según la información proporcionada por la familia y presentada por el abogado:
- Adrián Loza trabajaba “en blanco” y su tarea principal era el control y mantenimiento de la pileta de lombricompostaje.
- Sin embargo, “los encargados -que son dos-, le indicaban como superiores realizar tareas que nada tenían que ver con su misión principal, con su actividad regular”.
- Específicamente, se le asignaba “mantener la bomba de la cisterna”, una actividad que, según Nayi, implica “electricidad, una actividad de alto riesgo”.
- Esta tarea, de acuerdo con el relato, correspondía al mantenimiento de dos personas diferentes.

Nayi sostiene que, según los padres, nuevamente “lo obligan” a realizar tareas de mantenimiento en la cisterna de la fábrica, debiendo limpiar la bomba, cuando el encargado con conocimientos técnicos era otra persona. Fue en ese momento “cuando el joven inhala los gases tóxicos que le producen la muerte de forma inmediata”.
El letrado enfatizó que Adrián Loza “terminó pagando con su vida la negligencia, la imprudencia, el desapego a la ley al comisionarle cumplir tareas a alguien que no tenía ni los medios de protección para ingresar a un lugar donde se inhalan gases peligrosos”.
Los padres también manifestaron al abogado las quejas constantes de su hijo sobre su lugar de trabajo.
Les decía que “se quejaba permanentemente por estar en contacto con esos gases tóxicos, los olores nauseabundos que permanecían en su cuerpo pese a bañarse una y otra vez”.
Al parecer, y según los padres, Adrián no contaba con la vestimenta apropiada y padecía síntomas como dolores de garganta, ardores, dolor de cabeza, e irritación en manos y ojos. Según el relato de la familia, le requirió varias veces a la empresa elementos de seguridad, pero al hacerlo, “lo castigaban indirectamente con suspensiones o amenazas de despido”.
Qué considera Nayi: “Homicidio culposo”
Con la información recabada y a la espera de las pericias que confirmen estos hechos, Nayi considera que se podría estar ante la figura de homicidio culposo.
En una nota con El Diario del Pueblo, explicó que este delito es “matar por imprudentes, matar por negligentes, matar por no cumplir las normas...”, aplicable cuando no se respetan las normas establecidas para llevar adelante una actividad de alto riesgo como la involucrada.
“Esa es mi posición provisional. No descarto incluso del resultado de las pericias y otras pruebas se aplique la figura del dolo eventual”, recalcó en diálogo con La Voz.
Los padres de Adrián Loza, con el patrocinio de Carlos Nayi, buscan ahora que se establezcan “todos los niveles de responsabilidad” en esta causa, que actualmente se mantiene bajo secreto de sumario. La comunidad de Río Primero ha expresado su dolor y clamor por justicia, manifestándose masivamente para pedir que esta tragedia “no se olvide” y que “paguen los que tengan que pagar”.