“Murió mucha gente que no deberían haber muerto…”.
Corría la tarde del domingo pasado y Pablo Laurta (39) acababa de ser detenido en un hotel de la ciudad entrerriana de Gualeguaychú.
Mientras era tirado al piso y esposado, le escucharon decir esa frase. O eso dicen que le escucharon decir.
Su pequeño de 5 años comenzó a llorar. Pronto sería abrazado por una mujer policía. En la habitación de Laurta le hallaron una pistola 380, balas, ropas ensangrentadas, una billetera de una víctima y guantes. Luego, el acusado dijo sentirse mal y entró en una supuesta crisis. Luego, fue encerrado e incomunicado.
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Bajo fuertes medidas de seguridad, tanto para sí como para con los demás, alojado en una celda policial de Entre Ríos, y con un futuro legal en su horizonte complejo y que le avizora varias décadas preso, transcurre sus horas Pablo Laurta.
El hombre está sospechado de haber matado a tres personas en un corto lapso.
En las próximas horas, la fiscal de Concordia, Daniela Montangie, deberá decidir si lo imputa por el caso del conductor de Uber, Matías Sebastián Palacios. El hombre estaba desaparecido. Este lunes hallaron restos humanos dentro de una bolsa tirada en un campo entrerriano.
Se esperan complejos estudios forenses y análisis de ADN.
A todo esto, su auto está en un depósito judicial de Córdoba. Fue luego de que lo hallaran calcinado.
Mientras tanto en Córdoba, el fiscal Gerardo Reyes, del fuero de Violencia Familiar, tiene imputado a Laurta por doble homicidio agravado por mediar violencia de género y por el uso de arma de fuego, por los crímenes de Luna Giardina y de su madre, Mariel Zamudio, ocurridos el pasado sábado a la siesta en barrio Villa Serrana, en la Capital.
Entre las medidas judiciales dispuestas en Córdoba contra el acusado –quien cuenta con antecedentes por violencia de género–, está la realización de estudios psiquiátricos para determinar si tiene algún trastorno mental o capacidades alteradas que le impidan comprender la criminalidad de los hechos.
Dicho de otra manera, se intentará determinar si es imputable o no.
A la luz de lo surgido, y por la forma en que los actos fueron dirigidos en secuencias coherentes, todo indica que es imputable..
Dos serán las causas que deberá enfrentar: por un lado, el doble femicidio en Córdoba y, por el otro, lo hecho con el chofer en Entre Ríos.
Por algunas jornadas, Laurta, un uruguayo antifeminista que se ganaba la vida como emprendedor tecnológico, permanecerá preso en una sede oficial de Entre Ríos.
Luego, una comisión del grupo Eter de la Policía cordobesa irá a buscarlo, lo depositará en la Cárcel de Bouwer para que luego sea indagado por el doble femicidio.

Rompecabezas del plan criminal
A sus 39, Pablo Laurta tenía todo planeado. O eso se infiere. Ahora, los pesquisas trabajan para rearmar el complejo rompecabezas criminal.
A la luz de los hechos y lo que demuestran las investigaciones, el hombre tenía un solo plan en mente: llevarse a su pequeño hijo de 5 años a como diera lugar a Uruguay.
A la sombra de los resultados, eso implicaba asesinar a balazos a su expareja y a su ex suegra. Lo que sucedió, según la hipótesis judicial.
El plan incluía retornar a Uruguay tras cruzar la frontera, como habría hecho a la ida, por lancha.
Con varias denuncias por violencia en su contra (antecedentes en Córdoba), Laurta sabía que el viernes 10 de octubre a su ex se le vencía la tenencia de un botón antipánico y la restricción hacia ella.
Procedente de Uruguay, arribó a Concordia con un bolso con mudas de ropa y dinero. Luego se haría de la pistola, balas, guantes y chips (varios) para sus celulares.
A poco de llegar a Concordia, el 7 de octubre, se contactó con su viejo conocido, el chofer de Uber Martín Palacios, un cordobés radicado en Buenos Aires, quien asiduamente lo movilizaba a la hora de trámites.
Se cree que Laurta lo contactó y lo engañó, a cambio de $ 1.500.000, con que lo trasladara a Rafaela (Santa Fe). Era un destino falso.
Una cámara de seguridad los captó abrazándose y saludándose para luego abordar el Toyota Corolla blanco. Laurta guardó sus bolsos en el baúl. Esa fue la última vez que se lo vería vivo al chofer de Uber.
A poco de salir de Concordia, el auto cambiaría llamativamente de recorrido. Se adentró en campos y zonas de guadales que lo dejarían completamente embarrado.
En esas circunstancias, se cree, habría asesinado al chofer de Uber .
Luego, siguió el recorrido hacia Córdoba, lo que incluía pasar por Santa Fe. Fue captado por cámaras de algunos peajes en rutas.
A todo esto, y ante la falta de noticias, familiares de Palacios empezaron a a hacer denuncias.
El viernes 10 de octubre, el Toyota blanco apareció calcinado en un camino de Villa Esquiú, periferia norte de Córdoba Capital.
Alguien vio a un pelilargo que se alejaba rápido con bolso y guantes.
El fiscal Andrés Godoy, que investiga ese hallazgo, planea imputarlo por incendio doloso.
Tras el hallazgo del vehículo, y ante los primeros pedidos de paradero del chofer de Uber, se dispuso un rastrillaje de la Policía cordobesa en esa franja. No se halló nada.
Balazos y doble femicidio
No se sabe cómo llegó, pero llegó. Conocedor de la ciudad, Laurta cambió dólares por pesos. Ya el sábado 11, pasadas las 10 de la mañana, entró a la casa de su ex en Villa Serrana.
Ya armado con su pistola, ultimó a primero su exsuegra en el patio y luego, ya en la casa, hizo lo propio con su expareja, según la hipótesis fiscal.
Todo indica que el niño vio todo.
A media mañana, pidió un taxi a una empresa. Su número de celular quedaría grabado en la central. Una cámara vecinal lo captó yéndose.
Con el doble femicidio cometido, se hizo llevar a la terminal de ómnibus. Allí, se tomaría otro taxi que lo trasladaría a Entre Ríos.
Ese sábado a la siesta, en plena fuga, se prendió fuego la iglesia de Villa Serrana, drama que dejó dos nenas muertas. Todo indica que él no tuvo nada que ver.
Volviendo a la fuga, la Policía descubriría el doble crimen ya entrada la tarde del sábado. Supuestamente, fue tras un llamado al 911.
Alertadas las autoridades policiales y de Seguridad de Córdoba ante el doble femicida que escapaba, se diagramó un operativo de urgencia. Se logró dar con un taxista que aportó datos claves.
Mientras el fiscal Gerardo Reyes ya se comunicaba con sus pares de Entre Ríos y solicitaba intervenciones telefónicas, el ministro Juan Pablo Quinteros movía contactos para agilizar trámites.
Así se logró que expertos pudieran, con orden judicial, “abrir el celular” y escuchar lo que el fugitivo hablaba.
Laurta no paraba de armar su fuga hacia Uruguay. Hablaba con uno. Hablaba con otro.
En Córdoba, los policías no dejaban de oírlo. El rastreo de las antenas, permitió obtener datos finos de su paradero en Entre Ríos.
Con esa información clave, Laurta fue detenido en el hotel de Gualeguaychú. “Si nos demorábamos, se mandaba a Uruguay”, dijo Quinteros.
