Uno de los albañiles que trabajó en el terreno donde encontraron los restos del desaparecido por 41 años Diego “Gaita” Fernández Lima, en el barrio porteño de Coghlan, declaró que notó “preocupado” a Norberto Cristian Graf, excompañero de colegio de la víctima, habitante de la casa donde se produjo el hallazgo y ahora imputado por encubrimiento.
Lo que declaró el albañil y las sospechas sober Graf
El albañil Rolando Medina Rodas declaró como testigo ante el fiscal Martín López Perrando, a cargo de la causa judicial que se inició el 20 de mayo pasado, cuando los obreros encontraron restos óseos en el momento en que hacían, sobre la medianera que linda con la casa de Graf, una excavación para fundar cimientos.
“Lo notaba preocupado”, recordó en referencia a Graf, el hombre de 58 años que fue imputado por presunto encubrimiento agravado y supresión de evidencia, según publicó el diario La Nación. En su casa, que habita, fue enterrado su compañero de secundario Fernández Lima, que estaba desaparecido desde el 26 de julio de 1984.
Cuando el fiscal le preguntó al obrero si había tenido contacto con los vecinos de la casa lindera, situada en avenida Congreso 3742, el testigo respondió: “De manera directa no, pero en un momento un hombre se acercó y dijo que teníamos prohibido tocar un árbol pequeño que estaba al lado de un bananero. Nos llamó la atención porque estaban haciendo una medianera nueva”.
“No tenía mucho sentido que prohíba el trabajo por un árbol que en sí mismo no llamaba la atención ni nada por el estilo, que además estaba en el terreno de la propia obra, particularmente sobre la medianera trazada. En todo momento estuvo presente, cerca de ellos (por los albañiles), controlando lo que hacían cada vez que se acercaban a la medianera. Lo notaba preocupado”, agregó.
El 20 de mayo pasado, el día del hallazgo de las 151 piezas óseas, Graf se acercó a la vereda y, mientras los peritos de la Unidad Criminalística Móvil (UCM) de la Policía porteña realizaban el levantamiento de evidencias, trazó una serie de hipótesis sobre los huesos encontrados en el fondo de su casa. Situación que terminó siendo contraproducente para él.
Al respecto, Fernando Daniel Scarfo, licenciado en Seguridad Higiene que cumple funciones en la obra de la avenida Congreso 3748, declaró como testigo y recordó las palabras del sospechoso.
Scarfo cree que Graf dijo “‘donde es mi casa pudo haber sido una iglesia’. Dijo que los curas pudieron haber enterrado a los que se iban muriendo. Después dijo que muchos años atrás hubo un establo y, al final, contó que tuvieron que nivelar el terreno del fondo donde está ubicada la pileta y pidió tierra para nivelarla y los huesos pudieron haber estado en el camión”, según se desprende del dictamen.
El fiscal apuntó contra Graf: “Al momento en el que iniciaron los trabajos de excavación en el domicilio lindero a su casa se mostró preocupado, temeroso de que la verdad saliera a la luz”.
“Por ello, les espetó a los obreros que tenían prohibido cortar un determinado árbol que se hallaba cercano a la medianera que dividía ambas propiedades e incluso ante la imposibilidad de que puedan cumplir con dicha petición, su actitud al momento en que avanzaba la construcción fue de suma preocupación: observaba, vigilaba, veía que cada minuto que pasaba aumentaba la posibilidad de que los restos de la víctima sean hallados“, añadió.
El representante del Ministerio Público remarcó: “Luego, el 20 de mayo, momentos en que se encontraron los restos físicos de Fernández Lima, su preocupación se transformó en ocupación al exteriorizar su conducta encubridora”.
“Ello fue así a partir del ensayo de diversas excusas, pasando desde la existencia de una iglesia en donde habrían sido enterradas personas hasta que en una oportunidad habría pedido tierra para rellenar su terreno y que los restos habrían venido ocultos sin que nadie se diera cuenta”, indicó.
“No obstante, dichas explicaciones resultaban de lo más inverosímiles e incluso entre los propios obreros circularon las consultas acerca de la probabilidad real de que ello hubiera sido posible, echando por tierra -valga la redundancia- esta hipótesis incoada por Graf y que denota de sobremanera la conducta esgrimida y su finalidad ulterior”, agregó.
Ahora el juez nacional en lo criminal y correccional Alejandro Litvack debe definir si cita a indagatoria a Graf, como pidió el fiscal. El lunes pasado, Graf se presentó en la Fiscalía, pero no había imputado aún.
El caso de Diego Fernández Lima
De acuerdo a lo reconstruido por la fiscalía en función del testimonio de los familiares, aquel 24 de julio de 1984, Diego volvió del colegio y almorzó con su madre. Luego le dijo que iba a encontrarse con un amigo y le pidió dinero para el colectivo.
Un conocido cruzó a Diego en la esquina de Rómulo Naón y Monroe, en Villa Urquiza y lo saludó. Fue la última vez que alguien lo vio, según informó el Ministerio Público Fiscal.
Alrededor de las 20.30, como el joven no volvía, sus padres fueron a la entonces comisaría 39 de la Policía Federal a reportar su desaparición, pero allí el caso quedó asentado como una presunta “fuga de hogar”.
Así, comenzó una búsqueda con panfletos pegados en el barrio, al tiempo que trataron de visibilizar su desaparición en los medios de comunicación. Su padre, dio una entrevista por el caso, en 1986, y murió sin saber el destino de su hijo. Por su parte, la madre del joven y sus hermanos, aún lo buscaban.
Si bien por el paso de los años la acción penal está prescripta, desde la Fiscalía procuran avanzar con la investigación para reconstruir los hechos y cumplir con la tarea de poder brindarle a la familia de la víctima la verdad sobre lo sucedido.
Los restos del adolescente fueron hallados en mayo en el jardín de un chalet cuando los obreros levantaban una medianera en la casa lindera que había sido propiedad de la artista Marina Olmi -hermana del actor Boy Olmi-, y que había alquilado Cerati entre 2002 y 2003.
Junto a los restos se encontraron una moneda japonesa, un reloj con calculadora Casio -fabricado en Japón en 1982-, un llavero flotante naranja con una llave, una ficha de casino, la hebilla de un cinturón, la suela de un mocasín talle 41 y una corbata tejida de uniforme colegial.
Todos estos elementos ya habían dado una serie de pistas que permitían inferir que se trataba de alguien joven y a fijar en la década del ’80 la fecha en la que se habría producido el crimen.
Fue la difusión mediática sobre el hallazgo de restos en ese terreno lo que llamó la atención de un sobrino de Diego, que sospechó que el NN enterrado podía ser su tío desaparecido hace 41 años.