Era un incendio de un descampado más. O eso decía el llamado vecinal que ingresó al cuartel. No tardaron mucho los bomberos en llegar al lugar, desplegar los equipos y sofocar las llamas. Parecía un trabajo más para los efectivos y lo era; sin embargo, quedaron paralizados: en medio del material calcinado, había numerosos huesos humanos.
El jefe de la dotación tomó el celular y llamó a su jefe.
Al cabo de unos momentos, la zona iba a quedar precintada y repleta de policías, de comisarios, de funcionarios judiciales y de numerosos peritos de la Policía Judicial.
Corría la tarde del 15 de febrero de 2023 y se acababa de descubrir un nuevo y salvaje homicidio en la provincia de Córdoba.
Daniel Enrique Coria tenía 38 años y tuvo una muerte brutal y cruel en la zona de Bajada de Piedra, cerca de la ruta 19, en la periferia este de Córdoba capital.
Coria fue engañado, emboscado, golpeado y ejecutado a balazos. Los asesinos quemaron su cuerpo para borrar pruebas y buscar impunidad.
Hay más: los criminales actuaron como parte de un plan mafioso que fue ideado, ordenado y pactado por dinero desde la cárcel de Cruz del Eje, según la causa.
Hay más aún: uno de los sicarios llegó a filmar con su celular la tarea homicida y envió un video al supuesto ideólogo del plan: un narco condenado en aquella prisión.
Dos años y medio después, llegó la hora de la verdad: seis hombres comenzarán a ser juzgados la semana próxima por la Cámara 6ª del Crimen de Córdoba y con la participación de jurados populares.
El juicio iba a empezar el viernes, pero se suspendió porque uno de los acusados cambió de abogado a último momento.
El principal acusado es Pablo Mario Silva, alias “Pistola”, quien está señalado de haber sido el supuesto ideólogo del plan mafioso.
No estará solo.
En el banquillo de los acusados, también estarán su hermano Martín Ezequiel Silva (sindicado de haber sido el nexo a la hora de pagarle a la banda), y los hermanos Carlos Daniel Figueroa, Héctor Oscar María Figueroa y Michael Joel Figueroa, y hasta Matías Gabriel Palacios. Estos últimos cuatro están sospechados de haber sido “la mano de obra” que cometió todo.
Todos llegan a juicio por la gravosa figura penal de homicidio calificado por precio y premeditación.
En caso de condena con esa figura, les corresponde la única pena de prisión perpetua.
El alevoso asesinato mafioso de Coria deja en evidencia otra vez hasta dónde pueden llegar bandas vinculadas a la actividad narco en Córdoba y lo que se puede tramar y llevar adelante desde un establecimiento penitenciario provincial.

Brutal crimen, compleja causa
No fue simple el trabajo de los pesquisas del departamento Homicidios de la Policía, bajo la conducción de la fiscal Claudia Palacios.
Es que, al inicio de todo, no había forma de identificar a la víctima. Los restos eran huesos calcinados. En las inmediaciones, se halló la llave de una moto.
No tardaron mucho los pesquisas en atar cabos y relacionar ese cuerpo con el caso de un vecino de la zona que estaba desaparecido y por quien su familia estaba reclamando por su hallazgo de manera desesperada.
Aquel hombre había salido de su casa en moto para encontrarse con unos sujetos que le habían prometido “un trabajo”.
El examen de ADN terminó por confirmar días después la sospecha de que los restos eran de Daniel Coria, quien residía en Malvinas Argentinas.
Establecidas la identidad de la víctima y la sospecha de la mecánica del asesinato, los detectives se adentraron en la segunda parte de la labor investigativa: descubrir las últimas horas del hombre, sus vínculos y saber quién lo quería muerto y por qué, entre otros puntos.
Un complejo trabajo de campo que incluyó el análisis de comunicaciones de celulares, testimonios y numerosas averiguaciones en la zona permitieron establecer que Coria había sido citado presuntamente por los hermanos Figueroa a un lugar “para un trabajo”. No quedaría claro qué clase de trabajo.
La sospecha es que la víctima llegó en su moto y fue emboscada por una patota aquel febrero de 2023.
Testimonios recolectados y otras pruebas permitieron establecer que Coria fue golpeado y ejecutado con disparos de arma.
Habría más salvajismo.
Fuego y filmación
El cuerpo del hombre fue arrastrado hasta un descampado ubicado en la zona de Bajada de Piedra, a pocos kilómetros de barrio Yapeyú. En el lugar, los asesinos acercaron gomas y maderas y prendieron fuego a todo. La demencial faena criminal se extendió durante varias horas: a lo largo de la jornada, según la causa, los criminales fueron acercando material combustible, como más gomas en desuso, para que el fuego no decreciera.
En medio de esa acción mafiosa, uno de los delincuentes tomó su celular y comenzó a filmar la acción.
Le faltaba un brazo, o eso fue lo que quedó captado por el reflejo del cuerpo en la pantalla mientras las llamas eran filmadas. En el video casero, quedó captada la brutal faena, mientras varias personas miraban, se reían y hasta amenazaban.
Una versión da cuenta de que habrían existido más filmaciones realizadas con ese celular.
La pesquisa de la fiscal permitió determinar que al menos ese video fue enviado a un celular que se encontraba a 200 kilómetros de allí. El aparato estaba en una celda de un pabellón en la cárcel de varones de la ciudad de Cruz del Eje.

Crimen mafioso por encargo
De acuerdo a la hipótesis de la fiscal Palacios, el video llegó a manos de Pablo Mario Silva, quien cumple condena en aquel penal y habría sido al momento de los hechos un “pluma” de pabellón. La sospecha es que el material le fue enviado, ya que él habría sido quien encargó todo. Era una muestra del “trabajo” encargado.
La pesquisa fiscal se profundizó aún más y se centró en un complejo trabajo investigativo basado en rastreo de llamadas, en comunicaciones y en testimonios varios.
En ese marco, la sospecha fue que “Pistola” Silva habría encomendado engañar, emboscar y matar a Daniel Coria a cambio de una fuerte suma de dinero que se habría abonado presuntamente en parte.
En ese plan, habrían participado su hermano Martín Silva (en aquel momento en libertad) y quien habría sido el nexo para buscar la “mano de obra” y abonar “el trabajo” a los Figueroa. Entre estos, sobresale el presunto cabecilla del grupo, Carlos Daniel Figueroa, alias “el Manco”, precisamente porque le falta un brazo.
¿Homicidio por drogas?
Los seis acusados comenzarán a ser juzgados este viernes con férreas medidas de seguridad en la Cámara 6ª del Crimen en los Tribunales II de la ciudad de Córdoba.
Será un arduo debate que demandará varias audiencias y se espera un desfile de muchos testigos, entre los que habrá familiares de la víctima, vecinos, comisionados y peritos policiales y judiciales que estuvieron detrás del rompecabezas de la causa.
Si bien no es una cuestión central para el proceso, es probable que en el juicio surjan elementos que echen luz sobre el móvil del asesinato.
En ese marco, la sospecha de siempre es que todo se habría tratado de una eventual venganza vinculada a negocios narcos.
La acusación estará en manos del fiscal de cámara Martín Berger, quien tendría toda la intención de ir a fondo contra el lote de acusados y requeriría máximas penas.