El domingo de la pasada semana, cansados de la inseguridad que azota a la zona, un vecino del jardín de infantes 9 de Julio, ubicado en barrio Deán Funes, en la zona sudeste de la ciudad de Córdoba, decidió entrar al patio del establecimiento e intervenir: había visto sombras en medio de las penumbras en las que días antes desconocidos dejaron las instalaciones, luego de robar las instalaciones eléctricas.
Pero fue tarde, porque se acababan de robar el cuarto equipo de aire acondicionado en menos de dos meses.
La seguidilla de robos comenzó a principios de año, cuando un grupo hasta ahora no identificado de personas ingresó al patio del jardincito. Ese primer golpe se registró el 14 de febrero, según integrantes de la comunidad educativa.
“Vimos llegar a las autoridades del jardín y empezamos a averiguar. Primero les preguntamos a ellos, pero fueron muy reservados y no quisieron dar demasiados detalles. Aunque ese mismo día supimos que habían entrado al patio, habían arrancado una canilla de agua y se habían llevado uno de los motores de los aires acondicionados que teníamos”, contó una mamá afligida por la situación que se vive.
Luego de ese día, los padres se reunieron y se contactaron con docentes del establecimiento. Lo único que pudieron saber fue que se había realizado la denuncia y que la Policía de Córdoba había estado en el lugar para relevar los daños.
Al otro día, los mismos papás que habían advertido el robo del día anterior vieron cómo un grupo de chicos salía corriendo de la sede educativa. “Según nos enteramos, entraron y como no pudieron robarse el otro motor del segundo aire, lo destruyeron por completo. Fueron sacando, parte por parte, todo lo que era de cobre o de metal. Dejaron el equipamiento todo roto”, contó un papá de un alumno de la sala de 5.
Días más tarde, el 4 de marzo, un comerciante de la zona que habita una vivienda cercana al jardín observó movimientos dentro de la institución. Corrió la voz en un grupo de seguridad que tienen entre los vecinos y donde también se encuentran oficiales de policía.
En efecto, los ladrones habían vuelto a atacar.
Los detalles se conocieron al día siguiente: habían ingresado por el alambrado que separa al jardín de la escuela homónima y habían robado el tercer equipo de aire. “Como las ‘seños’ habían resguardado el equipo con rejas, no pudieron llevarse el motor. Pero metieron las manos y arrancaron caños y tornillos. El aire quedó en desuso”, comentaron los papás.
El 20 de marzo el jardín volvió a padecer otro robo. Esta vez, desconocidos arrancaron las luminarias del patio del establecimiento. También atacaron otro equipo de aire acondicionado y forzaron una ventana de una de las salas.
“Se llevaron las cuatro ‘tortuguitas’ y dejaron todo el patio a oscuras. Ya habían robado hacía algunos días los reflectores de la escuela. Toda esa área quedó en una oscuridad absoluta”, comentó otra madre de un estudiante.
Las maestras de la institución volvieron a contactarse con las fuerzas y realizaron otra denuncia. “Esa misma tarde llegó un patrullero para obtener más datos, pero tampoco hubo detenciones”, contó una mamá de otro alumno.
Al parecer, esta vez los ladrones intentaron ingresar al interior de la escuela. “No pudieron hacerlo porque las rejas son muy fuertes, pero tenemos miedo de que lo vuelvan a intentar en cualquier momento”, planteó una madre.
Otra se le unió en el reclamo: “Los chicos del barrio están tan perdidos por el consumo de drogas que son capaces de volver y de intentar ingresar cuando están nuestros hijos en clases”, dijo.
Finalmente, durante la noche del 24 de marzo, con el jardín a oscuras, se volvió a escuchar otro ruido. Nuevamente un vecino de la zona fue a mirar lo que estaba ocurriendo. Se encontró con la directora, que acababa de llegar al lugar.
No saber qué hacer
“Estaba muy triste. Las docentes ya no saben qué más hacer. Ese día rompieron el cuarto motor del aire, aunque no se lo pudieron llevar, porque les habían puesto rejas y chapas. Igual metieron las manos y se llevaron lo que pudieron”, contó un miembro de la comunidad educativa.
Las docentes del jardín 9 de Julio prefirieron no dar declaraciones, aunque reconocieron la seguidilla de robos y lamentaron la situación por la que atraviesan.
Por su parte, los papás pidieron presencia policial en las puertas del jardín.
“Hace dos semanas que nos roban a nosotros cuando llegamos con nuestros hijos. A una mamá la golpearon para quitarle el celular y tuvieron que darle asistencia dentro del establecimiento. Y hace 10 días atrás hubo un tiroteo a unas cuadras, con heridos”, comentaron un grupo de 10 familias preocupadas por la ola de inseguridad.
Un sector a merced de la delincuencia
“Vivimos día a día rezando para que no nos roben. Y sino pedimos que no nos maten”.
La confesión estremece. Sale de la boca de una vecina que habita las inmediaciones del jardín de infantes 9 de Julio, que sufrió cuatro robos en los últimos dos meses.
Su observación es compartida por sus pares. Los habitantes de barrio Dean Funes aseguran que los horarios de ingreso escolar son “franjas calientes” para la actividad delictiva.
“Pasan en motocicleta y están rondando todo el tiempo por las calles del barrio. Todos los días le roban a alguien. Buscan celulares, bolsos y billeteras de las mamás y los papás que a esa hora llevan a sus hijos a la escuela o al jardín”, fue el comentario de Ramón, uno de los vecinos que se movilizó este lunes para mostrar solidaridad con los establecimientos educativos afectados por los robos.
Silvina, otra mamá que lleva a su hija al jardín, dijo que su mayor temor es que “alguien termine lastimado”. “En cualquier momento se meten al jardín y lastiman a las docentes, que son las únicas que defienden a nuestros hijos. La Policía llega al instante. Demora unos 15 minutos, porque están en los grupos de seguridad. Pero es tiempo suficiente para que los ladrones se escapen y por eso necesitamos una posta fija”, pidió.
El grupo de padres está conformado por unas 10 familias y asegura que la zona se encuentra “a merced” de un grupo de delincuentes. “Todos los días tenemos que contar un nuevo robo. No podemos esperar a que esto acabe mal”, plantearon.
