En muebles de cocina y de estilo Luis XV, a través de “mulas”, aviones con las narcovalijas de Southern Winds o hasta en manteles. No sólo las bandas dedicadas al narcotráfico buscan cruzar las fronteras con la introducción de cocaína en Europa. En ocasiones, puede ser producto de ambiciones criminales individuales.
En pocas o escandalosas cantidades, como en el caso de los casi 60 kilos de cocaína que en 2004 tocaron suelo en el aeropuerto de Barajas, en Madrid (como lo describen los periodistas Mauro Federico y Fernando Ortega Zabala en Historia del contrabando en la Argentina), la cocaína es altamente requerida en España y en otras partes del Viejo Continente.
Algunos años más tarde del caso de Southern Winds, en 2012, las autoridades bonaerenses frenaron el envío de 280 kilos de la sustancia blanca a España y a Estados Unidos en muebles antiguos.
En otra causa, en 2019, descubrieron más de 250 kilos de cocaína en Ezeiza a punto de despegar rumbo a Madrid; y por el hecho, un cordobés terminó condenado a cinco años de prisión por contrabando.
Manteles “blancos”
En menor proporción, la también cordobesa Gisela Carolina Ledesma (33) quedó implicada en una investigación narco. Sin ningún tipo de vinculación con los casos anteriores, el 25 de abril de 2016 esta exempleada de limpieza de un conocido hospital de la ciudad de Córdoba se presentó en la sucursal DHL Express, en pleno Centro de la capital provincial, para enviar dos encomiendas.
En las filmaciones de la empresa de correo, se la vio acompañada por una niña. Despachó ocho manteles en dos cajas de cartón con distintos destinatarios: un hombre residente en la ciudad de L’Hospitalet de Llobregat y una mujer de la localidad de Santa Coloma de Gramanet, ambas en la provincia de Barcelona, región de Cataluña.
DHL trasladó los paquetes a la sede de Buenos Aires, donde se realizó un control no intrusivo. Las autoridades advirtieron algo sospechoso, por lo que, al abrirlas, detectaron que los manteles estaban impregnados con cocaína para evitar los controles aduaneros.
De acuerdo con el peritaje, la mujer habría querido enviar a España los manteles con casi 900 gramos de cocaína. Sin embargo, la maniobra fracasó y fue imputada por el fiscal federal N° 1 de la ciudad de Córdoba, Enrique Senestrari, por transporte de estupefacientes y contrabando calificado en grado de tentativa.
“Es dable de destacar que la empresa prestadora de servicio desconocía el contenido de los manteles en cuestión. De este modo, Ledesma intentó exportar desde nuestro país al Reino de España la sustancia y así burlar las funciones que las leyes le acuerdan al servicio aduanero” argentino, indicó el instructor en la elevación a juicio.
¿Una banda delictiva?
No fue la única imputada. También fueron acusados Ricardo Alfredo Sánchez, Walter Gustavo Alberto Guzmán y Alejandro Gabriel Altamirano como presuntos integrantes de una asociación ilícita dedicada –en 2016– a cometer delitos en contra de la salud, la administración, la fe pública y la propiedad.
La hipótesis de Senestrari era que Altamirano y Guzmán se habrían abastecido de drogas que habrían vendido luego a distintos proveedores o consumidores en diferentes puntos de la ciudad de Córdoba.
A su vez, habrían provisto las sustancias a Sánchez, quien al parecer las compraba para comercializarlas junto a su pareja, Ledesma. Para el fiscal, paralelamente habrían planificado enviar a España la cocaína impregnada en los manteles (presuntamente adquiridos de manera previa por Sánchez, Guzmán y Altamirano).
Por otra parte, Altamirano, Guzmán y Sánchez también se habrían dedicado a realizar tareas de inteligencia para perpetrar robos en distintos comercios (entre otros, un frigorífico cercano a la ciudad de Alta Gracia), además de comprar autos robados para luego revenderlos en el norte del país con papeles falsos (autos “gemelos”).
No obstante, el entonces juez federal N° 1 de la ciudad de Córdoba, Ricardo Bustos Fierro (hoy jubilado), si bien advirtió un amplio repertorio de escuchas entre los sospechosos (en las que aludían a actividades ilícitas), no encontró ningún elemento de prueba para vincular a los imputados con las supuestas maniobras delictivas.
Sostuvo que no pudo establecerse, por ejemplo, quién había sido la proveedora de las drogas que presuntamente había comprado Sánchez para revender posteriormente a Guzmán. Tampoco se pudo establecer quiénes eran los contactos de Guzmán en el norte de la Argentina –donde se revendían los vehículos robados– o qué personas confeccionaban la documentación apócrifa para consumar los autos “gemelos”.
No se incautaron vehículos, documentación apócrifa, dinero, armas ni estupefacientes. Finalmente, sobreseyó a Sánchez, Guzmán y Altamirano por presunta asociación ilícita, transporte de estupefacientes e intento de contrabando calificado. Pero procesó a Ledesma por transporte e intento de contrabando calificado (fue sobreseída por asociación ilícita).
La mujer fue la única sospechada de la causa que quedó filmada por las cámaras de DHL cuando fue a despachar las encomiendas, sin ser acompañada por ninguno de los demás sospechosos iniciales (Sánchez, Guzmán y Altamirano).
La mujer ya había quedado en la mira por el intento de robo en la contaduría del Hospital Ferreyra en Córdoba capital, de acuerdo con las escuchas practicadas a Guzmán y a Sánchez. Debido a que Ledesma trabajaba como personal de limpieza, al parecer facilitaría el ingreso de los otros sospechosos y les avisaría el día en que se depositarían los fondos para el pago de los sueldos y los aguinaldos de los empleados.
Guzmán y Sánchez habrían realizado tareas de vigilancia de las cámaras de seguridad, el número de custodios y la forma en que escaparían. Mencionaron que sería un trabajo fácil si usaban las “herramientas” (armas). No obstante, el plan se frustró luego de que los investigadores notificaron a la Policía de Córdoba, que controló la zona del hospital y llegó hasta la casa de Guzmán antes del robo.
Sánchez también quedó bajo sospecha cuando la Policía llegó hasta su casa-peluquería, en barrio San Vicente, tras frustrarse el ilícito. “Estuvo toda la ‘yuta’ de Córdoba en mi casa”, indicó a un hombre, en una de las intervenciones filtradas por la Justicia.
“Estaba cortando el pelo (…) Llegó un patrullero. Al rato cayó otro patrullero, cayeron tres, cuatro, cinco y seis. Llegó un jefe de la ‘yuta’ con 300 estrellas. Llegó un fiscal (…) Decí que no tenía ni una ‘tuca’, ni nada. Subí todas las ‘herramientas’ para arriba, a la casa de mi cuñada”, comentó.
Ledesma deberá afrontar el juicio en septiembre por los manteles “blancos”.
