Lorenzo Oscar “Millón” Castro (67) vivía en General Cabrera. Se ganó ese apodo porque era muy hábil como rematador. Tenía una carrera de 35 años como martillero público y corredor inmobiliario.
Su destino fatal se signó hace ocho meses cuando, en el casino de Río Cuarto, conoció a una impostora ahora acusada de prenderle fuego y acabar con su vida, según la Justicia.
La mujer se llama Gabriela Patricia Alcaraz (55), pero se hacía llamar Patricia Gabriela Mallo. Utilizaba el nombre de una camarista de Capital y decía ser jueza federal jubilada.
Según Gabriela Castro, hija de la víctima, Alcaraz embaucó a su padre y, en principio, hasta lo utilizó para abrir una inmobiliaria en otro pueblo, Carnerillo, de acuerdo a lo que dijo.
Lorenzo había cortado una breve relación sentimental con ella, pero la mujer decía querer seguir siendo “socia” de “Millón”.
Castro era muy conocido y apreciado en el ambiente del turf en todo el país. Separado, padre de dos hijos, con “un nieto que era su adoración”. Sus familiares descartaron desde el inicio que hubiera querido prenderse fuego para terminar con su vida.
Gabriela Castro cuenta que, el día del crimen, llamó a su padre para pedirle el número de DNI. Quería hacer una autorización para que el abuelo retire a su hijo del colegio. Recuerda que él le dijo que ese día “tenía un negocio muy grande”.
Señala que, a las 14.46 su papá la llamó y le pasó con la mujer porque supuestamente quería saludarla porque había sido su cumpleaños.
“Ella me empieza a hablar, a decirme que tenía que entender que mi papá quería a otra persona, que no la quería a ella pero que iban a quedar con una relación de socios y a seguir siendo amigos. Yo ni desconfié, pobre mi viejo”, relata Gabriela.
La hija da su hipótesis: “Ese martes 16, ella me habla 16 minutos. Creo que ella le da algo de tomar, lo seda y ese tiempo estaba esperando que le haga efecto. Porque al último yo no lo sentía a mi papá atrás. Y ahí le debe haber prendido fuego al colchón. Mi papá no fumaba, jamás prendió una vela, nada”.
Crimen y fuego
Lo primero que les generó sospechas a los hijos es que, a partir de la hora de esa llamada, Castro no vio más ningún mensaje en el teléfono.
Las persianas de la casa estaban herméticamente cerradas y él no solía bajarlas. Al hombre lo encontraron muerto al día siguiente. Estaba quemado.
Además de las cámaras de la zona, habría testigos que vieron a la mujer salir de la casa. Pero lo que cerró el círculo de sospechas en su contra fue descubrir que, aunque usaba otro nombre, era la misma persona que hasta Interpol buscaba por un doble homicidio calificado cometido en Buenos Aires. Para sorpresa de los investigadores, sería un hecho casi idéntico al de General Cabrera.
El abogado de los hijos de la víctima, Alexis Alvarenga, se mostró muy conforme con la investigación y la detención. Dijo que, personalmente, apenas fue consultado por la familia, se puso a averiguar sobre esta supuesta jueza.
Mencionó que la primera vez que la citaron a declarar como testigo, dijo que estaba haciendo trámites en los Tribunales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, lo que resultaba extraño ya que ella había dicho que estaba jubilada.
Alvarenga, como integrante de una asociación nacional de magistrados, enseguida descubrió que la mujer estaba usurpando la identidad de una funcionaria judicial en actividad.
Casi inmediatamente los investigadores de Cabrera y Río Cuarto descubrieron que la mujer que se había hecho pasar por jueza era nada menos que Gabriela Alcaraz, una mujer con pedido de captura nacional e internacional.
En las últimas horas se confirmó que Alcaraz fue condenada hace poco en Buenos Aires por el homicidio doblemente calificado de su pareja, un hecho cometido en el 2022, de características muy similares al de General Cabrera.
“Al hombre de Buenos Aires, que era su pareja, también le prendió fuego, por eso fue condenada. La sentencia aún no estaría firme, aún no se conocen los fundamentos del fallo”, dijo una fuente judicial.
En tres años, Alcaraz, nativa de Río Cuarto, habría engañado y ultimado a dos hombres: en la jerga policial se la conoce como “viuda negra”.
En la causa de Cabrera, la sospechosa había declarado como testigo el lunes. Se comprobó luego que había dado un nombre falso. El único contacto que podían hacer los investigadores con ella era por teléfono. El martes por la noche la detuvieron en una clínica de la ciudad.
La sospechosa dice tener un problema de piel pero se investiga si pudieron haberle quedado en el cuerpo marcas del fuego en el que pereció Castro.