- Un joven espera en libertad el juicio por haber matado a otro muchacho en medio de una insólita discusión callejera.
- El crimen ocurrió el año pasado a metros del Hospital de Clínicas de barrio Alberdi
- de la ciudad de Córdoba.
A fines del año pasado, la causa penal por una pelea callejera que terminó en asesinato tuvo un movimiento particular. El fiscal de Distrito 1 Turno 4 de la ciudad de Córdoba, Rubén Caro, valoró que el acusado había intentado eludir a la Justicia después del crimen, por lo que resolvió dictaminar que debía continuar todo el proceso en la cárcel.
La jueza de Control N° 4, Anahí Hampartzounian, estuvo de acuerdo y confirmó la prisión preventiva.
Pero la defensa de Maximiliano José Vivas, el imputado, volvió a insistir en que el joven en libertad no iba a obstaculizar el proceso en su contra y recurrió a la Cámara de Acusación. Y ahí sí logró el guiño judicial. Vivas quedó en libertad en diciembre pasado, a sólo cinco meses del crimen.
Pero libertad condicional no es sinónimo de impunidad, repiten en Tribunales cada vez que la opinión pública vuelve a debatir las excarcelaciones de los acusados. De diciembre a esta parte, el fiscal Caro continuó engordando el expediente y ahora resolvió que Vivas debe ir a juicio.
De esta manera, cuando el receso judicial pase en la ciudad de Córdoba y la crisis sanitaria por la pandemia lo permita, en Tribunales 2 se va a desarrollar un debate interesante en torno a la muerte de Sergio Ezequiel Gareca (25).
El joven fue golpeado en medio de una discusión callejera el 20 de julio último en la esquina de Santa Rosa y Paseo de la Reforma, a una cuadra del Hospital de Clínicas, de barrio Alberdi. Allí fue internado, pero murió ocho días después.
La descripción judicial de lo ocurrido es una síntesis de la irracionalidad más burda en la vida cotidiana. Dos personas desconocidas entre sí que se cruzaron caminando en veredas opuestas, que se miraron de manera casual, lo suficiente para que una de ellas interpretara que la otra lo desafiaba. Un improperio, un pedido de disculpas y una trompada artera, por la espalda, que arrojó a Gareca al cordón de la vereda sin posibilidades de intentar amortiguar la caída. El daño cerebral fue irreversible.
Comenzó a convulsionar y un amigo salió corriendo en dirección al hospital para buscar ayuda. Cuando los médicos fueron a buscarlo, Vivas y quien lo acompañaba esa noche ya habían desaparecido del lugar.
Vivas también se borró de cualquier otro lugar que solía frecuentar. Cambió su rutina por completo, hasta que el 5 de agosto pudo ser atrapado.
El fiscal Caro lo imputó por homicidio preterintencional: aquel que se comete como producto de una agresión física que no tenía la intención de matar. La pena prevista para esta figura penal oscila entre los tres y los seis años de prisión. Vivas, en tanto, siempre negó la acusación.
Cuando el juicio se realice, el debate será intenso. Entre el pedido de inocencia y la presunta culpabilidad, ahora hay matices sensibles: ¿lo quiso matar o no? ¿se lo puede tratar como a un asesino o sólo alguien que golpeó sin medir las posibles consecuencias? Las respuestas que lleguen durante el debate puede hacer que la escala penal trepe o que directamente quede en el primer peldaño.