La mañana del lunes arrancó con un dejo de temor y amargura entre los voluntarios y trabajadores del centro comunitario que encabeza el párroco Mariano Oberlin en barrio Maldonado, zona sudeste de la ciudad de Córdoba, tras sufrir un nuevo robo violento.
Esta vez fue contra una mujer que lleva largo tiempo prestando funciones de mantenimiento y limpieza para la comunidad. Alrededor de las 8.30 de la mañana fue encañonada y encerrada en el baño por un joven que se hizo pasar por familiar de otro, según detallaron fuentes policiales.
El atacante le quitó su celular y se llevó las llaves de la sede del centro comunitario donde cientos de chicos estudian oficios y algunas materias que presta una universidad privada, en la calle Martín Cartechini al 400.
Se trata del edificio de mayor dimensión entre las disitntas sedes donde Oberlin lleva a cabo su obra. En el lugar hay herramientas tecnológicas, aulas para dar talleres y cursos y hasta un estudio de grabación.
Los propios compañeros de la víctima se percataron de su ausencia y acudieron a su encuentro. Al llegar, la mujer se encontraba en un estado de nerviosismo.
Repetición de ilícitos
“Me dijo que venía a dejar un paquete para un hermano suyo. Entró y me apuntó directamente a la cabeza con un revólver color gris. Pude ver el tambor del arma y era de verdad, no era una réplica”, dijo la mujer, según fuentes de la investigación.
Este tipo de hechos se repiten con constancia en los últimos meses, según voces de la comunidad que rompieron el silencio a pesar del miedo que dicen sentir.
“En la esquina del centro comunitario, en otra ‘casita’ donde se dan talleres para los chicos, le robaron hace una semana a una de las voluntarias y averiguamos quién había sido. Pudimos recuperar el teléfono”, contaron tras solicitar reserva de su identidad.
En “las casas de Oberlin” los hechos de violencia se reiteran, según denunció en reiteradas oportunidades el propio cura. Allí han tenido que soportar balaceras, robos y hasta amenazas, que la comunidad pudo ir sorteando con el párroco a la cabeza.
Sin embargo, la postura de las últimas víctimas es tajante: “No alcanza con las cámaras de seguridad: es necesario que haya un custodio, porque hay mucha violencia en la calle”, dijeron allegados a la mujer que fue víctima del robo.
¿Cómo fue la violenta secuencia?
El lunes temprano, la encargada de limpieza del centro comunitario –una mujer de 50 años–, corrió el pesado portón gris donde todos los días “tocan la puerta” cientos de chicos que llegan hasta ese lugar para “cambiar sus vidas”.
Un tanto desprevenida, y cómo lo hace siempre, abrió con una sonrisa.
Sin embargo, un joven con capucha celeste y un barbijo descartable desenfundó su arma y le apuntó a la cabeza, según fuentes investigativas.
Entre empujones, hizo ingresar hasta el baño del edificio a su víctima tras sustraer su teléfono celular marca Motorola. Allí la abandonó en estado de shock.
Las cámaras del edificio capturaron la violenta secuencia. Las imágenes ya obran en manos de la fiscalía, mientras la Policía “peina” el territorio para identificar al atacante.
“Se notaba que sabía donde estaba ubicada la cámara porque siempre cubre su cabeza con la capucha y su rostro con el barbijo. Cuando pasa cerca de la cámara, agacha el mentón para evitar ser tomado en la filmación”, explicaron los pesquisas.
Por otra parte, la mujer dijo que no sería capaz de reconocer a su atacante. Según detallaron los investigadores, el tiempo durante el cual lo tuvo de frente fue muy corto y siempre se mantuvo tapado.
Sí se sabe que se trataba de una persona en apariencia joven, con una campera celeste y un pantalón jogging, de acuerdo a lo que dejaron trascender los pesquisas.
Durante la jornada, continuarán las tareas de investigación para dar con el atacante.