Juan Carlos Luna tenía 56 años. Estaba casado y era padre de dos varones y una chica. Se ganaba la vida como albañil. Querido y respetado por sus vecinos, era muy común que decenas de personas golpearan la puerta de su casa, en barrio Comercial de la ciudad de Córdoba, para pedirle trabajo.
Un balazo en la nuca acabó con su vida en la mañana del lunes. Fue ultimado por delincuentes que quisieron robarle su camioneta. Escaparon sin llevarle nada.
Este martes, vecinos de barrio Comercial salieron a las calles para pedir justicia por el asesinato de Juan Carlos. Con carteles alusivos a la inseguridad, cortaron una calle y prendieron fuego una goma en señal de protesta.
“Políticas de protección al vecino”, “Que la Justicia no archive los papeles”, “exigimos más presencia policial”, “exigimos seguridad” y “quiero crecer sin miedo”, fueron algunos de los carteles que levantaron los manifestantes.
El asesinato de Juan Carlos Luna
Luna se convirtió en la última víctima fatal de una preocupante seguidilla de inseguridad en Córdoba que no deja de causar heridos y muertos. El anterior caso había sido una jubilada muerta a golpes en su casa de barrio Jorge Newbery, a comienzos del corriente mes.
De acuerdo con los últimos datos dados a conocer desde fuentes vinculadas a la causa, hay cuatro personas demoradas en el marco de la investigación que comenzó hace poco más de 24 horas.
Uno de ellos fue detenido porque tenía pedido de captura por otro hecho delictivo y ahora está bajo la lupa por su presunta participación en este robo que terminó en tragedia.
En paralelo, hay tres jóvenes demorados (no se sabe si son del mismo barrio) y se está averiguando cuál habría sido su supuesto papel en el asalto. Ninguno está imputado.
El crimen de Juan Carlos: el barrio marcha pidiendo más seguridad
En barrio Comercial crecen la bronca y el desconsuelo ante el asesinato del albañil. En la barriada insisten que la zona le “pertenece a los delincuentes”.
Por ahora, no hay imputados. El caso está en manos del fiscal de instrucción Víctor Chiapero quien trabaja bajo estricto hermetismo junto con investigadores policiales y judiciales. Se están analizando filmaciones de cámaras de seguridad, mientras se realizan distintas averiguaciones y toma de testimonios.
La sospecha es que los criminales serían de la zona.
Todo sucedió pasadas las 7 de la mañana del lunes en calle Ischilín al 6205. Luna salió de su vivienda para llevar a su hija hasta el colegio como hacía cada mañana. Luego se iba a ir a trabajar con sus dos hijos varones.
El presunto interés de los agresores fue robar la camioneta, según informaron fuentes de la investigación.
Para hacerlo, uno de los ladrones subió al habitáculo trasero del vehículo y comenzó a proferir insultos y amenazas.
“Bajate y dame todo. Me llevo el auto. Bajate ya”, habría gritado, según fuentes ligadas a la investigación.
Otros tres desconocidos, todos ellos jóvenes de no más de 25 años (según la sospecha) se sumaron al plan, como si se tratase de un golpe sumamente ensayado. Los pesquisas hablan de una emboscada.
La presunción es que se produjo un forcejeo en la camioneta.
Aparentemente, Luna habría querido sacar la llave del vehículo. Fue en esas circunstancias que uno de los asaltantes le disparó desde corta distancia directo a la nuca. Sin robar nada, los asaltantes se bajaron y escaparon corriendo.
Entre gritos y llantos, a todo esto, los hijos del herido intentaron socorrerlo.
Como la ambulancia se demoraba en llegar, la víctima fue trasladada en un patrullero de la Policía hasta el Hospital Príncipe de Asturias, a 20 cuadras de donde se produjo el asalto. Fue atendido en la guardia por el personal médico que, en cuestión de minutos, constató la muerte.
Una familia envuelta por un dolor irreparable
Luna dejó a una familia que no sale del estado de shock.
Su esposa había salido de la casa horas más temprano y se había marchado a un reconocido hospital de la ciudad de Córdoba, donde se desempeña como enfermera, comentaron en el barrio.
El fallecido era un hombre sumamente querido y respetado por sus vecinos, algunos de los cuales trabajaban junto a él porque les había conseguido “changas” en el sector de la construcción.
“Estamos destruidos. No sabemos cómo vamos a seguir”, dijeron sucintamente algunos deudos. A la familia se la veía poco en la calle y al matrimonio menos.
Los domingos, solían visitar a los abuelos de los chicos. “Iban a tomar mate y volvían. Eso era todo lo que hacían, además de trabajar a toda hora”, dijeron, consternados, fuentes de gran proximidad a la víctima.
Pocos quieren alzar la voz.
Aseguran que “el barrio ya no le pertenece a los comerciantes ni a los vecinos: hace años que es de los delincuentes”.
Consultada sobre esta misma declaración, la presidenta del centro vecinal de la barriada, María Carranza, dijo que la delincuencia es la principal preocupación entre sus vecinos.
“Cuando nos vamos a dormir sacamos las baterías de los autos y las llevamos al living de casa para que no se las roben. A principio de año tuve una reunión con el ministro de Seguridad de la Provincia (Julián López) y me dijo que iba a trabajar en soluciones. Hoy este crimen nos duele muchísimo”, declaró.
“La Policía ahora apareció, pero antes no estaba. El barrio le pertenece a la delincuencia”, se quejó, en declaraciones periodísticas.
Nadie de la Policía salió a hablar de manera oficial.
A la búsqueda de los asesinos
En la zona comenzaron a mencionar el apodo de un joven que, con miembros de algunas dos familias del sector, tendrían a maltraer a los vecinos.
La sospecha en la zona es que serían ellos quienes habrían formado parte de la emboscada que el lunes a la mañana se cobró una nueva víctima fatal.
En el barrio reina el miedo.
“Son chicos jóvenes que venden y consumen drogas. Viven todos en un radio de 10 cuadras y se sabe muy bien dónde quedan sus domicilios y por dónde se mueven”, dijo una fuente que pidió no ser identificada.
En ese mismo sentido, sostuvo que “va a ser crucial que los hijos de Luna aporten datos sobre los delincuentes”. Cree que es la única forma de que atrapen a esta bandada que amenaza al barrio desde hace años.
Por su parte, Carranza advirtió que en la zona se producen robos todos los días.
“Los vecinos están cansados, ya no pueden salir a la calle y están enrejados. Roban en la plaza principal del barrio, en las escuelas y en las paradas de los colectivos”, mencionó.
