“Hay que ‘picar la piedra’. Está duro y hay que trabajar mucho, pero lo vamos a sacar”. Con esa afirmación se refirió una alta fuente de la investigación en torno al alevoso crimen de Ismael Peralta (19), quien fue ejecutado de varios balazos días atrás y su cuerpo abandonado dentro de una bolsa de corralón en un sitio abandonado de Chacra de la Merced, en el cinturón verde de Córdoba Capital.
El cadáver embolsado quedó tirado en un descampado próximo al río Suquía y cerca del puente Negro, una vieja estructura de hierro oxidado. En un bolsillo quedaron restos de paco.
El espanto fue descubierto de manera circunstancial por una persona que justo pasaba por allí.
La principal hipótesis es que se trató de una venganza. Ahora bien, no se sabe quiénes fueron los ejecutantes y por qué.
El muchacho era víctima de su propia adicción a las drogas. No tenía domicilio fijo, no contaba con familia firme y tenía serios problemas con el paco o el “pipazo”, ese desecho de droga que está destruyendo a jóvenes de estratos vulnerables y marginales en Córdoba.
Peralta, se cree, robaba para poder comprar esas dosis de droga.
Este brutal asesinato, uno más en la extensa nómina de casos de violencia urbana registrados en Córdoba, se agrega en paralelo a una preocupante serie de homicidios en los que las víctimas son raptadas, ultimadas y sus cuerpos tirados (como nada) en descampados de las afueras de Córdoba, en los últimos tiempos.
Las víctimas, por lo general, han sido hombres jóvenes vinculados a las drogas o al delito y terminaron ejecutados de la peor manera. Detrás de estos casos hay complejas investigaciones policiales y judiciales.
En mayo pasado fue hallado el cuerpo de Axel Frías (18) a la vera de un canal y a metros de un enorme descampado lleno de basura en barrio Los Cortaderos, cerca del Aeropuerto Ambrosio Taravella, de Córdoba Capital. Estaba desaparecido. Lo hallaron muerto a golpes. La sospecha es que fue víctima de una venganza criminal.
En febrero de 2023, a todo esto, otro espanto fue descubierto en la zona de Bajada de Piedra, cerca de barrio Yapeyú en la Capital: un hombre que estaba desaparecido fue hallado asesinado y quemándose sobre cubiertas de auto. Se sospecha que fue descuartizado.
Para la Justicia, el crimen de Daniel Coria fue una venganza narco planeada y ordenada desde una celda de la Cárcel de Cruz del Eje. Seis hombres fueron enviados a juicio, entre ellos el supuesto ideólogo: un preso.
Violencia criminal
Ya fue dicho: la violencia urbana es la principal causa de muerte intencional en la provincia de Córdoba desde hace tiempo.
A esta preocupante realidad ahora pareciera agregarse el fenómeno de emboscar, matar y descartar cadáveres, como si nada, en una mezcla de brutalidad y marginalidad.
“Desde hace tiempo, la violencia urbana viene creciendo en Córdoba. Lo vemos con los crímenes y los heridos en peleas. Y ahora se está dando este proceso, no sabemos si es una ‘moda’ o una forma de enviar mensajes. Claramente son casos vinculados a las droga y preocupa”, comentó una alta fuente oficial.
“Ya hubo casos antes así, pero había frenado y ahora volvió: eso de ‘boletear’ y descartar el cuerpo de una manera marginal. Los que están detrás no son grandes mafias y eso preocupa también”, expresó una alta fuente policial, quien destacó que hay investigaciones encaminadas .
Emboscar, matar y quemar
Volviendo al caso Coria, todo se descubrió el 14 de febrero de 2023 cuando unos vecinos descubrieron los restos de un cuerpo calcinado en un baldío de Yapeyú, en dirección hacia Chacra de la Merced. Al lado, estaba su moto.
Tras un arduo trabajo, los pesquisas lograron identificarlo. Una ardua y sistemática permitió echar luz sobre la tenebrosa trama de espanto que había detrás.
La fiscal Claudia Palacios y su equipo determinaron que, presuntamente por una venganza vinculada al mundo narco, un preso (“Pistola” Silva) habría organizado desde la Cárcel de Cruz del Eje la emboscada criminal. Para ese fin, el preso se habría valido de su hermano en libertad para que contratara a cuatro sicarios e hicieran todo por dinero.
Coria fue engañado: lo llamaron para hacer “un trabajo”.
Al llegar al lugar, fue rodeado y emboscado por un grupo de hombres que lo mataron supuestamente con un arma. Luego, su cuerpo fue incinerado durante 24 horas, al menos, con cubierta en desuso. Todo el plan criminal debía ser notificado, vía celular, al cabecilla preso.
Una versión da cuenta de que los sicarios le enviaron foto de la tarea homicida con el fuego.
La Cámara de Acusación confirmó recientemente la elevación a juicio contra los seis acusados por homicidio doblemente calificado por precio o promesa remuneratoria y en concurso premeditado por dos o más personas.
Asesinado y tirado en un canal
En la fiscalía de Juan Pablo Klinger avanza la pesquisa por el asesinato de Áxel Frías (18), vecino de barrio Los Cortaderos.
En mayo pasado, el muchacho, quien contaba con antecedentes policiales y era víctima de adicción a drogas –según la causa– desapareció. Su familia, tras una ardua búsqueda, lo encontró muerto a golpes y tirado dentro de un canal.
La pesquisa policial y judicial pronto se centró sobre una pandilla de la zona dedicada a robar y vender drogas, según las sospechas.
Una filmación de una cámara capta a varios de ellos caminando junto con la víctima por una calle. Al rato, regresan sin él. Se cree que, antes de ser ultimado, el muchacho fue atacado en una vivienda.
El caso avanza. Ya hay un detenido. Se esperan más.
Klinger es el mismo fiscal que envió juicio recientemente a los acusados de estar detrás del alevoso asesinato de Carlos Silvestre D’ Angelo Quiroga (41): fue ultimado de un escopetazo y su cuerpo incinerado dentro de un auto en barrio Los Boulevares, cerca del límite con Los Cortaderos, a fines de noviembre.
D’ Angelo Quiroga, según el fiscal, fue mandado a torturar y matar por otro hombre a raíz de una infidelidad.
El ideólogo esperó cuatro años que D’ Angelo Quiroga saliera de la cárcel (había caído preso por un delito) y contrató a varios sicarios para que ejecutaran el designio criminal.
El fiscal envió recientemente a juicio a seis personas por homicidio agravado por el uso de arma de fuego. El principal acusado. Sergio Guevara, confesó. Avalada la acusación por un Juzgado de Control, la causa llegó a una Cámara del Crimen.
